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Revista Electrónica de Medicina Intensiva
Carta abierta. Vol 3 nº 6, junio 2003.
Autores: Demetrio Carriedo Ule, y
Médicos Intensivistas de la SCLMICYUC (*)

 

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Comentarios recibidos

Volver a "Carta abierta a los intensivistas españoles"

 
  1. Gloria Forés Moreno

  2. Baldomero Jimeno Torres: "Deterioro de la Medicina Intensiva"

  3. María José Linares Gil: "No siempre el enemigo viene de fuera"

  4. Joan Cardona Peretó

  5. Luis Alberto Ceruto Santander: "Comentario de un cubano"

  6. Vicente Gómez Tello: "Sí, pero con autocrítica"

  7. Juan Carlos Montejo González

  8. Eduardo Mora

  9. Eduardo Palencia Herrejón: "Autocrítica sí, autoestima también"

  10. Carlos Antón Tomás

  11. Patricia Santa Teresa Zamarro

  12. Alejandro F. Luque Coqui

  13. Carmen Gomar

  14. Concepción Madurga Gil: "Cuidados críticos"

  15. Beatriz Sánchez Artola: "Realización armónica, pero sin supresiones"

  16. Jose Manuel Añón Elizalde


Comentario nº 1: Gloria Forés Moreno

Soy médico anestesista, dedicada desde hace años a la atención al paciente crítico, en unidades gestionadas por anestesia. Las reflexiones hechas en este foro sobre la especialidad de intensivos, sobre su futuro y sobre todo, sobre su pugna con otras especialidades, especialmente la mía, me producen un profundo pesar.

Primero porque tengo buenos amigos en intensivos, segundo porque tengo buenas relaciones personales y profesionales con mis compañeros intensivistas del hospital y tercero, porque duele ver como un colectivo de especialistas, muy capacitados y con muchos años de formación, se sienten amenazados.

Sin embargo, no puedo estar de acuerdo con afirmaciones como el "robo de cartera de servicios" al referirse al control del postoperatorio de pacientes de alto riesgo o pacientes politraumatizados. Nuestra formación como especialistas también nos capacita para realizar estas funciones, que por otro lado, están reconocidas en la ley de especialidades, como parte de nuestra capacitación profesional. Y desde mucho antes que surgiera la especialidad de Medicina Intensiva.

Por otro lado, me gustaría aclarar que en ningún foro de Anestesia-Reanimación al que haya asistido, y ya he asistido a muchos, he oído nunca expresiones de desprecio hacia la especialidad de Intensivos. Y ni mucho menos es un tema que se aborde en nuestros congresos. Para bien o para mal, tenemos muy claro donde estamos, cuales son nuestras competencias y nuestras capacitaciones y nuestros representantes en cada área de la especialidad intentan ir modelando nuestra formación y la estructura de nuestros servicios, con el fin de adaptarse a los cambios que las nuevas formas de gestión hospitalaria exigen.

La especialidad de Intensivos intenta crecer, ampliando su actividad en diferentes campos, todos aquéllos donde un paciente desarrolle o esté en riesgo de desarrollar una situación crítica; esto es comprensible y lícito. Sin embargo, casi todas las situaciones críticas tienen un substrato patológico de base, la mayoría de las veces encuadrable en algún órgano o sistema, del que también entienden otros especialistas.

Esta última reflexión intenta defender la teoría del conocimiento compartido. No me gusta pensar que el saber es poder, creo que el saber, el de todos, ha de estar al servicio del paciente y si esto es así, es fácil entender cómo los conocimientos de diferentes profesionales pueden solaparse, ¡pero nunca entrar en pugna!. En sumar y no en dividir deberíamos centrar nuestros esfuerzos, en beneficio de todos y fundamentalmente del paciente. No confundamos nuestro principal objetivo como médicos.

Una última reflexión; a veces cuando la preocupación atenaza, se pierde la objetividad, y se acusa de pasividad a unos y de conductas agresivas a otros, dando la impresión de una situación de "alerta roja". Como observador externo a la especialidad de Intensivos creo que no es precisamente pasiva la actitud de la SEMICYUC. Pero supongo que como el resto de las sociedades científicas han de velar por lo suyo en el marco de la legalidad. Y como observador interno desde la especialidad de Anestesia-Reanimación, nadie agrede a nadie, simplemente nos dedicamos a ejercer las tareas para las que nos hemos formado.

La adaptación a los cambios unas veces es difícil y otras hasta dolorosa, pero oponerse a ellos rara vez proporciona el éxito.

Gloria Forés Moreno
Servicio de Anestesia y Reanimación.
Hospital Gregorio Marañón, Madrid

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Deterioro de la Medicina Intensiva

Comentario nº 2: Baldomero Jimeno Torres

Me llama la atención en su carta la advertencia de que, como en otros campos, en los servicios especiales de 112 de algunas Comunidades Autónomas se valore exactamente igual nuestra especialidad que otras especialidades, como son la cardiología, la traumatología, la medicina de familia. Pero ésto no nos debe sorprender, pues hemos permitido que se consagre a nivel nacional. Como médico intensivista fue enorme mi sorpresa cuando, en la OPE extraordinaria, en las plazas de Facultativos de Urgencias de Atención Primaria la única especialidad a la que se reconocía 16 puntos era la de Medicina de Familia. Somos pocos los Intensivistas en los antiguos Servicios 061, actuales 112, pero la mayoría hemos realizado numerosas clases teórico-prácticas para nuestros compañeros, incluidos los médicos de Familia, que reconocían nuestra mayor preparación en diversas técnicas, como vías centrales, diagnostico y tratamiento de arritmias, utilización de fibrinolíticos, etc., tan necesarias en nuestras actuaciones.

Quizás todavía no sea tarde, pero hemos visto cómo nuestra sociedad científica no ha reivindicado la medicina de urgencias y emergencias extrahospitalaria, un ejemplo más de posiciones acomodadas y desidia que llevará a nuestra especialidad a su desaparición.

Creo sinceramente, que debemos unificar nuestro esfuerzos y reivindicar los numerosos campos de la medicina actual donde nuestra formación y preparación nos hacen ser de los profesionales mejor cualificados: posoperatorios críticos, urgencias, emergencias extrahospitalarias.

Baldomero Jimeno Torres.
Doctor en Medicina y Cirugía. Médico Especialista en Medicina Intensiva.
Emergencias Sanitarias de Extremadura 112.

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No siempre el enemigo viene de fuera

Comentario nº 3: María José Linares Gil

Apreciado compañero servidor de la sanidad pública española,

He leído tu carta con detenimiento y me llama la atención la fijación de algunas personas pertenecientes a vuestro colectivo en querer ver al anestesiólogo-reanimador y terapeuta del dolor (históricamente internista-intensivista del paciente quirúrgico y paciente en situación crítica de emergencia) como vuestro enemigo, y no analizar en profundidad los problemas inherentes a vuestra especialidad y la inclusión de España en la comunidad internacional después de 40 años de dictadura franquista (CEE) (España no iba a ser diferente "in eternis").

