ISSN: 1578-7710

  Curso sepsis grave: capítulo 32
 

 

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Revista Electrónica de Medicina Intensiva
Artículo nº C32 Vol 5 nº 3, marzo 2005.
Autor: Roberto Reig Valero

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  Valoración de la gravedad en la sepsis grave
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1. Introducción

La Medicina, como ciencia inexacta que es, maneja conceptos claramente relacionados con la probabilidad. Esta inexactitud se refleja incluso en sus principios más primarios como son los conceptos de salud y enfermedad, precisándose para establecer éstos de puntos de vista sociales, culturales e incluso personales.

La definición de “salud” emitida por la Organización Mundial para la Salud (OMS), en la que se describe como el estado de bienestar físico, psíquico y social, no hace más que confirmar esta opinión de que son múltiples los factores que intervienen en cada uno de los actos de nuestra profesión sanitaria, y que esta percepción de bienestar es muy relativa y difícilmente exportable de una situación socio-cultural a otra, o incluso de una persona a otra en una misma comunidad.

Ejercer la Medicina de una forma efectiva y eficiente requiere, además de una adecuada formación teórica y técnica, una especial sensibilidad personal para la interpretación de la información que nos transmite el paciente y su entorno. Esta sensibilidad o “Arte de la Medicina” permite tomar decisiones en un contexto de inexactitud e incertidumbre, y en este contexto intentar curar o mejorar al paciente.

Estas consideraciones cobran especial importancia en el momento en que las decisiones deben ser tomadas basándose en un relativo desconocimiento del paciente, sobre unos presupuestos de cortedad de tiempo, y en un ambiente de angustia personal, tanto del paciente como del médico. Esto es, en situaciones de urgencia o emergencia tan frecuentes en los pacientes críticos.

Cuando lo que se pretende es definir la “gravedad”, la situación se complica mucho más, ya que este concepto todavía es más impreciso y subjetivo, interviniendo multitud de factores relacionados con el mismo, como son: el riesgo vital, la intensidad de la agresión, la repercusión de la misma, el esfuerzo terapéutico necesario para su control, las probabilidades de recuperación, su pronóstico, etc. Incluso difiere la percepción de gravedad entre niveles formativos semejantes (no es igual la percepción de gravedad que puede tener un rehabilitador, un oncólogo o un intensivista).

A estos conceptos imprecisos y subjetivos se añade un factor fundamental en la medicina actual, la relación directa entre la gravedad de un proceso y los recursos sanitarios necesarios para su atención. En una época marcada por el economicismo sanitario y la necesidad de aplicar unos instrumentos de gestión que puedan adecuarse a la búsqueda de la efectividad, la eficacia y la eficiencia, bajo un paraguas de calidad asistencial, se debe el enorme desarrollo experimentado por lo que se ha llamado la “Teoría del Pronóstico” establecido a través de criterios objetivos de gravedad [1]. Esto ha sido especialmente cierto en el campo de la Medicina Intensiva, donde la incorporación de los índices de gravedad y sus derivados, los índices pronósticos [2, 3] constituyen un campo de investigación permanente.

La visión subjetiva y difusa de la enfermedad y su gravedad ha dejado paso progresivamente a las definiciones consensuadas, a criterios clínico-biológicos definidos y a complejos procesos matemáticos que  permiten establecer índices de gravedad objetivos y estimaciones pronósticas basadas en datos uniformados y comparables entre poblaciones similares. En definitiva en instrumentos de gestión, instrumentos de comunicación objetivos y en un buen instrumento de control de calidad.

2. Valoración de la gravedad en la sepsis

Al igual que un gran número de patologías, la infección es únicamente un factor de agresión, relativamente independiente de la repercusión que ésta tiene en el paciente. “No son las enfermedades las que matan a las personas, sino la repercusión que éstas tienen sobre el conjunto del organismo y sus funciones (W. Osler - siglo XIX).

Esta repercusión va a estar mediatizada por varios factores dependientes del agente agresor y de las características del paciente. Es fácil entender esto con un ejemplo: una neumonía extrahospitalaria en un paciente joven, sin patologías asociadas, no fumador y deportista no representará la misma gravedad que la misma neumonía, por el mismo microorganismo y con la misma extensión en un paciente anciano, EPOC, diabético insulinodependiente con mal control metabólico y afecto de una hemiplejía residual con atrofia muscular homolateral a la neumonía. Probablemente el primer paciente pueda ser tratado ambulatoriamente y presentar una evolución favorable, mientras que el segundo paciente probablemente requerirá medidas de soporte ventilatorio y tendrá altas posibilidades de fallecer por dicha patología pese a los esfuerzos terapéuticos aplicados. De forma similar, un mismo microorganismo puede representar patologías infecciosas de gravedad y pronóstico claramente diferentes, así una sinusitis por S. pneumoniae suele ser una patología relativamente fácil de controlar y con escasa repercusión sistémica, pero si el mismo microorganismo penetra por contigüidad en el sistema nervioso central y provoca una meningoencefalitis bacteriana, la gravedad del cuadro y su afectación global son radicalmente diferentes en el mismo paciente.

