ISSN: 1578-7710

  ¡Silencio! de Tissot
 

 

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Revista Electrónica de Medicina Intensiva
Arte nº 19. Vol 4 nº 11, noviembre 2004.
Autor: Beatriz Sánchez Artola

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James (Jacques Joseph) Tissot. El concierto (¡silencio!). "Croquis de costrumbres"

Óleo sobre lienzo; 73,7 x 112,2 cm. 1875, Manchester Art Gallery. Reino Unido.
 

Imagen ampliada: 640x455 p. 8,13x5,78 cm.
200 ppp. 158 Kb

 

En El Concierto, Tissot probablemente rememora una recepción a la que él mismo había acudido. La gran violinista Whilhelmina Norman-Neruda, única figura dibujada en riguroso estatismo, aguarda paciente a que el silencio le permita acometer la pieza. Dos hombres sentados al piano, que podrían corresponder al compositor Sir Julius Benedict y al músico Díaz de Soria, estudian las partituras. En la velada se encontraban diversos artistas, amigos de Tissot, como Frederick Leighton, Giussepe De Nittis y Ferdinand Heilbuth. Sentado en una posición privilegiada aparece el maharajá Duleep Singh y en un lugar aún más destacado una butaca, reservada seguramente a un invitado insigne, permanece misteriosamente desocupada. Muchos asistentes prosiguen con la descortés charla, haciéndose confidencias o flirteando, como la sonriente mujer que aparece a la izquierda en primer plano del lienzo con un sofisticado vestido ocre y un amplio abanico desplegado y que no es otra que la modelo Margaret Kennedy, que aparece en otros cuadros del artista. Otros posan con afectación, indolentemente aburridos según se estilaba, como la mujer vestida de negro que aparece de espaldas, lánguidamente reclinada, cubriendo parcialmente su rostro con un abanico que sostiene con la mano izquierda, o la joven de la derecha que parece mirar con ademán indiferente. Una anciana dama con la mano en alto parece escudriñar a la solista. Realmente, pocos asistentes aparentan estar deseosos de escuchar el recital; parece que la música fuera un detalle meramente accesorio, prescindible en el contexto de la “función” social que están representando.

Si el éxito de público del francés Tissot fue extraordinario, en el ámbito de la crítica artística no estuvo exento de acerbos juicios. El célebre Jon Ruskin llegó a decir de él que la mayoría de sus obras eran “meras fotografías coloreadas de la sociedad vulgar”. Pero bajo el simplista estigma de retratista burgués que Ruskin le aplica desdeñosamente subyace un fino observador caricaturista. Sus imágenes formalmente “galantes” con frecuencia tienen un significado ambiguo y abundan en detalles de sutil ironía que aluden a la excesiva preocupación de las clases acomodadas por mantener una determinada apariencia en los círculos aristocráticos, a la hipocresía de ciertos convencionalismos o a la incomunicación y el desencuentro. Es la belleza edulcorada de las composiciones, a modo de estampas de moda, la que hace que la crítica a simple vista no parezca demasiado mordaz. La elección de los nombres de sus lienzos forman parte de este ejercicio satírico, como sucede con "Demasiado pronto", donde se describe una escena preliminar a la de El Concierto, en la que unos invitados han cometido el “imperdonable” error de etiqueta de acudir antes de tiempo a la cita social. La joven vestida de rosa que en Demasiado pronto se muestra azorada, reaparece con gesto ya relajado dispuesta a tomar asiento en El Concierto y atenta a algún detalle de la estancia, quizá a alguna dama que lleva un traje confeccionado con los mismos tejidos que el suyo, o a la atrayente mujer de negro o algún otro detalle que el pintor nos oculta.

Podemos atribuir a Tissot la cualidad de pintor “fotográfico”, pero no como un defecto, al uso de los peyorativos comentarios de Ruskin, sino por la cuidadosa descripción de las escenas, que resultan casi tan minuciosas como las mismas fotografías que el artista solía realizar a modo de preparatorio, y también por el interesante tratamiento del color que aplica en algunas obras, como en este “concierto”, en el que parece perseguir el efecto visual de las fotografías coloreadas a mano. El escenario rococó de El Concierto tiende al monocromatismo, en tonos sepias y ocres, y la ilustre concertista parece formar parte de ese decorado uniforme, casi fundiéndose con la pared que queda tras ella, mientras que las figuras “galantes”, los bulliciosos asistentes, son figuras discordantes cromáticamente.

El arte decimonónico vivió agitados giros estilísticos, a los que Tissot no fue extraño. El artista fue evolucionando desde el gusto por el neoclasicismo victoriano de sus inicios en los que se vio influenciado por academicistas como Leys o Gérôme, hasta el realismo siguiendo la estela de Courbet. Tissot quedó muy motivado por las ideas sobre el realismo artístico del autor del Pintor de la vida moderna, Baudelaire, y se decantó por el costumbrismo modernista trabajado desde un punto de vista más subjetivo que positivista. Tras el fallecimiento de su pareja Kathleen Newton, enferma de tuberculosis, Tissot, profundamente afectado, sufrió un cambio radical en lo personal y lo artístico, y emprendió su ciclo final abordando la temática religiosa y espiritual.

Enlaces:

Bibliografía:

  • Wentworth, MJ. James Tissot. Oxford studies in the history of art and architecture. Oxford: Clarendon Press, 1984.

  • Lochnan KA (ed). Seductive surfaces. The art of Tissot. Studies in British Art 6. New Haven: Yale University Press, 1999.

  • Marshall N, Warner M. James Tissot: Victorian life-modern love. New Haven: Yale University Press, 1999.

Beatriz Sánchez Artola
©REMI, http://remi.uninet.edu, noviembre 2004

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última modificación: 01/07/2007