Vuestros problemas no tienen nada que ver con nosotros, los anestesiólogos, que asumimos nuestro trabajo con dignidad y responsabilidad, razón por la cual la necesidad de salas de reanimación postquirúrgicas o de cuidados intensivos quirúrgicos como prefieras llamarlos, existentes en toda  E uropa y  América y necesarias para realizar nuestro trabajo correctamente y de forma ética.

Quizás desconozcas nuestro trabajo y es por eso que nos ataques, dedicaré algo más de tiempo en explicartelo:

  1. Los Anestesiólogos somos médicos.

  2. Hemos accedido a la especialización mediante examen MIR.

  3. Durante los 4 años en mi caso 4 años y 3 meses de prórroga nos hemos especializado en anestesiología, reanimación y terapéutica del dolor en mi caso de los 4 años roté durante 4 meses por la UCI postquirúrgica (muy bien llevada por intensivistas que no desconocían nuestro trabajo y de los cuales tengo un grato recuerdo).

  4. Las situaciones de urgencia inmediata siempre eran atendidas bien por anestesiólogos o intensivistas, dependiendo de las unidades y de cada hospital.

  5. Nosotros somos responsables junto al especialista quirúrgico de la preparación preoperatoria, en nuestro caso nos responsabilizamos de compensar las enfermedades asociadas del paciente en el caso de que no lo estén, no dudamos de consultar si tenemos alguna duda con los especialistas que creamos pertinentes.

  6. Tenemos responsabilidad compartida con el especialista quirúrgico de las condiciones en que sometemos al paciente a la intervención quirúrgica, información al paciente y su familia de los riesgos anestésico-quirúrgicos, del tipo de anestesia y cuidados postoperatorios que va a necesitar y del pronóstico de nuestra actuación.

  7. No sé si sabes que nuestro trabajo no acaba con la salida del paciente del quirófano, también nos encargamos del alta de la sala de reanimación a la planta lo cual se tiene que realizar en las condiciones adecuadas de estabilidad cardiocirculatoria y respitatoria, que en ciertos pacientes requiere más tiempo del habitual, a veces días.

  8. Tambien nos encargamos de la analgesia postoperatoria mediante bombas de PCA en la cirugía que está indicada, siendo fundamental para la correcta recuperación del paciente en condiciones de bienestar.

  9. Tratamos las posibles complicaciones que puedan derivar del ejercicio de nuestro trabajo.

  10. Y por último somos protagonistas en las unidades del dolor crónico.

No sé si después de leer un somero resumen de lo que supone nuestro trabajo diario que ejercemos con orgullo y dignidad sigues opinando que somos tus enemigos.

Quizás si el tiempo que dedicas a meterte con los anestesiólogos (yo lo interpreto como prepotente) lo dedicaras a analizar fríamente cuál es el problema de vuestra especialidad y cuál es la solución de futuro, sacarías mejores conclusiones y no solo no te meterías con nuestro colectivo y nuestra sociedad, sino que seguro que alentarías a tus compañeros al diálogo y no a la guerra. Pactar siempre es mejor que cualquier guerra.

Un saludo cordial,

María José Linares Gil 
Especialista en Anestesiologia Reanimación y Terapeútica del dolor
Hospital de Viladecans, Barcelona

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Comentario nº 4: Joan Cardona Peretó

He leído tu carta abierta, y comprendo tus tribulaciones, pero debo puntualizar una serie de cosas:

Pertenezco a la SEDAR y a la SEMICYUC. Desde hace muchos años me dedico indistintamente a la atención tanto de los enfermos críticos de todas las categorías como a la anestesia en quirófano.

No es cierto que los intensivistas solos seáis los poseedores del pozo de la ciencia, debo recordarte que antes de la aparición de la Medicina Intensiva en España, ya habían servicios de Anestesia que cuidaban de los enfermos críticos. Nunca han dejado de hacerlo, esto no es una cuestión nueva, aunque evidentemente hemos aumentado nuestra presencia en el sector. Por otra parte legalmente estamos perfectamente capacitados para ello, y nuestros resultados asistenciales son impecables y por supuesto en muchos casos muy por encima del nivel medio de UCIS de M.I., entre otras cosas porque hemos trabajado para ello, cuando vosotros pensábais que lo teníais todo amarrado. A nivel de formación sí que reconocemos que nuestros residentes deben mejorar en algunos aspectos muy concretos, pero debo decirte que nada insalvables.

Creo que sería mejor solución para vosotros que os sentárais a hablar seriamente con la Sección de Críticos de la SEDAR, sin engaños ni mentiras como la vez anterior. Recordad que nosotros podemos hacer el camino que nos falta sin vosotros, aunque estamos dispuestos a buscar una solución negociada, pero no estáis en la mejor posición de fuerza en la actualidad.

Atentamente

Dr. Juan Cardona Peretó
Hospital Marina Alta. Denia (Alicante).

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Comentario de un cubano

Comentario nº 5: Luis Alberto Ceruto Santander

Bueno, en fin, me he leído todo en la intimidad de mi sanctum (el sitio en que estudio).

He meditado mucho. Nuestra situación es distinta desde el punto de vista de política de salud y de escuela.

Durante casi 15 años los intensivistas nos hemos formado a partir de otra especialidad. Yo soy clínico (internista) hace 20 años e intensivista hace 15. Nuestra familia no comenzó con especialistas sino con diplomados y cursos acreditativos de un año o más de duración. Hace apenas 4 años brotó como especialidad.

Pero...

A los cursos o diplomados de UCI teníamos acceso los especialistas, esto era un requisito. De manera que los alumnos de un diplomado éramos de diferentes ramas: medicina interna, cirugía, anestesia, neurología, cardiología, neurología, etc. Es decir, aquellas gentes que necesitábamos en algún momento de la UCI.

Esto nos nutrió de interdisciplinarismo (palabreja, creo que es inventada, pero que sirve). Es decir, los intensivistas no nos diferenciamos, sino que nos parecemos. Al hacernos intensivistas desde especialidades distintas, nos convertimos en especialistas que compartimos conocimientos y habilidades comunes.

Esta diversidad, que es la ley de la naturaleza y de la democracia, nos hace nutrirnos mutuamente constantemente. Es más, cuando conformamos una UCI, aspiramos a que tenga intensivistas provenientes de distintas especialidades. Esto en lugar de disgregar el pensamiento o el criterio, al contrario, lo mejora, lo hace más colectivo, más colegiado, más interdisciplinario. Cada cual ofrece lo mejor de sí por su especialidad específica, al mismo tiempo que habla la lengua de los intensivistas. Nadie se siente huérfano ni distinto ni mejor. Es decir, cada cual aporta su grano de arena y todos formamos parte de la misma piedra.

Creo que es cuestión de enfoque, de intereses creados y de una competencia triste que al final afecta al último que debía hacerlo, al paciente.

Sé que vivo en un país sui generis, pero nuestra realidad es ésta, innegable y arrolladora.

Los conflictos de ustedes, con todo el respeto del mundo y líbreme Dios de cometer una tontería al expresarme, son ajenos a nuestra realidad, pero no nos son ajenos en nuestro corazón.

Creo que sólo ustedes pueden resolverlo. Deben luchar por ello por el bien de la humanidad que se beneficia de lo mejor de todos ustedes y que a pesar de todas estas intrigas de Palacio reciben lo mejor de vuestros corazones.

