Cómo
promover y facilitar el diagnóstico precoz de la infección por el VIH-1
Autores: Jose M. Gatell [1]; Daniel Zulaica
[2]; Jorge Del Romero [3]; Teresa Robledo [4] en representación de la Plataforma “VIH en España 2009”
[5].
- Servicio de Infecciones. Hospital Clínic/ IDIBAPS.
Universidad de Barcelona.
- Presidente de la Sociedad Española Interdisciplinar del
Sida (SEISIDA)
- Coordinador del Centro Sanitario Sandoval de la Comunidad
de Madrid y
Vicepresidente de la Fundación para la Formación e Información sobre
Tratamientos frente al VIH-Sida (FIT)
- Secretaria Plan Nacional sobre el SIDA
- También forman parte del Comité Organizador de la
Plataforma: Ferrán
Pujol, Hispanosida, Barcelona; Bonaventura Clotet, Jefe de la Unidad de
Sida del Hospital Universitario Germans Trias I Pujol de Badalona;
Santiago Moreno, Jefe del Servicio de Enfermedades infecciosas del
Hospital Ramón y Cajal de Madrid; Federico Pulido, Presidente de GESIDA
Y Médico Adjunto de la Unidad VIH del Hospital Doce de Octubre; José
Fernández-Quero, Gerente de CESIDA; Antonio Antela, Vicepresidente de
SEISIDA, Mercedes Díez, Plan Nacional sobre el Sida, forman también
parte del Comité Organizador de la Plataforma “VIH en España 2009”.
Los
primeros casos de infección por el Virus de la Inmunodeficiencia
Humana tipo 1 (VIH-1) se describieron en 1981 [1, 2]. Se trataba de
pacientes afectados que consultaban por infecciones oportunistas como
la neumonía por Pneumocystis jiroveci (antes P. Carinii) o con un
sarcoma de Kaposi. En pocos años se convirtió en una pandemia y en la
causa más frecuente de mortalidad en el segmento hetario comprendido
entre los 20 y los 40 años [3]. Fundamentalmente, se trata de una
infección de transmisión sexual (relaciones heterosexuales u
homosexuales) aunque en algunos países como España durante los primeros
años de la epidemia predominó la transmisión a través de contactos
directos con sangre (compartir jeringuillas en usuarios de drogas por
vía parenteral) [4-6]. La infección aguda o primoinfección puede ser
asintomática (30% de los casos) o sintomática (síndrome gripal con
erupción cutánea autolimitada en el 70% restante) [7], todo ello
seguido de un periodo silente de en general 5-10 años de evolución para
acabar desarrollando infecciones oportunistas o algunos tipos de
neoplasias como el sarcoma de Kaposi o linfomas no Hodgkin cuando el
sistema inmunitario se había deteriorado de forma considerable (menos
de 200 linfocitos T CD4+ por mm3 de plasma) [8].
Cuando el paciente llegaba a esta fase se
decía que era diagnosticado
de portador de un Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA) y a
partir de este momento la esperanza de vida era inferior al 50% al año
y prácticamente nula a los 2-4 años [9, 10]. A partir del año 1997, con
la introducción del tratamiento antiretroviral de alta eficacia (HAART)
se pudo interferir de forma muy favorable en la historia natural de la
infección por el VIH-1 [11]. Actualmente, la tasa de respuesta al
tratamiento es muy alta y conlleva una recuperación del sistema
inmunológico suficiente como para controlar las infecciones
oportunistas. El escenario final es una drástica reducción de la
mortalidad y en definitiva una esperanza de vida que cada vez se acerca
más a la de la población general de la misma edad y sexo [12]. Y, en el
año 2009, ello se puede conseguir con tratamientos bien tolerados y muy
sencillos (incluso con la toma de un solo comprimido al día) [13].
La
otra cara de la moneda es que el número anual de nuevas infecciones se
mantiene prácticamente constante (aunque la composición cualitativa de
los nuevos infectados haya cambiado). Hay más transmisión heterosexual
y a través de relaciones homosexuales masculinas y menos a través de
compartir jeringuillas contaminadas. Al menos el 30% de los pacientes
con nuevas infecciones han nacido fuera de España pero a menudo la
infección la han adquirido tras su llegada a España. La infección por
el VIH-1 se diagnostica tarde (cuando la cifra de linfocitos T CD4+
está por debajo de las 200 células/mm3 de plasma y el riesgo de
infección oportunista es alto) en al menos el 40% de los casos [14,
15]. A nivel individual ello implica una peor respuesta al tratamiento
y un exceso de mortalidad y costes económicos frente a un diagnóstico
más precoz. Pero, a nivel de salud pública, ello implica una “bolsa” de
pacientes infectados que desconocen su situación y que contribuyen a un
exceso de nuevas transmisiones. En números absolutos esto podría
significar que en España se estima que hay 140.000 personas infectadas
por el VIH-1 de los cuales aproximadamente 40.000 desconocerían su
situación. Este 30% de personas pacientes que desconoce que están
infectados por el VIH se estima que contribuyen a un 60-70% de las
nuevas transmisiones [16].