Si como se ha comentado en el apartado anterior, definir la enfermedad es complejo, en la sepsis esto ha sido igualmente confuso, lo que ha impedido la realización de estudios con la calidad suficiente como para permitir obtener conclusiones validables. Históricamente se han empleados términos diferentes para definir situaciones similares, o por el contrario términos excesivamente ambiguos que englobaban posibilidades clínico-biológicas muy dispares, y que únicamente han aportado confusión y mala estratificación de los pacientes y su gravedad. Términos como síndrome séptico, septicemia, shock séptico, etc., carecían de definiciones precisas, y por tanto su utilización ha sido sistemáticamente empleada con unos criterios claramente subjetivos.

En 1991 se desarrolló una conferencia de consenso [4] con el objetivo de establecer unas definiciones internacionales del proceso séptico y sus diferentes niveles de gravedad, fundamentalmente basadas en términos de afectación orgánica.

De esta conferencia de consenso salieron definiciones para términos como Infección, Síndrome de Respuesta Inflamatoria Sistémica (SRIS), Sepsis, Sepsis Grave y Shock Séptico. Estas definiciones tampoco son perfectas, y han motivado infinidad de comentarios bibliográficos [5], e incluso la convocatoria de una nueva conferencia de consenso de la que se extrajeron algunos cambios conceptuales y matizaciones de los términos relacionados con la sepsis y su gravedad [6], pero que intrínsecamente expresan un abanico continuo de gravedad de la enfermedad infecciosa en función de su repercusión sobre las distintas funciones orgánicas, con morbilidad y mortalidad progresivamente mayores.

En el año 2002 se introdujo el sistema PIRO [7] como una nueva visión de la sepsis y sus factores pronósticos en base a cuatro conceptos (PIRO): premorbilidad (P), infección (I), respuesta del huésped (R) y disfunción de órganos (O). Este sistema intenta clasificar la sepsis de modo similar al TNM utilizado para las neoplasias, permitiendo la caracterización de un determinado caso y facilitando su pronóstico:

La Predisposición (P) del paciente condiciona de forma notoria su posible evolución desfavorable. Hay evidencia de la existencia de factores genéticos que condicionan una mayor mortalidad en la sepsis [8]. La presencia de polimorfismos genéticos condiciona una respuesta más agresiva a la sepsis, con mayor reacción inflamatoria y mayor riesgo de muerte. Del mismo modo, la presencia de patología subyacente o enfermedades coexistentes son factores asociados con clara repercusión sobre la respuesta del huésped.

La Infección (I), dependiendo del agente patógeno causal, la cantidad de inóculo, su localización y su extensión, tienen claramente una influencia sustancial en la evolución del paciente. Circunstancias asociadas a ella como el retraso en la implantación de un tratamiento antibiótico eficaz [9] o el error en la selección de la antibioterapia empírica [10] pueden contribuir a la mortalidad asociada a la sepsis.

La Respuesta (R) del organismo en forma de liberación de mediadores de la inflamación (proinflamatorios y moduladores de la inflamación) condicionará, en función del disbalance que pueda producirse entre unos y otros una reacción sistémica conocida como SRIS. Esta reacción inflamatoria desproporcionada y sostenida puede conducir progresivamente a la disfunción y al fracaso multiorgánico, con altas probabilidades de muerte. Una buena parte de los esfuerzos terapéuticos actuales están dirigidos a controlar esta respuesta endógena patológica [11-12] como complemento a las medidas habituales utilizadas en el tratamiento de la sepsis.

La Disfunción Orgánica (O) es el principal factor determinante de la evolución del paciente y probablemente marcador del pronóstico final [13]. El número de órganos disfuncionantes o en fallo no solo supone un mayor consumo de recursos y esfuerzo terapéutico, sino que claramente es la expresión del impacto que sobre el organismo ha tenido el proceso infeccioso o su respuesta patológica. La evolución de estos fracasos orgánicos tras el tratamiento de la sepsis, hacia la recuperación o hacia el deterioro, se relaciona con el pronóstico final del paciente [14].

Esta novedosa clasificación de la enfermedad séptica presenta como problema su complejidad, derivada del intento de ser muy completa, siendo esto todavía más importante cuando el proceso que se intenta clasificar es tan cambiante en poco tiempo como la sepsis. Por ello su aceptación ha sido de momento escasa y su utilización no se ha difundido en nuestro medio.

Así pues, el fenómeno séptico no debe simplificarse al hecho de la injuria microbiana, debe ser considerado como una constelación de factores interrelacionados entre los que figuran factores dependientes del huésped y factores dependientes del agente agresor. Unidos todos ellos podremos tener una visión global del problema con el que nos enfrentamos y optar a medidas dirigidas a su lucha desde diversas perspectivas: terapia genética, profilaxis vacunal, tratamientos antibióticos, moduladores de la respuesta inflamatoria y medidas de soporte orgánico.

3. Estratificación y predicción en los pacientes con sepsis grave

Como base fundamental para obtener resultados válidos en estudios científicos es preciso establecer previamente los conceptos y definiciones con las que vamos a trabajar, con el objetivo de que los resultados obtenidos sean comparables con otras series propias o de otros centros investigadores.