Que nunca deje de ser así, es mi deseo y mi convicción.

Mi nombre es Luis Alberto Ceruto Santander. Soy jefe de una UCI que tuve el don cósmico de inaugurar hace 15 años y ahí sigo, tengo 49 años y le pido a Dios todos los que Él pueda concederme en plenitud para dar lo mejor que se pueda.

Amigos, compañeros de desgracia, hacen bien en ventilar estos conflictos, convérsenlos con la misma sinceridad con que lo hacen en esta lista. Háganlo luego cara a cara y verán que los que quieren la armonía perdurarán y los que no se irán disipando.

Gracias por permitirme este comentario. Me  siento intruso por extranjero, pero no por intensivista.

Ceru

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Sí, pero con autocrítica

Comentario nº 6: Vicente Gómez Tello

Apreciados suscriptores de REMI:

En primer lugar, comparto el sentir de Demetrio Carriedo y resto de compañeros de la SCLMICYUC.

A nivel institucional desconozco los esfuerzos, iniciativas, acuerdos o desacuerdos que la SEMICYUC, SEDAR, SEMES, hayan compartido o no en el pasado. Se me escapan los aspectos políticos, que deberán ser aclarados y explicados por sus responsables.

Desde mi limitada experiencia, y con el respeto que me merecen todos los participantes en esta discusión, yo haría las siguientes puntualizaciones, apelando a la autocrítica.

  1. El nivel competencial y la cartera de servicios que los intensivistas españoles tenemos en cada centro no depende sólo de nosotros, sino de la historia y circunstancias de ese hospital y de la influencia de otros especialistas. Existen centros donde las UCI realizan labores fuera de su ámbito (modelo andaluz con integración de la urgencia) y hospitales con nula presencia fuera de las puertas de la Unidad. ¿Es ésto culpa en concreto de alguien? La mayoría de las veces no; es resultado de una política impuesta o pactada previamente. Pero en ocasiones, es clara responsabilidad nuestra.

    Puedo hablar con conocimiento de causa. En mi etapa final de residente ví como los médicos adjuntos de mi Unidad, en un hospital puntero de Madrid, se negaron a asumir la Unidad Coronaria que los cardiólogos iban a abandonar. Las razones que se adujeron fueron: "estamos muy cansados; ya somos muy mayores; reciclarse ahora es terrible; pero ¿vamos a cobrar más?". De ese modo se perdieron de cuatro a cinco nuevos puestos de trabajo para las personas más jóvenes (entre ellos el mío), y la posibilidad de asumir una parcela de trabajo importante con peso específico en ese centro.

    Es conveniente repasar nuestras propias responsabilidades (incluso a título individual) en los problemas que sufrimos. Creo que, sin llegar a ser ni mucho menos una regla, nos abandonamos en una cierta complacencia ante la realidad que luego otros transforman de la noche a la mañana, para nuestro escarnio. Quien haya leído el libro "¿Quién se ha llevado mi queso?" sabe de qué hablo.
     

  2. En segundo lugar, estaremos de acuerdo que gran parte de nuestros problemas devienen del particular diseño de nuestra especialidad. Ante todo he de decir que yo no me considero un especialista quemado y que elegí Medicina Intensiva con conocimiento de causa tras realizar antes otra especialidad. Por tanto sabía qué me iba a encontrar.

    Pero nuestra especialidad tiene que cambiar para que podamos, de acuerdo a una carrera profesional, poder realizar otras labores que aprovechen nuestra experiencia y minimizen nuestro desgaste con los años. No es de recibo idealizar nuestra especialidad -que tiene un enfoque integral del enfermo -su principal riqueza- para enjugar quejas y frustraciones. Intensivos debe seguir existiendo como disciplina autónoma, pero su acceso debe necesariamente diversificarse para ofrecer un futuro más flexible. La ausencia de futuro y de calidad de vida produce, con razón o sin ella, el trasfondo de la carta del Dr. Carriedo.

No debemos buscar chivos expiatorios en políticos, gerentes, sociedades, y menos en nuestros compañeros de otras especialidades. Nuestro futuro también depende de nosotros. Debemos en cada hospital (porque no valen políticas generales desde la Sociedad), ponernos a pensar qué actividades podemos realizar, e incluso compartir con otros, para que nuestro peso específico se haga evidente. Seguro que encontramos soluciones. La política de "bunker" no es razonable. Aguzemos un poco el ingenio. Publicitemos con hechos nuestras capacidades y hagámonos conocer. No estamos acostumbrados a pensar en clave "empresarial" ni de marketing. Otros lo han hecho con éxito y no son superiores en talento. 

En mi centro, con la ventaja de ser un hospital privado, nosotros hemos asumido la Unidad de Reanimación y Cuidados Medios y estamos en proceso de ofertar una cartera de servicios al gerente. Nos podrá salir bien o mal, porque no somos utópicos, pero pensar estimula y es un buen remedio contra la autocompasión.

Agradezco a Demetrio el lanzar su alegato para reflexionar sobre este tema, el más vital ahora mismo en nuestra especialidad.

Vicente Gómez Tello
Unidad de Cuidados Intensivos.
Clínica Moncloa. Madrid

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Comentario nº 7: Juan Carlos Montejo González

Como intensivista, puedo decir que no me ha sorprendido leer la "carta abierta" de Demetrio Carriedo y comprobar el sentimiento de pesimismo que se desprende de la misma. Eso no es nuevo. Se lleva oyendo mucho tiempo...

Lo que sí es, al menos para mí, nuevo y bienvenido es el comentario que lanza Gloria Forés, colega en la Medicina aunque en una especialidad diferente. Cuando uno puede reflexionar desde la serenidad que proporciona el poder ver que en el "otro lado" hay planteamientos positivos, es entonces cuando uno se da cuenta de que, quizá, "sean muchas más las cosas que nos unen que las que nos separan". No creo ser el único intensivista de este reino que tenga que reconocer y agradecer las enseñanzas recibidas de anestesistas a lo largo de los años. Los anestesistas hacían cuidados intensivos antes de que nosotros llegásemos (no es anatema, es historia...). Lo único que pasó es que un grupo entusiasta de médicos de diversa procedencia decidió impulsar el conocimiento y la práctica clínica en Medicina Intensiva y crear, movidos, sin duda, por los más nobles intereses, una nueva especialidad médica en nuestro país. El desarrollo de la especialidad ha sido tan importante que hoy día la Medicina Intensiva española cuenta con un reconocimiento internacional que no admite discusión en el terreno científico y, probablemente, tampoco en el organizativo.

No obstante, la Medicina Intensiva ha venido funcionando desde su creación como especialidad sin haberse adaptado a los requerimientos que el entorno sanitario ha requerido: Una UVI actual puede que no se diferencie en mucho de una de hace 30 años si consideramos el espíritu de quienes allí trabajamos diariamente. Nadie más que los propios intensivistas tenemos la culpa de no habernos sabido adaptar a los cambios, salvo en entornos muy concretos.

