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Revista Electrónica de Medicina Intensiva
Artículo nº A34. Vol 5 nº 12, diciembre 2005.

Autor: Beatriz Sánchez Artola

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Clostridium difficile: nuevos problemas
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RESUMEN

¿Qué hay de nuevo acerca de la colitis asociada a Clostridium difficile?

Se ha detectado un aumento en el número de casos graves y refractarios al tratamiento de infección por Clostridium difficile, que corresponde a la aparición epidémica de una cepa más virulenta, productora de una toxina más agresiva. Dicha cepa se ha encontrado también en casos adquiridos en la comunidad, sin factores de riesgo conocidos. La adquisición de esta nueva cepa hipervirulenta puede verse favorecida por el uso previo de cefalosporinas o fluorquinolonas, así como de los fármacos inhibidores de la bomba de protones y quizá también los antihistamínicos.

 

 

Clostridium difficile (CD) ha sido un microorganismo con pocos problemas de resistencia antimicrobiana y habitualmente buena respuesta al tratamiento con metronidazol. Recientemente se han publicado numerosos trabajos donde se informa de un aumento de la refractariedad al tratamiento estándar y de las tasas de recurrencia, aunque de momento las cepas con concentraciones mínimas inhibitorias (CMI) elevadas a metronidazol no han tenido una traducción clínica aparente. En realidad no se han observado diferencias significativas entre las CMI de las cepas aisladas en pacientes con buena o mala respuesta al metronidazol. Inicialmente se pensaba que las recurrencias eran debidas a la germinación de esporas de la bacteria una vez finalizado el tratamiento, pero los análisis microbiológicos han demostrado que hasta en la mitad de las recurrencias las cepas aisladas son distintas a las primitivas, demostrándose la gran facilidad para la adquisición horizontal en el ámbito hospitalario de una nueva cepa. Hasta ahora hemos considerado que los factores que determinan la evolución de los pacientes con colitis seudomembranosa son más personales que microbiológicos propiamente dichos (tabla I).

Tabla I. Factores de riesgo de refractariedad o recurrencia de la colitis por C. difficile

  1. Edad avanzada

  2. Reexposición a antibióticos

  3. Comorbilidades graves

  4. Hipoalbuminemia

  5. Estancias hospitalarias prolongadas

  6. Estancia en unidades de cuidados intensivos

Al problema conocido de las recurrencias y reinfecciones se ha añadido en los últimos años otra preocupación. Desde finales de 2002 se apreció un aumento en la morbilidad, con mayor frecuencia de casos graves con mala respuesta a metronidazol, reacciones leucemoides, megacolon tóxico, necesidad de colectomía, shock e ingresos en UCI, así como en la mortalidad atribuible a C. difficile [1]. El comportamiento epidémico observado en Canadá, Estados Unidos y también en Gran Bretaña y Noruega motivó la creación de grupos de trabajo y el estudio exhaustivo de las cepas procedentes de lugares distantes, con la hipótesis de que debía estar implicado un “nuevo” C. difficile más virulento. Y efectivamente, Warny y col. [2] comprueban que los brotes estaban causados por una misma cepa denominada NAP1/027 (o tipo BI en análisis de restricción de endonucleasa), caracterizada por un patrón electroforético por PFGE (pulsed field gel electrophoresis) NAP1 (pulsotipo I norteamericano), un ribotipo por PCR 027 y un toxinotipo III, que si bien no era nueva sí, se había aislado muy infrecuentemente hasta ahora y no había constancia de que fuera tan agresiva. Esta cepa fue más habitual en los casos nosocomiales, pero también se aisló en el 37% de los casos adquiridos en la comunidad, comprobándose que ninguno de estos pacientes había sido admitido en un hospital durante el año anterior al diagnóstico.

Esta cepa sintetiza una toxina binaria (diferente a las toxinas A y B), cuyo papel patogénico exacto aún no se conoce, y es portadora de una delección parcial en el gen tcdC regulador de la expresión de los genes productores de toxinas A y B, que en condiciones normales se encarga de regular a la baja la síntesis de dichas toxinas. Se piensa que la mayor agresividad de la cepa reside en gran parte en la alteración de ese gen, que determina que se produzcan mayor cantidad de toxinas A y B (16 a 23 veces más) con una cinética más acelerada que otras cepas. Los aislamientos presentan un patrón de resistencia a fluorquinolonas uniforme, por lo que se hipotetiza que la emergencia de la NAP1/027 está en relación con el importante incremento en el uso de las fluorquinolonas aparte de las cefalosporinas.