Desde la conferencia de consenso podemos uniformizar los conceptos evolutivos y de gravedad del proceso infeccioso, pudiéndose obtener ya resultados comparativos en estudios multicéntricos y establecer con una fiabilidad razonable conclusiones validables sobre estimaciones pronósticas y medidas terapéuticas.

El primer paso en la estratificación del riesgo en la patología infecciosa surge de la misma conferencia de consenso, considerando los distintos estadios como fases diferenciales de gravedad y afectación orgánica del huésped. Así, es sencillo establecer un primer pronóstico grosero estratificando al paciente en uno de los cuatro posibles estadios del proceso agresor: SRIS, sepsis, sepsis grave y shock séptico, que presentarán mortalidades aproximadas del 7%, 16%, 20% y 46% respectivamente [15].

SRIS (Síndrome de Respuesta Inflamatoria Sistémica): Corresponde al estado de reacción orgánica ante una agresión infecciosa o no. La respuesta del organismo a la agresión mediante la liberación de mediadores pro y antiinflamatorios conlleva la aparición de manifestaciones sistémicas inespecíficas que son la expresión de un disbalance entre ambos grupos de mediadores (mortalidad media 7%). Es diagnóstico de SRIS la presencia de dos o más de los siguientes:

  • Fiebre (temperatura superior a 38º C) o hipotermia (temperatura inferior a 36º C)

  • Frecuencia cardiaca superior a 90 pulsaciones por minuto.

  • Frecuencia respiratoria superior a 20 respiraciones por minuto o presencia de hipocapnia (pCO2 menor de 32 mm Hg)

  • Leucocitosis (más de 12.000/mm3) o leucopenia (menos de 4.000/mm3) o más del 10% de formas inmaduras.

Esta misma presencia de criterios de SRIS supone un estado de gravedad progresivo, a más criterios positivos más gravedad y mayor mortalidad, entre el 3% de los pacientes sin criterios SRIS y el 17% en los pacientes con los cuatro criterios positivos [15]. Además, la respuesta positiva al tratamiento, con reducción de los criterios presentes entre el primer día y el segundo parece ser un buen indicador evolutivo, mientras que si el número de criterios se mantiene o se incrementa, la mortalidad crece de modo exponencial [16].

A pesar de que el SRIS es un marcador muy sensible de inflamación, aunque poco específico de patología infecciosa (ya que puede ser desencadenado por multitud de factores), es un buen indicador de gravedad del cuadro y de su repercusión orgánica, de fácil realización a pie de cama y con aspectos evolutivos muy interesantes que puede ayudarnos a identificar a aquellos pacientes con riesgo incrementado al ingreso y al control posterior del paciente. Además la mayor afectación orgánica se asocia a mayor riesgo infeccioso (en los casos que su origen no sea séptico), con incremento de la posibilidad de infección de 1,5 veces con dos criterios de SRIS hasta casi 5 veces cuando se cumplen tres o cuatro criterios [17].

Sepsis: Corresponde a la reacción sistémica inflamatoria debida a un foco claro infeccioso. Precisa para su diagnóstico de dos o más criterios de SRIS y la presencia de cuadro clínico evidente de infección o estudios microbiológicos (presencia de microorganismos patógenos en líquidos habitualmente estériles, más de 100.000 UFC/ml en orina o en cultivos cuantitativos de secreciones bronquiales); su mortalidad media es del 16%.

Sepsis grave: Sepsis que se acompaña de alteraciones de la perfusión tisular, manifestándose como disfunción de uno o varios órganos (mortalidad media 20%):

  • Hipotensión: presión arterial sistólica menor de 90 mm Hg

  • Acidosis metabólica: láctico mayor de 3 mmol/l

  • Oliguria: diuresis menor de 30 ml/h durante 3 horas o 700 ml en 24 horas

  • Alteraciones mentales agudas: agitación, obnubilación

  • Coagulopatía: prolongación del tiempo de protrombina o plaquetopenia inferior a 100.000/ml

Shock séptico: Sepsis acompañada de hipotensión arterial e hipoperfusión tisular sostenida a pesar de aporte de volumen suficiente o necesidad de drogas vasopresoras para mantener tensiones arteriales sistólicas adecuadas: mortalidad media 46%.

Esta primera aproximación a la estratificación y pronóstico del paciente séptico debe ser complementada con la evaluación de otros factores de gran relevancia, fundamentalmente relacionados con las características específicas del paciente (edad y comorbilidades), la repercusión sobre la función orgánica y el tipo de infección causal, para lo cual deberemos recurrir a sistemas especialmente desarrollados para ello.

4. Sistemas generales de evaluación de la gravedad en los pacientes críticos

La existencia de sistemas de evaluación de la gravedad es prácticamente conocida por todos, siendo algunos de estos sistemas aceptados a nivel mundial como herramientas de gestión y control de calidad asistencial, y mecanismos de estratificación de los pacientes para establecer rangos de gravedad, imprescindibles para un correcto desarrollo de estudios multicéntricos.

Todos los sistemas generales de valoración y estratificación de la gravedad de los pacientes críticos permiten establecer estimaciones pronósticas. Estas son usadas de modo generalizado para la realización de controles de calidad asistencial internos y entre diferentes instituciones, mediante la comparación entre la mortalidad predicha para el nivel de gravedad de los pacientes y la mortalidad real (relación estandarizada de mortalidad).