Está claro que las actuales Unidades de Medicina Intensiva tienen problemas: plantillas sobredimensionadas y poco aprovechadas en muchos casos, políticas de "puerta cerrada" y "síndrome del castillo" en numerosas ocasiones, intensivistas "mayores" para el esfuerzo necesario en la atención continuada de los enfermos y algunos otros problemas que cualquiera puede descubrir. ¿Alguien cree sinceramente que una Unidad de Medicina Intensiva puede seguir funcionando hoy con el mismo esquema de hace 30 años?. Está claro que no, y también que la solución no es la de echarle la culpa a alguien "de fuera". La solución no pasa por otro camino que el de la adaptación. Por este camino marchan también otras especialidades médicas con las que habrá que dialogar y "hacer camino al andar". Al fin y al cabo, se supone que todos tenemos un objetivo común: conseguir que quien enferma no se muera antes de lo que debiera.

Si hay que defender algo, defendámoslo con pasión si se trata de algo que merece la pena. Pero no tiremos las piedras en la dirección equivocada...

Juan C Montejo
Medicina Intensiva
Hospital 12 de Octubre. Madrid.

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Comentario nº 8: Eduardo Mora

Resulta curioso que se acuerden de las urgencias hospitalarias y 061 cuando el paro en su especialidad amenaza a los nuevos especialistas que van terminando su preparación MIR. Si no hay más intensivistas en los servicios extrahospitalarios, quizá sea porque en el momento de la formación de estos servicios aparecieron más bien pocos interesados en formar parte de ellos. Por otra parte, a quien se extrañe de la puntuación otorgada a la especialidad de Medicina Familiar y Comunitaria en la OPE de Urgencias de Atención Primaria, le diré que es lo lógico, ya que habitualmente son las urgencias que se atienden en los centros de salud, es decir, muy de cuando en cuando algún paciente crítico que ha de ser atendido sin muchos medios y derivado vía 061 al servicio de urgencias hospitalario. Me cuesta imaginar que algún intensivista desee, después de 5 años de formación en atención al paciente crítico, recetar pomadas de corticoides para las dermatitis o amoxicilina para una amigdalitis.

Eduardo Mora
Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria
Servicio de Urgencias, Hospital de Figueres

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Autocrítica sí, autoestima también

Comentario nº 9: Eduardo Palencia Herrejón

Vaya por delante que suscribo al 100 % todos y cada uno de los comentarios de la "Carta abierta a los intensivistas españoles" de Demetrio Carriedo y otros compañeros de la SCLMICYUC. Coincido también con Vicente Gómez Tello, que sin duda ha puesto el dedo en la llaga, al plantear una autocrítica y hacer un llamamiento a la imaginación y el esfuerzo por ofrecer una propuesta atractiva como especialistas: estamos capacitados para ello. También estoy de acuerdo con Juan Carlos Montejo, en que la la única vía posible es el diálogo, el entendimiento. Pero el diálogo tiene que partir de la base del respeto. El sentido de mi carta, para no repetir lo que otros ya han dicho, es reflexionar sobre el respeto que nos debemos a nosotros mismos, y que los demás nos deben.

Existe una especialidad, que es la única legalmente reconocida en España, desde hace muchos años, que es la Medicina Intensiva, cuyo objetivo es la atención, no exclusiva, pero sí protagonista, del enfermo crítico. Esta especialidad tiene cinco años de periodo formativo, cinco años que están dirigidos, desde el primer al último día, a formar especialistas en Medicina Intensiva. Anestesiología y Reanimación (el dolor lo tratamos todos los médicos) es otra especialidad, legalmente establecida, con cuatro años de periodo formativo (de las más cortas en nuestro país), dirigidos a formar especialistas con un perfil bien distinto al de los intensivistas. Nadie puede pensar que se puede atender igual al enfermo crítico desde ambas especialidades. ¿tienen los anestesiólogos el doble de cerebro que nosotros, para, en cuatro años, ser capaces de aprender las complejidades de la anestesia, y, ¡además! estar preparados para atender a los enfermos críticos?.

Yo, como Vicente, soy intensivista por vocación: después de ser residente de Medicina Interna volví a pasar por segunda vez el examen MIR, para acceder a esta parcela de la medicina, la que me gustaba y me gusta. No soy de los más viejos, pero en aquella época apenas existían libros de la especialidad. Con mi escaso sueldo de residente me suscribí a la revista Critical Care Medicine, y cada año compraba los "Estados del Arte", recopilación de revisiones de la SCCM, y los "Goulon" franceses. Leía y admiraba las publicaciones de los primeros intensivistas españoles (Abizanda, Esteban de la Torre, Gómez Rubí, Vázquez Mata, y otros muchos), con un nivel que se me antoja que no hemos sabido reproducir muchos de los que hemos venido después. Desde entonces he estudiado, prácticamente a diario, para atender lo mejor posible a mis pacientes críticos. Y tengo muchas, muchas lagunas en su conocimiento.

Porque conozco mi esfuerzo y mis limitaciones, me produce sorpresa leer comentarios como el que pretende que se puede uno dedicar a atender "enfermos críticos de todas las categorías" y al mismo tiempo dedicarse a la anestesia en quirófano (¡qué envidia!), o el que dice "roté durante mi residencia en Anestesiología cuatro meses por una UCI postquirúrgica". Siento un profundo respeto hacia todos mis colegas de Anestesiología y Reanimación, y a ellos ese mismo respeto no se lo pido, se lo exijo.

Yo también roté en mi residencia por muchas especialidades que no son la mía, y lo hice durante tres meses por el Servicio de Anestesiología, como María José Linares rotó por una UCI, y ni se me ocurre, por respeto hacia mis colegas y hacia los pacientes, pensar que estoy capacitado para trabajar como anestesiólogo. Y quien lo dice sabe manejar la vía aérea, muchos de los fármacos anestésicos, muchos de los aparatos anestésicos, hojea desde siempre varias de sus revistas. Sé que su trabajo es de una gran complejidad y exige una gran preparación, unos conocimientos profundos y una actualización constante en los mismos. ¿me permitirán hacer un curso puente de unos meses para reciclarme como anestesiólogo?. La Medicina ha evolucionado, lo hace cada día a mayor ritmo, a un ritmo endiablado, y cada vez somos capaces de abarcar menos. Amigo Joan Cardona, sé que eres un profesional preparado, pero no creo que puedas dedicarte a la vez a la Anestesia y los Cuidados Intensivos indistintamente con todas las garantías que la medicina moderna exige. Y eso no quiere decir que no puedas atender enfermos críticos, seguro que sí. Pero si te dedicas a ellos, con todas sus consecuencias, te quedarás irremediablemente atrasado en conocimientos relacionados con la Anestesiología, y si te dedicas a ésta, no sabrás manejar adecuadamente a los enfermos críticos.

Que la Medicina Intensiva es una especialidad "con todas las de la Ley", es una cosa que nadie pone en cuestión; y si alguien lo hace, es que se toma muy a la ligera su profesión, se exige muy poco a sí mismo, o no sabe de lo que está hablando. Las discrepancias surgen cuando se plantea cuál es el sistema idóneo para su formación. En España, la Medicina Intensiva es una especialidad primaria, lo cual quiere decir que es desde el principio independiente de otras, y se dirige en exclusiva desde el primer momento a formar en la atención del enfermo crítico. ¿es éste el sistema idóneo? Yo creo que sí, pero no me considero poseedor de la verdad absoluta. Se puede estudiar y dialogar sobre la oportunidad de cambiar el sistema de especialidades en España; si se cambia, los que quieran acceder a la especialidad de Medicina Intensiva, tendrán que seguir los pasos que marque la Ley, que serán iguales que ahora o distintos. Pero nada de componendas, por respeto a la sociedad y a la profesión.

