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    Tratamiento con 
    hidrocortisona  en el shock 
    séptico 
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    Evidencia 
    científica, guías de práctica clínica y protocolos asistenciales 
    La mortalidad del shock séptico se mantiene en el 50%, 
    idéntica a la de la rotura de un aneurisma de aorta abdominal. En los últimos años, sin embargo, 
    se ha demostrado la eficacia de distintas medidas terapéuticas, 
    como la resucitación precoz guiada por objetivos (saturación venosa central 
    de oxígeno), la proteína C activada y la hidrocortisona. La sepsis es una 
    entidad clínica compleja, y su tratamiento debe abarcar un conjunto de 
    medidas que aisladamente 
    no son suficientes para mejorar los resultados. Por contra, la aplicación de 
    dichas terapias de forma conjunta y protocolizada se ha mostrado muy 
    efectiva en una variedad de contextos clínicos [1, 2]. 
    La evidencia científica
    a favor de la eficacia de 
    cada una de las medidas individuales no es la mejor posible [3], por lo que es 
    necesario continuar la
    investigación, dirigida
    fundamentalmente a definir las condiciones óptimas de aplicación de cada 
    tratamiento. Esta actitud de inquietud investigadora
    debe ser compatible con una práctica clínica disciplinada, traducida 
    en el cumplimiento de protocolos asistenciales basados en
    las recomendaciones y guías de práctica clínica. El papel y las 
    condiciones de aplicación 
    de los principales elementos terapéuticos de la 
    sepsis grave y el shock séptico (resucitación, proteína C activada, 
    hidrocortisona, control de las glucemias) están
    siendo revisados
    a la luz de 
    los datos más recientes aportados por nuevos  estudios. 
    ¿Cuál es el papel   
    actual de la hidrocortisona en el 
    tratamiento del shock séptico? 
    Uno de los aspectos controvertidos 
    del tratamiento del shock séptico es el uso de hidrocortisona. Las guías de 
    práctica clínica recomiendan el tratamiento con hidrocortisona a dosis de 
    200 a 300 mg/día durante 7 días en los pacientes con shock séptico que permanecen 
    dependientes de fármacos vasoactivos para mantener la tensión 
    arterial después de una adecuada resucitación 
    con volumen, y se considera opcional el uso de pruebas de función suprarrenal 
    para guiar el tratamiento, así como la adición de fludrocortisona por vía 
    enteral [4]. El estudio de Annane y col. 
    [5] y dos metaanálisis de los estudios 
    publicados [6, 7] han 
    mostrado que dicho tratamiento aumenta y acelera 
    la reversión del estado de shock y reduce la mortalidad, 
    siendo los determinantes de dicho efecto beneficioso el uso de dosis "bajas" 
    y la prolongación del tratamiento durante varios días. 
    El estudio CORTICUS, aún no publicado pero ya concluido, ha 
    puesto en entredicho los anteriores resultados, al no encontrar una reducción de la 
    mortalidad y cuestionar la utilidad de la prueba de ACTH para guiar el 
    tratamiento con hidrocortisona, aunque confirma la respuesta 
    hemodinámica favorable al tratamiento [8, 9]. La 
    principal diferencia entre el estudio de Annane y col. y el CORTICUS es que ambos incluyeron un diferente espectro de 
    pacientes, siendo la gravedad de los incluidos en el primero mucho mayor que 
    la de los del segundo, como atestigua la 
    mortalidad de los grupos placebo: 61% en el de Annane, 31% en el CORTICUS. 
    Este aspecto es fundamental, y restringe el tratamiento con hidrocortisona a 
    los pacientes con shock séptico y mayor riesgo de muerte. 
    ¿Cómo podemos seleccionar los 
    pacientes con shock séptico y alto riesgo de muerte para iniciar el 
    tratamiento con hidrocortisona? 
    A este respecto,  hay que 
    destacar que 
    la evolución del estado hemodinámico en las primeras 24 horas de la sepsis 
    grave es crítica para la supervivencia [10, 11, 12]. Muchos pacientes que requieren 
    fármacos vasoactivos inicialmente (durante la fase de resucitación) 
    presentan una mejoría hemodinámica importante en las primeras 24 horas, en 
    respuesta al tratamiento (fluidoterapia, drenaje del foco infeccioso, inicio 
    del tratamiento antibiótico, etc.); dichos pacientes presentan una 
    mortalidad muy inferior que los pacientes que en esas primeras 24 horas no 
    presentan mejoría hemodinámica o empeoran. 
    Levi B. y col. [10] estudiaron 110 pacientes con shock 
    séptico que tras una adecuada resucitación con volumen fueron tratados con 
    dopamina hasta 20 mcg/kg/min. Si con esta dosis no se consiguió una tensión 
    arterial media superior a 70 mm Hg, se cambió el tratamiento por adrenalina 
    o noradrenalina, y el shock séptico se consideró resistente a la dopamina. 