APACHE (Acute Phisiology And Chronic Health Evaluation), SAPS (Simplified Acute Physiology Score) y MPM (Mortality Probability Model) son tres sistemas de puntuación de gravedad utilizados de forma generalizada en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI). Pese a no ser específicos para los pacientes sépticos, tienen una gran utilidad como identificadores contrastados de los pacientes con gravedad incrementada y por tanto con una estimación pronóstica conocida mediante cálculos matemáticos validados.

Otros sistemas valoran fundamentalmente la disfunción orgánica reactiva al insulto infeccioso, aplicando estimaciones pronósticas en función de la gravedad y el número de órganos en fallo. De ellos es especialmente conocido y aceptado el Sistema SOFA (Sepsis-related Organ Faliure Assesment o Sequential Organ Faliure Assesment), por ser un sistema de realización sencilla, tener un diseño específico para la sepsis y un carácter evolutivo. Otros métodos de valoración de la disfunción orgánica secundaria al insulto también difundidos, aunque menos utilizados son LODS (Logistic Organ Dysfunction System) y MODS (Multiple Organ Dysfunction Score).

APACHE (Acute Physiology and Chronic Health Evaluation)

Fue descrito por Knaus et al en 1981 [18] como un sistema capaz de clasificar a los pacientes ingresados en las unidades de cuidados intensivos mediante la utilización de escalas fisiológicas que se correlacionan con la gravedad de la enfermedad actual y la evaluación del estado de salud previa del paciente. APACHE permite mediante cálculos matemáticos establecer una probabilidad de muerte de los pacientes durante su estancia en UCI y la mortalidad hospitalaria.

La afectación fisiológica (APS: Acute Physiology Score) es valorada a través de ocho aparatos o sistemas: el estado cardiovascular, la función respiratoria, la función renal, el aparato gastrointestinal, el estado hematológico del paciente, la respuesta séptica, el estado metabólico y la situación neurológica.

  • Cardiovascular: 7 variables (frecuencia cardiaca, presión arterial media, presión venosa central, evidencia de infarto agudo de miocardio, presencia de arritmias, lactato sérico y pH sanguíneo)

  • Respiratorio: 3 variables (frecuencia respiratoria espontánea, P(A-a)O2 con FiO2 1 y paCO2).

  • Renal: 3 variables (diuresis diaria, BUN sérico y creatinina sérica)

  • Gastrointestinal: 6 variables (bilirrubina, amilasa, albúmina, fosfatasas alcalinas, GOT y anergia a pruebas de estimulación cutánea)

  • Hematológico: 4 variables (hematocrito, plaquetas, leucocitos y tiempo de protrombina).

  • Séptico: 4 variables (temperatura rectal, hemocultivos positivos, cultivos positivos para hongos y cultivos positivos de LCR).

  • Metabólico: 6 variables (glucosa, calcio, sodio, potasio, bicarbonato y osmolaridad plasmática)

  • Neurológico: 1 variable (Glasgow Coma Score)

Estas 34 variables son evaluadas durante las primeras 32 horas tras el ingreso en UCI y puntuadas de 0 a 4 en función de la desviación de los valores normales.

Además de las variables fisiológicas descritas previamente, APACHE valora el estado de salud del paciente en los 3-6 meses previos al ingreso, estratificándolo en cuatro grupos:

  • A: Buena salud previa sin limitación funcional

  • B: Leve a moderada limitación de la actividad, debida a problemas de salud crónicos

  • C: Restricción seria pero no incapacitante de la actividad, producida por problemas crónicos de salud

  • D: Restricción grave de la actividad por la enfermedad, incluyendo a los pacientes encamados o ingresados en instituciones sanitarias

Tomadas ambas escalas, APACHE permite establecer probabilidades pronósticas:

Puntos APACHE

Mortalidad hospitalaria %

0-5

2,3 %

6-10

4,3 %

11-15

8,6 %

16-20

16,4 %

21-25

28,6 %

26-30

56,4 %

>31

70 %

Relación entre el estado de salud previo del paciente y su resultado:

Estado de salud previo al ingreso

Probabilidad de muerte en UCI

Probabilidad de muerte en el hospital

A

7,3%

12%

B

5,9%

12%

C

10,5%

16,5%

D

11,7%

25%

Posteriormente este primer estratificador de gravedad ha sufrido modificaciones tendentes a su simplificación y perfeccionamiento. Así en 1985 Knaus et al [19] describieron el APACHE II, que se desarrolló a partir de estudios realizados sobre 5.815 pacientes ingresados en UCIs médicas y quirúrgicas de 13 hospitales.

En APACHE II se redujo sustancialmente el número de variables fisiológicas y el tiempo mínimo necesario para su valoración, se introdujo la edad como factor pronóstico, y se diferenció entre pacientes médicos y quirúrgicos.