No tienes razón, Gloria, amiga, cuando dices que no se oyen en los foros de Anestesia expresiones de desprecio hacia mi especialidad. Los residentes de primer año de Anestesiología, según he ido oyendo a los míos año tras año, las pronuncian. Antes de aprender lo que es el propofol muchos ya han aprendido que la especialidad de Medicina Intensiva en España va a desaparecer, que ellos serán los intensivistas del futuro. Quizá no saben que eso mismo se lleva oyendo desde hace dos décadas. O quizá no sepan que nadie les va a regalar nunca ningún título, que tendrán que ganárselo con una formación completa, larga y continuada, al menos tan completa y larga como la que hemos tenido nosotros, porque la medicina nunca va a dar pasos atrás.

Parece que la SEDAR está pensando en alargar el tiempo de formación en la especialidad de Anestesiología y Reanimación a cinco años, porque es ahora mismo de las especialidades con periodo de formación más corto, y, posiblemente, aspire a, con un año más, el sexto, acceder a la subespecialización en Medicina Intensiva. Esta pretensión violentaría profundamente la realidad española, en base a unos intereses particulares, dejando en la estacada a los actuales especialistas, que son los únicos legalmente reconocidos y profesionalmente preparados.

Y si la SEDAR pretendiese arrogarse la representatividad de los Cuidados Intensivos españoles en Europa, esa pretensión supondría una usurpación en toda regla, porque los únicos que podemos representarla somos los intensivistas españoles. Que en los foros europeos sean miembros de la SEDAR los que representando a nuestro país discutan el futuro de la especialidad de Medicina Intensiva en Europa, donde no estamos representados los especialistas españoles sería, sencillamente, intolerable.

En estas páginas se publicó hace pocos meses un comentario de un anestesiólogo español, representante de su especialidad en Europa, miembro de la "Sección de Críticos" de la SEDAR, que nos dedica al colectivo de intensivistas españoles no una, sino varias frases despectivas, por no decir insultantes: "los intensivistas 'primarios' españoles pretenden ignorar la realidad", "pretender mantener en España una especialidad primaria de Medicina Intensiva es ir contra la construcción europea"; nos acusa de engañar a nuestros residentes, y termina con la amenaza nada velada de imponernos una solución desde el exterior. Ante estas agresiones no podemos mirar a otro lado. Y tiene razón Juan Carlos Montejo en que no debemos tirar piedras en la dirección equivocada, pero creo que tiene más razón Demetrio en que debemos saber desde dónde nos las tiran para defendernos.

Eduardo Palencia Herrejón
Servicio de Medicina Intensiva
Hospital Gregorio Marañón, Madrid.

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Comentario nº 10: Carlos Antón Tomás

Prácticamente estoy de acuerdo con lo expuesto por nuestro compañero Demetrio. Parte del problema nos lo hemos buscado nosotros (los intensivistas), al no buscar al paciente crítico allí donde se encuentre, ni luchar por él en cualquier parte del hospital.

¿Realmente creéis que  la dirección de los hospitales buscan calidad en la atención?. Si realmente fuera así, muchos servicios de urgencias o unidades de postquirúrgicos estarían controladas o coordinadas por intensivistas. Los gestores hospitalarios buscan resultados.

No es cuestión de compararnos con otras especialidades, somos intensivistas y estamos formados para atender al paciente crítico en cualquier lugar. Hasta que nosotros mismos no luchemos por tratar al paciente "en cualquier sitio" y luchemos por eso, estamos abocados al fracaso. Para algunos cuesta salir de la UCI (urgencias, plantas de hospitalización, implantación de MP, intermedios...). A estos últimos, les digo que son cortos de vistas y hacen un flaco favor a nuestra especialidad. A los que tienen posibilidades de salir, que salgan y a pelear por nuestra especialidad.

También creo necesario un poco de marketing por parte de nuestra especialidad para hacernos conocer y así que los pacientes demanden al especialista idóneo para su problema.

Carlos Antón Tomás
Unidad de Vigilancia Intensiva
Hospital de la Ribera, Alzira, Valencia.

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Comentario nº 11: Patricia Santa Teresa Zamarro

Creo que lo primero es presentarme, soy residente de intensivos de primer año (ya casi R2), es decir, que acabo de poner los pies en este mundo que es la medicina intensiva. Elegir esta especialidad creo que ha sido una de las mejores cosas que he hecho en mi vida y mi cara de felicidad así lo demuestra, pero ese es otro tema.

Aún hay muchas cosas de esta especialidad que desconozco, demasiadas, y sobre todo lo referente a la burocracia (o “burrocracia” como dice un buen amigo mío), pero me parece interesante dar el punto de vista de un recién llegado acerca de esta polémica. Me estoy refiriendo a la poca ilusión que me transmitieron algunos intensivistas cuando hace un año me paseé por multitud de hospitales para informarme.

En la primera UCI a la que fui existía tal pesimismo acerca del futuro de la especialidad que casi se negaron a informarme, me dijeron que con mi edad aún estaba a tiempo de empezar otra carrera si intensivos era mi única opción, puesto que desaparecería del mapa si seguían así las cosas. Tanto me desanimaron que durante un par de días borré esta opción de mi mente, me convencieron. Pero afortunadamente, tras volver al ataque (si me conocieran sabrían que soy muy cabezota), encontré a médicos de otras UCIs que me transmitieron la ilusión que necesitaba.

Recorrí prácticamente todas las UCIs de Madrid, hablé y pregunté de la especialidad en sí y del futuro de la misma, también pasé por servicios de anestesia (porque el amigo que me acompañó en el “tour hospitalario” quería cogerla). He de decir que percibí una enorme rivalidad en algunos casos entre intensivistas y anestesistas, ambas partes muy seguras de sus convicciones, lo cual me entristeció. Encontré opiniones para todos los gustos, múltiples versiones de una misma incógnita dignas de ser escritas: que las plazas para residentes de intensivos desaparecerían en un año, que en poco tiempo sólo existirían UCIs-especializadas de cada servicio llevadas por internistas, cirujanos, cardiólogos, neurólogos…, que con un “curso puente” de uno o dos años los anestesistas recibirían el título de anestesista-intensivista, etc.

Otra sorpresa fue que para trabajar en una UVI móvil quienes más puntos reciben son los médicos de familia, ¡más que un intensivista o anestesista!, en fin.

Se pueden imaginar mi cara de asombro y las dudas que se crearon en mi cabeza ante tanta incertidumbre en lo que se supone que iba a ser mi futuro profesional.