    El 60% de los pacientes fueron resistentes a dopamina, y la mortalidad en 
    este grupo fue del 78% comparada con el 16% en el grupo sensible a la 
    dopamina (p = 0,0006). En el análisis multivariante los predictores 
    independientes de muerte fueron: resistencia a la dopamina (OR 9,5; IC95%: 
    3-25), lactato arterial >3,5 mmol/L (OR 1,75; IC95%: 1,06-2,55) y SOFA > 10 
    (OR 1,40; IC95%: 1,07-2,12). La combinación de resistencia a dopamina y 
    lactato elevado aumentó la exactitud pronóstica. Los datos indican 
    claramente que la ausencia precoz de respuesta hemodinámica al tratamiento 
    con fármacos vasoactivos indica un riesgo elevado de muerte. 
    Levy MM. y col. [11] estudiaron la evolución precoz de la 
    función cardiovascular y de otros órganos en una muestra de 1.036 pacientes 
    con sepsis grave procedente de los grupos control de dos ensayos clínicos 
    recientes, con una mortalidad global a los 28 días del 31%, encontrando que 
    la probabilidad de supervivencia aumentó cuando hubo mejoría durante el día 
    siguiente a la obtención de la puntuación SOFA basal en la función 
    cardiovascular (OR 0,33; IC 95% 0,18-0,59; p = 0,001), renal (OR 0,30; IC 
    95% 0,17-0,52; p < 0,0001) y respiratoria (OR 0,56; IC 95% 0,35-0,91; p = 
    0,0469). Los pacientes sin necesidad inicial de fármacos vasoactivos que 
    seguían sin precisarlos a las 24 horas tuvieron una mortalidad del 20%; los 
    que pasaron a requerir dosis moderadas de fármacos vasoactivos tuvieron una 
    mortalidad del 37%, y los que pasaron a necesitar dosis altas tuvieron una 
    mortalidad del 58%. Igualmente, los pacientes que requerían al inicio dosis 
    altas de fármacos vasoactivos y seguían necesitando dosis altas a las 24 
    horas tuvieron una mortalidad del 41%, mientras que si pudieron reducir o 
    suprimir dicha medicación tuvieron una mortalidad del 20%. El estudio indica 
    claramente que la necesidad de mantener dosis altas de fármacos vasoactivos 
    o de aumentar las dosis en las primeras 24 horas indica un alto riesgo de 
    muerte. 
    Nguyen y col. [12] estudiaron 111 pacientes con sepsis 
    grave y shock séptico, con una mortalidad global del 42%, encontrando que 
    los pacientes que presentaron una reducción de las cifras de lactato 
    inferior al 10% en las primeras seis horas desde el inicio de la 
    resucitación tuvieron una mortalidad del 68%, frente a un 32% de los 
    pacientes en que el lactato se redujo en más de un 10% con respecto a las 
    cifras basales. 
    Los hallazgos  de los 
    anteriores estudios indican el camino 
    a seguir para el tratamiento con hidrocortisona en el shock séptico: no 
    estaría indicado en las fases iniciales de la resucitación, y sí en los 
    pacientes en que persiste el shock sin mejoría, o necesitan dosis crecientes 
    de fármacos vasoactivos en las horas siguientes, o tienen un 
    aclaramiento de lactato insuficiente en las primeras seis horas. Estas 
    recomendaciones son consistentes 
    con el lugar asignado a los corticoides en los paquetes de medidas 
    propuestos en la campaña sobrevivir a la sepsis, después de las primeras 6 
    horas y dentro de las primeras 24 horas, y tienen en cuenta tanto los 
    resultados del CORTICUS como de los estudios anteriores. La hidrocortisona no es una bala 
    mágica, ni se puede esperar de ella una respuesta rápida y  
    espectacular: más 
    bien su efecto es gradual y mantenido, apreciable en los días siguientes, 
    como han mostrado los ensayos clínicos, y no en las primeras horas.  Es un error  
    por tanto administrar corticoides 
    antes de completar la resucitación, o en pacientes que no están en situación 
    de shock séptico: no existe ningún dato que avale su eficacia en estos 
    contextos. 
  
    
      | 
         Tabla: Criterios que indican precozmente riesgo alto 
        de muerte en el shock séptico 
       | 
     
    
      | 1. Resistencia a dopamina (necesidad de 20 
      mcg/kg para conseguir PAM 70 mm Hg) | 
     
    
      | 2. Necesidad de iniciar o 
      aumentar la dosis de fármacos vasoactivos tras la resucitación | 
     
    
      | 3. Necesidad de dosis "altas" (*) de fármacos 
      vasoactivos para mantener la tensión arterial | 
     
    
      | 4. Aclaramiento de lactato 
      ausente o inferior al 10% | 
     
    
      
      * Dosis "altas" de fármacos vasoactivos: puntuación SOFA cardiovascular de 
      4: dopamina > 15 mcg/kg/min o noradrenalina > 0,1 mcg/kg/min 
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    Eduardo Palencia Herrejón 
    Hospital Gregorio Marañón, Madrid 
    ©REMI, http://remi.uninet.edu. 
    Diciembre 
    2006. 
    
    Palabras clave:  Shock séptico, Insuficiencia 
    suprarrenal, Hidrocortisona, Tratamiento. 
     
    
    
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