En este mes varias revistas médicas de nuevo se hacen eco de los brotes epidémicos por estas cepas de C. difficile hipervirulentas. McDonald y col. [3] publican un estudio multicéntrico realizado en seis estados norteamericanos entre 2000 y 2003 que incluye los aislamientos de ocho brotes. En más del 50% de los casos se aisló la cepa BI/NAP1. Loo y col. [4] en el mismo número del New England Journal of Medicine comunican los resultados de un estudio de casos y controles prospectivo efectuado en doce hospitales de Québec entre enero y junio de 2004. En ese período, la incidencia media de la diarrea nosocomial por C. difficile en pacientes hospitalizados es de 22,5 casos por 1.000 ingresos (intervalo 10,2-39,9), con una mortalidad cruda de 24,8% y mortalidad atribuible de casi el 7%, contribuyendo en otro 7,5% de las muertes. La exposición previa a fluorquinolonas o a cefalosporinas fueron los únicos factores de riesgo asociados significativamente de forma independiente con el desarrollo la enfermedad. Más del 80% de los aislamientos tenían un pulsotipo y un análisis de restricción con endonucleasa idénticos a los descritos por Warny y col. y McDonald y col., y poseían igualmente un fenotipo bastante homogéneo de resistencia a fluorquinolonas, incluidas las de cuarta generación con actividad anaerobicida. La frecuencia de aislamiento de esta cepa fue particularmente alta en la población mayor de 50 años, y la mortalidad media aumentó significativamente, hasta el 14%, en los pacientes de más de 60 años. Parece pues que la expansión clonal de la cepa ha adquirido dimensiones epidémicas, aunque se cuestiona si en algún caso se puede deber más a mutaciones de cepas autóctonas frente a la presión antimicrobiana que a una verdadera diseminación.

El departamento de sanidad de Pensilvania y los CDC han notificado también en 2005 un número inesperadamente alto de casos de enfermedad por C. difficile adquirida en la comunidad. Curiosamente muchos son pacientes jóvenes sanos, sin antecedentes de exposición reciente a antimicrobianos o de otros factores conocidos de riesgo y parece que hay un número alto de casos en gestantes, aunque por las características de la investigación (declaración voluntaria de casos) poco más se puede concluir [5]. Se han caracterizado muy pocas de estas cepas, por lo que no se puede afirmar ni descartar que la “cepa epidémica” tenga que ver en este aumento en la incidencia de enfermedad comunitaria. Dial y col. [6] acaban de publicar un estudio en JAMA de casos y controles retrospectivo en el que concluyen que hay una asociación entre el uso de inhibidores de la bomba de protones y la incidencia de enfermedad por C. difficile. Encuentran que el 74% de los pacientes han adquirido la enfermedad fuera del hospital, y que de éstos, sólo el 37% han recibido un tratamiento antimicrobiano en los tres meses previos. En el resto de los casos observan que el uso de inhibidores de la bomba de protones (RR 2,9; IC 95% 2,4-3,4) y con menor potencia los antihistamínicos parecen ser un factor de riesgo independiente. Detectan un crecimiento de los casos comunitarios muy importante, de menos de 1/100.000 en 1994 a 22/100.000 en 2004, si bien este aumento puede estar sobreestimado por una mejoría en las políticas de detección.

El cambio en la incidencia de cepas virulentas de C. difficile y el aumento en la notificación de casos comunitarios ha revalorizado el interés por este microorganismo, empezándose a conceptuar en los editoriales como “patógeno emergente” o “amenaza global”. Las nuevas dificultades de tratamiento y la facilidad con que puede transmitirse en el hospital obligan a mantener si cabe un nivel más alto de sospecha clínica y a una mayor exigencia en el uso correcto de los antimicrobianos y las medidas de prevención.

Enlaces:

  1. Pepin J, Valiquette L, Alary ME, Villemure P, Pelletier A, Forget K, Pepin K, Chouinard D. Clostridium difficile-associated diarrhea in a region of Quebec from 1991 to 2003: a changing pattern of disease severity. CMAJ 2004; 171: 466-472. [Resumen] [Artículos relacionados] [Texto completo] [PDF 233 Kb]

  2. Warny M, Pepin J, Fang A, Killgore G, Thompson A, Brazier J, Frost E, McDonald LC. Toxin production by emerging strain of Clostridium difficile associated with outbreaks of severe disease in North America and Europe. Lancet 2005; 366: 1079-1084. [Resumen] [Artículos relacionados]

  3. McDonald LC, Killgore GE, Thompson A, Owens RC Jr, Kazakova SV, Sambol SP, Johnson S, Gerding DN. An epidemic, toxin gene-variant strain of Clostridium difficile. N Engl J Med 2005; 353: 2433-2441. [Resumen] [Artículos relacionados]

  4. Loo VG, Poirier L, Miller MA, Oughton M, Libman MD, Michaud S, Bourgault AM, Nguyen T, Frenette C, Kelly M, Vibien A, Brassard P, Fenn S, Dewar K, Hudson TJ, Horn R, Rene P, Monczak Y, Dascal A. A predominantly clonal multi-institutional outbreak of Clostridium difficile-associated diarrhea with high morbidity and mortality. New Engl J Med 2005; 353: 2442-2449. [Resumen] [Artículos relacionados]

  5. Centers for Disease Control and Prevention (CDC). Severe Clostridium difficile-associated disease in populations previously at low risk - four states, 2005. MMWR 2005; 54: 1201-1205. [Resumen] [Artículos relacionados] [Texto completo]

  6. Dial S, Delaney JAC, Barkun AN, Suissa S. Use of gastric acid-suppresive agents and the risk of community-acquired Clostridium difficile-associated disease. JAMA 2005; 294: 2989-2995. [Resumen] [Artículos relacionados]

Beatriz Sánchez Artola
Hospital Gómz Ulla, Madrid
©REMI, http://remi.uninet.edu. Diciembre 2005.

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última modificación: 01/07/2007