El desenlace ya lo conocen, seré intensivista (o eso espero), y aunque me resulta difícil dar una opinión, porque como dije al principio aún soy joven en esto, sí sé que no me gustaría perder el manejo de distintos pacientes (politrauma, cardio, postrasplante…), lo cual ya está ocurriendo a mi alrededor, y quedarse con los brazos cruzados no es el mejor camino. También sé que se están matando muchas ilusiones de gente que se quiere dedicar a esto (todos los MIR que han venido este año a informarse de la especialidad preguntaban sobre la eterna polémica), y eso no me agrada. Yo seguí el consejo que mi padre me dio al elegir la carrera y de nuevo al elegir la especialidad, “haz aquello que realmente te guste, y no te preocupes demasiado del futuro, pues aún no ha llegado y la vida da muchas vueltas”, porque la verdad es que si me hubiera preocupado del futuro ni siquiera habría empezado medicina.

Patricia Santa Teresa Zamarro
Servicio de Medicina Intensiva
Hospital Gregorio Marañón, Madrid

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Comentario nº 12: Alejandro F. Luque Coqui

El ciclo se repite.

Esta discusión la escuche por primera vez en el año de 1978 cuando yo era residente de segundo año de "Medicina Crítica y Terapia Intensiva", en esa epoca en mi pais México los "grandes" intensivistas mexicanos eran el Dr Villazón Sahagún (cirujano general), el Dr Rodríguez de la Fuente anestesiólogo), etc., solo por nombrar a dos de ellos, o sea, eran personas que no tenían una formación académica universitaria como intensivistas sino especialistas que se dieron cuenta que el enfermo grave, el enfermo en estado crítico requería de un especialista, o sea de un médico que se dedicase en tiempo completo a el, y no solo un especialista (anestesiólogo, cardiólogo, cirujano general, urólogo, internista, neumólogo, etc.) al cual le "gustaba" atender pacientes graves. En México se implantó la especialidad de Medicina Crítica y Terapia Intensiva con reconocimiento uuniversitario en 1979. Es obvio que cualquier esspecialidad nueva va a ser ejercida al inicio "empíricamente" por aquellos que quieren dedicarse a ella, lo mismo pasa con las subespecialidades, pero una vez dominada la famosa "curva de aprendizaje", desde mi punto de vista no puede permitirse a especialistas "disel" (dice él que es especialista, sarcasmo mexicano), como tampoco pueden permisterse cardiólogos, o cirujanos o anestesiólogos "disel"; perdón, y lo digo con todo respeto pero, decir que cualquier anestesiólogo está preparado para ser intensivista me parece fuera de contexto, como decir que cualquiera que inyecta "propofol" por ende es anestesiólogo, o que con recetar digoxina ya es cardiólogo, a menos claro está que en las universidades españolas preparen superanestesiólogos que tengan grandes conocimientos en cardiología, infectología, medicina interna, etc ¿se puede confiar en un anestesiólogo para manejo postoperatorio de una sepsis abdominal o de un postoperatorio de cirugia cardiaca?, para nada. Ahora bien, que un anestesiólogo si es su deseo además quiere hacer la residencia de medicina intensiva y dedidarse a ella, pues es perfectamente valido, pero que el anestesiólogo se encargue de todas las áreas críticas del hospital (urgencias, cuidados intensivos y quirófano) pues no me parece que tenga la preparación suficiente para ello. Claro, alguien puede decir, "el anestesiologo es el intensivista del quirofano": perfectamente válido, pero querer usurpar otra especialidad como la medicina intensiva no me parece correcto.

La pregunta es entonces: definamos lo que es una especialidad médica, la cual se basa en el concepto de residencia médica universitaria, a saber, es un sistema de formación de posgrado, intensivo, de dedicación exclusiva, limitado en el tiempo (3 a 4 años según la especialidad y el establecimiento), que se realiza en establecimientos asistenciales públicos o privados, o en unidades docentes acreditadas, y que consiste en una actividad profesional programada, supervisada y de creciente complejidad, que permite alcanzar en forma paulatina y progresiva, los conocimientos científicos, técnicos y humanistas necesarios para el correcto ejercicio de una especialidad determinada, una vez concluida la misma y avalada por una Universidad o una Institución oficial de prestigio. O sea, el especialista en X área es un médico con una actitud mental hacia un grupo de problemas específicos que son su especialidad. No puede un anestesiólogo tener la misma actitud ante un dolor precordial que un cardiólogo, ni éste que un intensivista o un internista, esto es equivalente a lo que hacen muchos cirujanos cuando le dicen al anestesiólogo" te hablé para que le pongas un bloqueo" o "échale un propofolazo", cuando quien debe decidir el tipo de anestesia que requiere un X paciente es el anestesiólogo.

Es obvio que la especialidades son una division arbitraria del conocimiento del cuerpo humano, el cual no entiende de "especialidades", y habrá padecimientos que deban ser dominanos por varios especialistas que sean peritos en el manejo de un X problema (insuficiencia cardiaca aguda) por ejemplo manejada por cardiólogo, intensivista, internista, pero aquí habrá que dilucidar ¿quien de los tres por ejemplo tiene mejor criterio quirúrgico cardiaco en caso de ser por endocarditis infecciosa? ni dudar que el cardiólogo, y no se trata de vanidades ridículas, a ver "quien sabe más", sino más bien de reconocer campos y trabajar en equipo cuando el caso lo amerite, hacer medicina interdisciplinaria es básico y no solo el bloquearse pacientes porque a un médico le parece que él se siente capaz de manejarlo por él mismo.

Por último, es bien claro que existe y siempre ha existido discriminación para el intensivista en los Hospitales (yo lo viví en carne propia), y ésta ha sido de parte sobre todo de anestesiólogos y muchos cirujanos. Yo soy cardiólogo intervencionista, que aunque hice residencia de medicina intensiva, nunca la ejercí en postgrado, pero la viví en pleno como residente, y de ahí me hice cardiólogo, así que puedo hablar de ambas partes y, seamos honestos, los intensivistas nunca han sido bien vistos por otros especialistas (no es mi caso); para mi es bien claro y no se trata de ponerme a favor o en contra de alguien o de una X especialidad, (si no es fútbol), sino de darle su lugar a quien lo merece y la medicina intensiva para mi es insubstituible en cualquier hospital que se precie de serlo.

Alejandro F. Luque Coqui
Cardiólogo
Centro Médico y Diagnóstico Integral
Celaya Gto Mexico

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Comentario nº 13Carmen Gomar

Aunque las discusiones, incluso las confrontaciones, son a veces dolorosas, son siempre mejores que el silencio y el resentimiento y estoy contenta de que  Demetrio haya abierto este foro.

Los anestesiólogos, desde nuestra óptica, también podemos quejarnos de cosas parecidas a las que expone la carta de Demetrio Carriedo, pero personalmente no las atribuyo a ninguna intención malévola u orquestada de otros especialistas, sino a escasa agilidad de nuestra política sanitaria y a la politización en las decisiones.

Mi posición es de respeto a todos los especialistas que hacen su trabajo bien, pero quiero y debo hacer el mío bien y no pienso ni de lejos renunciar a ello.

Soy  responsable de un Servicio de Anestesiología que atiende cirugía compleja en pacientes graves y para atender con calidad esta asistencia es irrenunciable que los anestesiólogos en él estén expuestos a la medicina crítica.