Los parámetros medidos en la escala de afectación fisiológica aguda son menos que en APACHE, siendo seleccionados los de mayor peso estadístico y puntuados igualmente de 0-4 en función de la desviación de la normalidad:

  • Temperatura rectal

  • Presión arterial media

  • Frecuencia cardiaca

  • Frecuencia respiratoria

  • Oxigenación

  • PH arterial

  • Sodio sérico

  • Potasio sérico

  • Creatinina sérica

  • Hematocrito

  • Recuento leucocitario

  • Puntuación de Glasgow para el coma

La edad es igualmente puntuada en los siguientes rangos:

≤ 44 años

0 puntos

45-54 años

2 puntos

55-64 años

3 puntos

65-74 años

5 puntos

> 75 años

6 puntos

El estado de salud previa diferencia tres tipos de pacientes: pacientes no quirúrgicos, pacientes quirúrgicos urgentes y pacientes quirúrgicos programados, valorando en cada uno de ellos la presencia de fracasos orgánicos crónicos graves o estado de inmunodepresión.

Tipo de paciente Estado de salud previo

Puntos

Paciente no quirúrgico

Fracaso orgánico crónico o inmunodepresión

5

Sin fracaso e inmunocompetente

0

Cirugía urgente

Fracaso orgánico crónico o inmunodepresión

5

Sin fracaso e inmunocompetente

0

Cirugía programada

Fracaso orgánico crónico o inmunodepresión

2

Sin fracaso e inmunocompetente

0

Con la suma de la puntuación de los tres grupos de parámetros medidos [Apéndice I] podremos estratificar aproximadamente el riesgo de fallecimiento del paciente en el hospital:

APACHE II y mortalidad hospitalaria (%)

Puntos

0-4

5-9

10-14

15-19

20-24

25-29

30-34

> 35

P. méd.

4

7

14

24

40

52

72

82

P. quir.

2

4

7

12

30

36

72

88

La diferencia de mortalidad estimada mediante APACHE II entre pacientes médicos y quirúrgicos es debida a que la afectación orgánica aguda es menos grave en los pacientes postoperados con baja puntuación, mientras que si la puntuación es alta, la probabilidad de muerte se equipara en ambos grupos.

APACHE II es actualmente el sistema de estratificación de gravedad más utilizado internacionalmente, y sirve como patrón a la hora de  realizar comparaciones entre distintos centros sanitarios o entre diferentes países, lo que permite la realización de estudios multicéntricos con las garantías suficientes de similitud en la población estudiada. Sin embargo APACHE II no es un sistema predictor perfecto, presentando errores de calibración importantes, fundamentalmente derivados de que un parámetro fundamental como es la procedencia de los ingresos no fue tenido en cuenta. Así, en estudios posteriores [20] se comprobó la asociación independiente entre el origen del ingreso y la mortalidad, siendo APACHE buen predictor en los pacientes ingresados directamente desde urgencias pero infravalorador en los pacientes ingresados desde planta convencional de hospitalización o que procedían de otros hospitales.

APACHE III es la última revisión realizada de esta escala de valoración de la gravedad [21-23], que perfecciona los defectos detectados previamente, especialmente el origen de los ingresos e incrementa las categorías de tipos de enfermedad. Las variables fisiológicas también han sido modificadas, al igual que la puntuación que reciben en función de su peso predictivo. El desarrollo de los coeficientes para el cálculo de la probabilidad de muerte no se encuentra disponible en la literatura, siendo necesaria la adquisición de un sistema de información clínica informático para su utilización, lo que ha limitado de forma significativa su difusión y utilización a nivel internacional.

SAPS (Simplified Acute Physiology Score)

Es una versión simplificada del apartado de afectación fisiológica aguda de APACHE, desarrollado en 8 UCIs polivalentes de Francia [24], que permite mediante la valoración de datos clínicos sencillos y habituales en la clínica rutinaria de la UCI establecer un índice de gravedad y una estimación pronóstica.

Al igual que APACHE II, SAPS requiere datos de las primeras 24 horas de estancia en UCI, siendo estas variables las siguientes:

    • Edad
    • Frecuencia cardiaca
    • Presión arterial sistólica
    • Temperatura corporal
    • Débito urinario
    • Hematocrito
    • Recuento leucocitario
    • Glucosa plasmática
    • Urea plasmática
    • Potasio plasmático
    • Sodio plasmático
    • Bicarbonato sérico
    • Glasgow Coma Score

Sumando la puntuación de estas variables puede obtenerse una estimación de mortalidad:

Puntos SAPS

Mortalidad %

5-6

10,7±4,1

7-8

13,3± 3,9

9-10

19,4± 7,8

11-12

24,5± 4,1

13-14

30,0± 5,5

15-16

32,1± 5,1

17-18

44,2± 7,6

19-20

50,0± 9,4

≥21

81,1± 5,4

Al igual que sucedió con APACHE, SAPS también sufrió modificaciones para mejorar su rendimiento, incrementando los parámetros valorados hasta 15 variables y con puntuaciones mas ajustadas a su peso estadístico.

SAPS II [25-26] se validó mediante un gran estudio internacional en el que se incluyeron 13.152 pacientes de 137 UCIs europeas y norteamericanas. A las variables valoradas en SAPS se añaden parámetros de disfunción hepática, renal y respiratoria, tipo de paciente (médico, quirúrgico programado o quirúrgico urgente), presencia de SIDA, neoplasias hematológicas o tumoraciones metastásicas [Apéndice II].