Por tanto hay
muchas razones individuales y de salud pública para promover y
facilitar un diagnóstico precoz de la infección por el VIH-1 y ello es
una responsabilidad de todo el personal sanitario, independientemente
de su especialidad, y de la sociedad en general. Para abordar este
problema en Estados Unidos de América los CDC han recomendado la
llamada estrategia del “opt out” [17-22], que consiste en practicar de
forma universal un test del VIH-1 en cualquier paciente adolescente o
adulto cada vez que contacte con el sistema sanitario por cualquier
motivo salvo que se oponga de forma explícita. Esta estrategia no es
fácil de implementar y su relación coste-eficacia se desconoce. En
Europa parece más aconsejable y viable una estrategia más dirigida y
basada en el siguiente principio: si bien todos somos susceptibles y
potenciales dianas de la infección por VIH-1, los nuevos casos no se
distribuyen al azar sino que inciden con mayor frecuencia en
determinadas subpoblaciones. Estas subpoblaciones son susceptibles de
ser identificadas y es a ellas a las que preferentemente hay que
ofrecer y facilitar los tests de despistaje de infección por VIH-1 y
practicarlos salvo que haya una oposición explícita por parte del
paciente. Ello permite elaborar una lista de situaciones y enfermedades
indicadoras ante las cuales cualquier profesional sanitario,
independientemente de su especialidad, debería recomendar un test para
descartar una infección por el VIH-1. Se ha estimado que esta
recomendación está justificada en términos de coste-eficacia cuando la
prevalencia de infección por VIH-1 es superior al 1% en la situación o
enfermedad indicadora de que se trate [23].
El test de despistaje de la infección por el
VIH-1 debería recomendarse
y facilitarse a todas las personas que lo soliciten, a todas las
mujeres embarazadas, a todas las personas con prácticas sexuales de
riesgo y a todos los pacientes en los que se identifique alguna de las
enfermedades incluidas en las tablas I y II. En todas las enfermedades
incluidas en estas tablas se estima, aunque hay estudios en marcha para
confirmarlo, que la prevalencia de infección por el VIH-1 puede ser
superior al 1% y que por tanto recomendar el despistaje de la infección
por el VIH-1 podría estar justificado en términos de coste-eficacia.
Tanto en Europa (“HIV in Europe”)
como en España (“VIH en España 2009”)se han creado plataformas
específicas para promover estas actuaciones con el apoyo de las
autoridades sanitarias y líderes políticos y sociales. Y, en concreto
en España, con el soporte de la Secretaría del Plan Nacional sobre el
SIDA. La esperanza es contribuir a la prevención de nuevas infecciones
y a un diagnóstico precoz de aquellas que ya se hayan producido pero no
son conocidas.
Tabla I. Enfermedades indicadoras
de SIDA
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Incluye
las 26 situaciones (infecciones oportunistas o neoplasias) aceptadas
como indicadoras de SIDA. Cuando se diagnostica alguna de ellas debe
siempre recomendarse y facilitarse un test diagnóstico de infección por
VIH-1. En la mayoría de estas situaciones la prevalencia de infección
por VIH-1 es elevada y con frecuencia el test será positivo. |
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- Candidiasis traqueal, bronquial o pulmonar
- Candidiasis esofágica
- Carcinoma de cérvix invasivo
- Coccidioidomicosis diseminada (en una localización
diferente o además
de los pulmones y los ganglios linfáticos cervicales o hiliares)
- Criptococosis extrapulmonar
- Criptosporidiasis, con diarrea de más de un mes
- Infección por citomegalovirus de un órgano diferente
del hígado, bazo o ganglios linfáticos, en un paciente de más de un mes
de edad
- Retinitis por citomegalovirus
- Encefalopatía por VIH
- Infección por virus del herpes simple que cause una
úlcera mucocutánea
de más de un mes de evolución, o bronquitis, neumonitis o esofagitis de
cualquier duración, que afecten a un paciente de más de un mes de edad
- Histoplasmosis diseminada (en una localización
diferente o además de
los pulmones y los ganglios linfáticos cervicales o hiliares)
- Isosporidiasis crónica (más de un mes)
- Sarcoma de Kaposi
- Linfoma de Burkitt o equivalente
- Linfoma inmunoblástico o equivalente
- Linfoma cerebral primario
- Infección por M. avium-intracellulare o M. kansasii
diseminada o extrapulmonar
- Tuberculosis pulmonar
- Tuberculosis extrapulmonar o diseminada
- Infección por otras micobacterias, diseminada o
extrapulmonar
- Neumonía por Pneumocystis jiroveci
- Neumonía recurrente
- Leucoencefalopatía multifocal progresiva
- Sepsis recurrente por especies de Salmonella
diferentes de S. tiphy
- Toxoplasmosis cerebral en un paciente de más de un
mes de edad
- Síndrome consuntivo (malnutrición)
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Tabla II. Situaciones con alta
prevalencia de infección por VIH-1
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Incluye
algunas situaciones en las que la prevalencia de infección por VIH-1 se
estima que podría ser superior al 1% y en las que es aconsejable
recomendar y facilitar un test diagnóstico de infección por VIH-1 salvo
que existan razones evidentes para justificar el diagnóstico. El
resultado será negativo en la mayoría de los casos pero la relación
coste-eficacia está bien demostrada. |
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- Cualquier infección de transmisión sexual.
- Contactos sexuales de riesgo o con personas
infectadas por el VIH-1
- Síndrome gripal con rash y/o adenopatías
- Fiebre de larga evolución o de origen desconocido
- Onicomicosis
- Herpes Simple recidivante
- Herpes Zoster / varicela en el adulto
- Eczema Seborreico
- Psoriasis
- Candiasis oral (muguet)
- Leukoplasia oral vellosa
- Hepatits C
- Hepatitis B (HBsAg+)
- Leucopenia, linfopenia, plaquetopenia, anemia
- VSG elevada
- Diarrea crónica
- Linfoma de Hodgkin, Enfermedad de Castleman
- Leishmaniasis
- Todas las mujeres embarazadas*
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*
La prevalencia en España es inferior al 1% en las embarazadas, pero el
potencial beneficio para el recién nacido justifica recomendar de forma
sistemática un test de despistaje de la infección por el VIH-1. |
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Palabras
clave: Infección por VIH-1, Síndrome de inmunodeficiencia
adquirida, Diagnóstico precoz.
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