La complejidad de gran parte de la actuación anestésica actual tiene mucho en común con el cuidado del paciente crítico, al igual sucede con la reanimación. La exposición del anestesiólogo a pacientes graves e inestables en quirófano exige que esté capacitado para actuar ante pacientes en estado y circunstancias críticas, con una complejidad clínica y tecnológica con frecuencia superiores a la de muchos de los pacientes ingresados en unidades de cuidados intensivos o críticos. Por ello para mantener el nivel de competencia profesional que exige la anestesia actual es irrenunciable que los servicios de Anestesiología actuales tengan en su seno cuidados críticos. Quien opine que la actividad de anestesia y de cuidados críticos son incompatibles es que desconoce la asistencia anestésica actual. Diré más, el buen anestesiólogo es un buen médico de críticos.

Para que un servicio de anestesiología esté acreditado para la docencia a nivel europeo y español también, debe tener a su cargo pacientes de cuidados críticos.

Los anestesiólogos hace tiempo que sabemos que mucha de la asistencia compleja que debemos hacer exige una dedicación especial con formación específica. Son ejemplos la anestesia cardiaca, la torácica, la neuroanestesia, la anestesia pediátrica, transplantes, el dolor crónico... y por supuesto los críticos. La anestesiología es un campo muy extenso, en el que interactúan los cambios de las especialidades quirúrgicas y ahora también los de las médicas, y no pretendemos que con las rotaciones de la residencia se alcance el nivel de competencia exigible para todas las áreas complejas, pero sí se proporcionan las capacidades, actitudes y habilidades que permiten desarrollarlas, incluidos los cuidados críticos.

Estoy de acuerdo en que 4 años son pocos para nuestra especialidad. La duración de la especialidad de Anestesiología y Reanimación en todos los países europeos excepto en Portugal y España, es de 5 años.  Por lo tanto la especialidad no es corta, es que la mantienen corta en España en donde la duración de 4 años. Es una situación transitoria, aunque desgraciadamente excesivamente prolongada, que debe ser corregida por mandato europeo. Los problemas de otras especialidades como la fusión de cirugía cardiaca y torácica, echó hacia atrás el anteproyecto de ley que en enero del 2002 incluía la ampliación de la especialidad de Anestesiología y Reanimación a 5 años. Así pues, éste será un problema de próxima solución.

A pesar de ello, debo decir que la exposición de los residentes de Anestesiología y Reanimación en número de pacientes, horas de asistencia y diversidad de situaciones clínicas es muy superior a la mayoría de las especialidades y por tanto esta duración de la formación que todos consideramos corta es parcialmente compensada.

Del mismo modo, estoy convencida de la facilidad que entrañaría una formación adicional de anestesia quirúrgica para muchos intensivistas actuales jóvenes que, eso sí, estuvieran dispuestos a asumir la sobrecarga de trabajo que tenemos actualmente los anestesiólogos.

 La base de esta discusión es mucho más profunda que los comentarios desafortunados que pueden hacer algunos individuos de distintas especialidades sobre otras, y que encienden mechas apasionadas. Seguir hablando entre las dos especialidades quizás nos haga acercarnos o alejarnos, pero desde luego contribuirá a aclarar las cosas.

Carmen Gomar
Jefe del Servicio de Anestesiología
Hospital Clínic. Barcelona.

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Comentario nº 14Concepción Madurga Gil

Cuidados críticos

Sinceramente pienso, que además de un conflicto de intereses de las diversas especialidades, hay unos conocimientos y habilidades que se solapan entre los diversos especialistas que hacen que los cuidados críticos no sean exclusivos de nadie, ni siquiera de los intensivistas.

El anestesiólogo está capacitado porque atiende de forma continuada, monitorizada y controlada con muchos fármacos y bajo anestesia, los múltiples cambios previstos e imprevistos que se producen durante la cirugía, manteniendo la hipnosis, relajación, analgesia, estabilidad hemodinámica, metabólica y respiratoria del paciente, durante la inducción de la anestesia, el mantenimiento y el despertar en ocasiones prolongado en una reanimación postoperatoria.

¿Quién puede negar su habilidad en el control de la vía aérea, ventilación manual con mascarilla, intubación oral, nasal, selectiva, la ventilación a veces en condiciones extremas en pacientes con patología respiratoria, neumonectomías, etc; en la inserción de vías periféricas, centrales, arteriales; en el balance de fluidos, en la necesidad o no de trasfundir, o de los trastornos de la coagulación...? Todo ello valorado preoperatoriamente, por una visita médica para la que para un cardiólogo p.e: nunca hay contraindicación quirúrgica. ¿Sabe él que pasará en una intervención de recambio de cadera, o prótesis de rodilla, sabe cuánto sangrará, sabe a qué estrés se someterá ese corazón, puede calcular el riesgo de embolia o IAM silente perioperatorio?. Es evidente que no. ¿Y qué habría que hacer en caso necesario? ¿cuánto tiempo tardaría en desfibrilar al paciente que sale de circulación extracorpórea y fibrila? ¿qué dosis le pondría de aminas?.

¿Que haría en el momento de clampar y canular la aorta? ¿tendría la NTG preparada?¿cúantos microgramos le pondría? ¿y cuándo el cirujano le pidiera bajar la PAM? ¿y el MCP?. Y en la neurocirugía, ¿que haría un neurólogo para disminuir la PPC? y el ginecólogo ¿a quién avisa ante el prolapso de cordón? y ¿en la embolia del líquido amniótico? y ¿quién reanima al recién nacido o prematuro mientras llega el neonatólogo, si es que hay? ¿quién hace las sedaciones para un endoscopista? ¿quién asiste el dolor del parto? ¿cuántos pacientes desahuciados encuentran terapias en las clínicas del dolor?.

El anestesiólogo hace cada día este trabajo, dentro y fuera del quirófano sin llamarse intensivista, ni cardiólogo.

En nuestro centro, cuando UCI tiene una intubación dificil, vías difíciles, niños con bronquiolitis y comprimiso respiratorio, problemas de dolor o sedación, avisan a anestesia, también en la RCP, y no por ello les estamos usurpando su trabajo, sencillamente colaboramos con ellos, sin interferir en su objetivo, que es el restablecimiento del paciente con problemas médicos y/o quirúrgicos que han precisado una atención monitorizada, continuada e intensiva en la UCI.

Ello no implica que el anestesiólogo sea incapaz de hacer un trabajo parecido en la unidad de reanimación postoperatoria, y ya me perdonarán los intensivistas, con más conocimiento de causa que ellos, ya que los que conocemos a fondo lo que pasa en el quirófano, en las distintas cirugías y en las respuestas de los pacientes al estrés quirúrgico somos nosotros.

Si bien,  también quiero expresar mi más sincero agradecimiento a los intensivistas, que tienen la tenacidad de sacar adelante a pacientes pluricomplicados, por patología previa, sepsis, o por yatrogenia, contra todo pronóstico. Vaya por delante mi reconocimiento de sus cualidades y la de sus conocimientos, que hace de su especialidad una formación diferente a la de los anestesiólogos, con mayor estudio y diversificación en los aspectos médicos de las patologías, mientras que anestesia tiene mayor conocimiento de los aspectos  y procedimientos quirúrgicos.