En el gráfico 1 puede comprobarse como la previsión de mortalidad hospitalaria por SAPS II (%) sigue una curva de incremento significativo de la mortalidad asociada al incremento en la puntuación de SAPS II con una morfología sigmoidea, siendo únicamente los valores bajos y los extremadamente altos poco expresivos de cambios significativos en el % de mortalidad prevista.

MPM (Mortality Probability Model)

Se desarrolló en un único hospital, con una muestra de 755 pacientes, asignando valores a los parámetros con capacidad predictiva de mortalidad hospitalaria mediante regresión logística [27]. Su modificación posterior (MPM II) se basó en un estudio internacional con 12.610 pacientes y fue validado en otra muestra posterior de 6.514 pacientes [28].

A diferencia de los indicadores previos, MPM utiliza variables clínicas simples, obtenidas en el momento del ingreso (MPM0) y a las 24 horas del mismo (MPM24), además de la edad y el estado de salud previa.

Las variables utilizadas en MPM0 son:

Edad

Alteración fisiológica aguda:

  • Coma o estupor

  • Frecuencia cardiaca ≥ 150 ppm.

  • Tensión arterial sistólica ≤ 90 mmHg

  • Ventilación mecánica

  • Fracaso Renal Agudo

  • Arritmias cardiacas graves

  • Accidente cerebrovascular

  • Sangrado gastrointestinal

  • Efecto masa craneal

  • Reanimación cardiopulmonar previa al ingreso

Estado crónico de salud:

  • Insuficiencia renal crónica

  • Cirrosis

  • Neoplasia metastásica

Tipo de paciente:

  • Paciente médico o quirúrgico urgente

MPM24 utiliza algunos de los parámetros de ingreso y valora los cambios evolutivos en las primeras 24 horas de tratamiento en UCI. Las variables utilizadas son:

Edad

Parámetros evaluados al ingreso:

  • Cirrosis

  • Neoplasia metastásica

  • Efecto masa craneal

  • Paciente médico o quirúrgico urgente

Parámetros evaluados a las 24 horas de tratamiento:

  • Coma o estupor profundo a las 24 horas

  • Creatinina > 2 mg/dl

  • Infección confirmada

  • Ventilación mecánica a las 24 horas del ingreso

  • PO2 < 60 mmHg

  • Tiempo de Protrombina

El MPM valora la presencia o no de las variables descritas previamente y les asigna una puntuación en función de su peso estadístico, lo que permite una estimación de la probabilidad de supervivencia de forma directa.

La realización de MPM seriada de forma diaria (MPM 24, MPM 48, MPM 72) permite discernir si la evolución del paciente es adecuada a las medidas terapéuticas aplicadas; así, un paciente que pese al tratamiento intensivo mantenga coeficientes de MPM estables incrementa su probabilidad de muerte de forma significativa [29].

Existen pocos estudios que hayan comparado la rentabilidad de estos tres sistemas pronósticos generales, Lemeshow y Le Gall [26] en una revisión de la literatura existente concluyen que tanto APACHE III, SAPS II y MPM II tienen un desarrollo adecuado y una capacidad pronóstica contrastada que justifica su utilización en UCI para la estratificación del nivel de gravedad de la población atendida, su probabilidad de muerte y con ello la posibilidad de establecer un control de calidad asistencial interno y comparativo con otras unidades, y la participación en estudios multicéntricos. Posteriormente Castella y col. [30] desarrollaron un gran estudio multicéntrico con 14.745 pacientes en el que compararon todos los sistemas de valoración de la gravedad APACHE II-III, SAPS I-II y MPM I-II en el que se pudo comprobar como todas las versiones más modernas superaban claramente a sus predecesoras en cuanto a fiabilidad predictiva.

Con los sistemas actuales de APACHE, SAPS y MPM es posible obtener una especificidad superior al 90% para predecir la supervivencia, pero con una escasa sensibilidad para predecir la muerte, lo que las hace insuficientes como para adoptar medidas limitantes de ingreso o de esfuerzo terapéutico en casos individuales. Todos los sistemas que utilizan variables obtenidas en las primeras 24 horas de evolución del paciente en UCI únicamente dan información transversal de la situación clínica inicial y no tienen en cuenta la posible respuesta adecuada al tratamiento en días posteriores. De igual modo, los sistemas evolutivos pueden influir de forma negativa en la actitud de lucha por el paciente al obtenerse puntuaciones sugestivas de deterioro en la probabilidad de supervivencia e inducir limitaciones  asistenciales no adecuadas.

5. Sistemas de valoración de la gravedad en pacientes sépticos

Los sistemas generales de valoración de la gravedad en pacientes críticos desarrollados previamente (APACHE, MPM y SAPS), aunque ampliamente aceptados y utilizados, no fueron pensados específicamente para pacientes sépticos.

SOFA (Sepsis-related Organ Failure Assessment)

El Grupo de Trabajo de problemas relacionados con la sepsis de la Sociedad Europea de Cuidados Intensivos, desarrolló una escala específicamente diseñada para la valoración de la afectación multisistémica derivada de la agresión infecciosa [31], el sistema SOFA (Sepsis-related Organ Failure Assessment).

Este es un sistema sencillo, que utiliza parámetros asequibles en la práctica clínica diaria para identificar la disfunción o fracaso de los órganos fundamentales como consecuencia de la sepsis. Fue desarrollado en una reunión de expertos y la valoración de las alteraciones fisiológicas como respuesta a la agresión séptica fue puntuada por consenso entre ellos. A pesar de esta subjetividad inicial, la calibración de SOFA es correcta y se ajusta adecuadamente a la evolución posterior del paciente como se demostró posteriormente en un estudio internacional, multicéntrico, con 1.449 pacientes [32].

Los órganos o sistemas valorados por SOFA son 6: aparato respiratorio, hemostasia, función hepática, sistema cardiovascular, sistema nervioso central y función renal. Todos los órganos son puntuados entre 0 y 4 en función de la variación respecto a la normalidad, considerándose disfunción cuando los valores obtenidos difieren escasamente de la normalidad (puntos 1-2), mientras que se considera fracaso orgánico (puntos 3-4) cuando la variación de la normalidad es significativa o se requieren medidas de soporte artificial mecánico o farmacológico para su control. [Apéndice III].

A pesar de que SOFA fue diseñado como un “descriptor” de la afectación evolutiva de la sepsis en el organismo, actualmente es aplicado frecuentemente como “predictor” evolutivo y de mortalidad. Así, la mortalidad observada es directamente proporcional a la puntuación obtenida, desde un 8% con 2-3 puntos SOFA hasta prácticamente el 100% si se superan los 12 puntos.

Muy interesante es la aplicación evolutiva de SOFA (Sequential Organ Faliure Assessment), que permite hacer un seguimiento de la afectación orgánica del paciente y valorar la respuesta a las medidas terapéuticas aplicadas [32-33] al igual que se hacía con MPM. En el estudio de Ferreira y col. [33] se comprueba como el incremento en la puntuación SOFA de las primeras 48 horas, reflejo de mala respuesta al tratamiento inicial, predice una mortalidad de al menos el 50% independientemente de la puntuación inicial. Del mismo modo la puntuación máxima en la escala SOFA, obtenida por un paciente durante su estancia en UCI, es igualmente reflejo de un deterioro funcional multiorgánico claramente relacionado con la mortalidad. Con puntuaciones máximas SOFA durante la estancia en UCI superiores a 15 la mortalidad esperada es superior al 90%, con una sensibilidad del 30,7%, una especificidad del 98,9% y una correcta clasificación del 84,2% [32].

MODS (Multiple Organ Dysfunction Score)

Es otra escala de valoración de la gravedad de los pacientes críticos basada en la afectación orgánica derivada de la agresión [34].

Esta escala, que al igual que SOFA puede ser realizada de forma progresiva durante la estancia del paciente en UCI, permite una visión evolutiva de la enfermedad y su repercusión sobre la fisiología en función de la respuesta al tratamiento y la capacidad de recuperación funcional del paciente.

Los órganos y sistemas valorados por MODS son la función respiratoria, función renal, función hepática, sistema cardiovascular, hemostasia y estado neurológico [Apéndice IV], a los que se les asigna una puntuación entre 0 y 4 en función de la desviación respecto a la normalidad.

Con el sumatorio de los puntos obtenidos puede calcularse la probabilidad de muerte del paciente como se desarrolla en la tabla siguiente:

MODS: Disfunción orgánica múltiple y mortalidad

Puntuación

Mortalidad (%)

0

0

1-4

1

5-8

3

9-12

25

13-16

50

17-20

75

>20

100

*Datos derivados de Marshall JC y col. Crit Care Med 1995; 23: 1638-1652

Ambos sistemas de valoración de la disfunción orgánica SOFA y MODS fueron comparados por Peres Bota y col. en 2002 [35] en un estudio observacional prospectivo con 949 pacientes, no apreciándose diferencias significativas en la predicción de mortalidad de ambas escalas. APACHE II presentó un valor predictivo similar a SOFA y MODS en todos los pacientes.

SOFA presentó una mejor calibración que MODS para la disfunción cardiovascular, tanto al ingreso como en los diferentes periodos evolutivos del estudio (48 horas, 96 horas, puntuación máxima y del último día en UCI), siendo el resto de órganos estudiados similares en cuanto a calibración. Por tanto, los pacientes que presentan shock son mejor calibrados con SOFA, dato de interés ya que es una situación clínica frecuente en los pacientes críticos en general y probablemente más en los pacientes sépticos.

IPS (Infection Probability Score)

El uso de SOFA para la valoración de la disfunción orgánica en pacientes sépticos fue la idea original de sus diseñadores, pero dada su correcta calibración como predictor evolutivo de gravedad y mortalidad ha sido incluido en escalas diseñadas para la predicción del riesgo infeccioso, como complicación evolutiva, en pacientes no sépticos. Así, Bota y col. [36] describieron una nueva escala “Infection Probability Score” (IPS), destinada a estratificar a los pacientes en función del riesgo infeccioso, con el objetivo de identificar de modo precoz a aquellos con un riesgo incrementado. Esto permitiría la adopción  de las medidas necesarias para un diagnóstico precoz y no demorar el inicio de un tratamiento antiinfeccioso, con consecuencias muy negativas para el paciente. Del mismo modo, aquellos pacientes que presenten un riesgo bajo infeccioso pueden beneficiarse de la no realización de técnicas diagnósticas innecesarias (radiografías, cultivos microbiológicos, etc.) añadiendo además una reducción de costes.

Esta escala de probabilidad de sepsis se desarrolló a partir de un primer estudio prospectivo sobre 353 pacientes, que fue validado posteriormente con 140 pacientes más. Las variables incluidas en la escala son: temperatura corporal, frecuencia cardiaca, frecuencia respiratoria, cifra de leucocitos, proteína C reactiva y puntuación SOFA.

Puntuación de probabilidad de infección (puntos IPS)

 

0

1

2

3

6

8

12

Tª corporal ºC

≤ 37,5

 

> 37,5

 

 

 

 

FC (ppm)

≤ 80

 

 

 

 

81-140

> 140

FR (rpm)

≤ 25

> 25

 

 

 

 

 

Leucocitos (x103/mm3)

5-12

> 12

 

< 5

 

 

 

PCR (mg/dl)

≤ 6

 

 

 

> 6

 

 

SOFA score

≤ 5

 

> 5

 

 

 

 

El punto de corte se estableció en 13 puntos con un valor predictivo positivo de 72,2% y un valor predictivo negativo del 95,9%. Es decir, un paciente con un IPS < 14 puntos tiene escasas posibilidades de estar infectado.

De los parámetros analizados, la frecuencia respiratoria se mostró como un valor con escaso valor predictivo ya que se ve influenciada por múltiples factores en los pacientes críticos, y la ventilación mecánica interfiere con frecuencia en su valoración. Igualmente, la cifra de leucocitos es mal predictor, ya que la leucocitosis puede ser debida a gran número de situaciones de stress, por el contrario la leucopenia si mostró una mejor calibración en los pacientes sépticos.

En esencia, el IPS es una herramienta de fácil realización, que no requiere determinaciones especiales y que presenta fundamentalmente un buen valor predictivo negativo, lo que nos permitirá evitar técnicas diagnósticas y tratamientos antibióticos innecesarios con sus consecuencias económicas y microbiológicas.  

6. Puntos clave
  • Necesidad de unificar criterios diagnósticos y definir la gravedad en función de parámetros clínico-biológicos consensuados.

  • Integrar la enfermedad infecciosa en el contexto del paciente (predisposición, comorbilidades y respuesta a la agresión).

  • La gravedad de la disfunción orgánica, como respuesta a la agresión infecciosa, es el principal marcador pronóstico (SRIS a sepsis, a sepsis grave, a shock séptico).

  • La evaluación de la gravedad de los pacientes críticos, mediante escalas validadas, es imprescindible para establecer estudios comparativos internos y entre poblaciones diferentes. Actualmente son consideradas herramientas de gestión y control de calidad en UCI.

  • Los sistemas generales de evaluación de la gravedad internacionalmente más difundidos son APACHE, SAPS y MPM.

  • APACHE, SAPS y MPM, en sus versiones más modernas presentan una buena fiabilidad predictiva, claramente superior a sus versiones predecesoras. Todos ellos permiten establecer una estimación pronóstica y un cálculo de mortalidad teórica contrastados.

  • APACHE III es la escala de gravedad más completa, pero su limitación fundamental estriba en que su desarrollo completo no se  encuentra disponible en la literatura.

  • SAPS y APACHE requieren un margen mínimo de tiempo de 24 horas para establecer una previsión pronóstica, mientras que MPM puede establecerla desde el mismo momento del ingreso.

  • MPM tiene carácter evolutivo, pudiéndose realizar en periodos progresivos de 24 horas. La estabilidad en la puntuación de MPM pese al tratamiento supone un incremento en la probabilidad de muerte significativo.

  • SOFA y MODS son los dos sistemas de evaluación de la gravedad basados en la repercusión sobre la función orgánica de la agresión, infecciosa o no infecciosa, más utilizados internacionalmente. Ambos tienen una capacidad predictiva similar a APACHE II.

  • SOFA fue diseñado específicamente para pacientes sépticos pero actualmente es utilizado de forma genérica para todos los pacientes críticos.

  • MODS calibra peor la disfunción hemodinámica (respecto a SOFA), lo que hace que esta escala tenga menos aplicación en pacientes sépticos.

  • IPS es una escala interesante en la predicción de riesgo infeccioso para pacientes críticos, basada en parámetros sencillos y asequibles en la práctica clínica habitual.

  • Las escalas de valoración de la gravedad tienen una buena capacidad predictiva de mortalidad/supervivencia global pero escasa sensibilidad individual, por lo que hay que ser cauto en la interpretación individualizada de un pronóstico.

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Roberto Reig Valero
Hospital General de Castellón
©REMI, http://remi.uninet.edu. Marzo 2005.

Palabras clave: Sepsis, Escalas de gravedad, Pronóstico.

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última modificación: 01/07/2007