Aunque esta misma diversificación de sus conocimientos y habilidades hace que se solapen con otros especialistas, no tan sólo de anestesiología, sino  también de cardiología, neurología, urgencias, medicina interna, nefrología, C.O.T.,  infecciosas, etc.

Por ello, deberían definir con claridad el contenido de la especialidad, salir de su "jaula de oro" de la UCI, suavizar los criterios de exclusión y lidiar con el paciente crítico allá dónde esté, porque si no un día encontrarán que, sencillamente, los diferentes especialistas ya no les necesitan y no les remiten sus pacientes.

Por ello, la actitud (con C) más honesta y serena, es que recapacitemos todos sobre el alcance de nuestras aptitudes (con P) y limitaciones, y hagamos un esfuerzo de cooperación en beneficio de los pacientes, que no tienen la culpa de ser "entes indivisibles", para que cada especialista tome el trocito que le corresponde.

Concepción Madurga Gil
Anestesiología, Reanimación y Terapia del Dolor
Centro Médico Teknon. Barcelona.

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Comentario nº 15: Beatriz Sánchez Artola

Realización armónica, pero sin supresiones

Estimados lectores de REMI,

Desde un punto de vista externo a ambas especialidades y con buenos amigos  en las dos, quiero dar mi opinión. Entiendo que lo fundamental en este debate es recordar que en España existen especialistas en Medicina Intensiva y que lo que lo que el doctor Carriedo y quienes contestan en la misma dirección pretenden es evitar la desaparición de una especialidad legítima.

Para quien ha trabajado en hospitales mano a mano con profesionales de las dos disciplinas, es evidente que tienen más elementos diferenciales que unificadores. Sin duda, lo que más me sorprende es que este es un debate que en otras especialidades o no tiene cabida en nuestro país o no se ve con la misma tolerancia. Es cierto que de forma periódica hay pequeños o grandes roces entre especialistas por cuestiones de competencias, pero esto de asumir, e incluso amparar, la maniobra de desplazamiento de todo un colectivo de profesionales que han demostrado sobradamente ser imprescindibles, pero que, ante todo, tienen un derecho que debiera ser inalienable, se me antoja inaudito. Si una cuestión similar se dirimiera, por ejemplo, entre Cardiología y Medicina Interna, simplemente se hablaría sin ambages, y con razón, de intrusismo profesional.

La gran mayoría de las opiniones que aquí se han expuesto por parte de quienes han contestado a la carta inicial son respetuosas, constructivas y hasta amables, pero decir que este debate es siempre así, sería hacer demagogia.

De igual forma, mi impresión es que quienes escriben para denunciar, desde el respeto, una situación que es sabida, pero no por ello menos improcedente, no pretenden ir en contra de unos compañeros (los especialistas en Anestesiología y Reanimación) a quienes, sin duda, apreciarán como profesionales. Deduzco, por las opiniones vertidas y por el conocimiento previo, que los intensivistas estiman a los anestesistas como imprescindibles, eso sí, en su especialidad. Al menos, no he encontrado intensivistas que me transmitieran ideas amenazantes hacia el futuro de la especialidad de Anestesiología o que menospreciaran su labor. No he oído conversaciones donde se ponga en duda su papel en el sistema sanitario español.

Es esperable que el debate sea intenso porque no se trata de una discusión por un quítame allá esa pequeña competencia, sino de propugnar la desaparición de una especialidad reconocida y esencial. Esto no es algo que se imagine, sino que se ha expuesto a las claras, sin tapujos, en este mismo medio, hace bien poco, y por parte de personas con un peso específico más que considerable. Se trata de rebelarse contra desplantes y razonamientos incorrectos, a menudo construidos sobre falacias discursivas. Son éstos y no otros los argumentos a los que criticaré en las siguientes líneas.

Me consta que no se va en contra de las personas, sino de una posición. Y esa queja es, desde luego, legítima y necesaria. Me faltan elementos de juicio para atribuir las responsabilidades, por omisión y/o intromisión, de la “fagocitosis” lenta pero persistente que padece la Medicina Intensiva en España, aunque no para considerar que su desaparición como especialidad primaria en nuestro país sería una arbitrariedad; un grave error, que iría en detrimento de una atención de calidad al paciente “crítico” (como al doctor Blesa, esta denominación me parece horrible), porque es impensable que un mismo especialista pueda atesorar los conocimientos de más de una especialidad, a no ser que se sumen (no que se condensen) ambas. Y ni aún así, porque tras un aprendizaje inicial es imposible actualizarse con la calidad requerida en un programa formativo resultante descomunal.

Muchos de quienes inician un discurso persuasivo en intención, hacen un estupendo exordio, pero la argumentación posterior ya es otra cosa. Utilizar el recuerdo de que “antes” los intensivistas no existían es débil, poco seductor y fácilmente contestable; bastaría con alegar lo que ya respondió el doctor Palencia en este debate, que ahora que la Medicina avanza mucho más rápido de lo que podemos asumir; afortunadamente, existen unos especialistas específicos para cada área del conocimiento de la Medicina. Ni más ni menos, que lo que se respondería si la discusión fuera a la inversa o en torno a otras dos especialidades (¡hay tantas especialidades que hace años no existían!…).

Esta no es una discusión filosófica, pero aún así sería deseable evitar el discurso confuso, que observo que en este tema (que no necesariamente en estas páginas “electrónicas”) se ha llevado a cabo de diversos modos:

1) Eliminando las diferencias entre significados y posturas ideológicas (todos trabajamos por una causa común, todos pretendemos el beneficio del paciente…) y anulando, a menudo con el agravio (por ejemplo, acusando de “prepotencia”), los criterios. Lo que en su estado final podría, intencionadamente o no, reducir el motivo de la discusión al absurdo y atribuir falsamente la razón a una actitud aparentemente conciliadora.

2) Haciendo evidente lo que no lo es, simplificando, reduciendo y omitiendo motivos e intereses (los claros y los oscuros), como cuando tras ver un anuncio sobre un agua ligera integramos como verdad absoluta que beberla nos deja cual sílfides. En este caso, esa “verdad” sería: los anestesistas son los especialistas en el paciente “crítico” y la Medicina Intensiva ha sido una ilusión producto de una determinada tesitura política.

3) Oscureciendo los hechos, enredando y desviando del interés de discusión, mezclando intereses “filántropos” (como salvaguardar el futuro de los especialistas europeos, estar al servicio del paciente…), con cuestiones políticas (emergencia de una situación en un preciso momento de la historia, coincidencia con una tendencia política europea…). Utilizando asimilaciones tendenciosas (defender la Medicina Intensiva sería sinónimo de actitud antieuropea y de complacencia en los tiempos de la “dictadura franquista”, exponer unos hechos y querer solucionarlos sería un llamamiento a una “guerra”…). Semejante revoltijo obstaculiza notablemente una respuesta consistente que no comprometa la cordialidad, porque a partir de una premisa falsa (la queja y el deseo de solucionar una situación que es injusta es igual a la incitación a la “guerra”) cualquier argumentación se verá como agresiva (al ir en contra de la filantropía, de la convivencia entre especialistas o de la fraternidad, la libertad y la igualdad de los europeos). Por cierto, decir que evitar que desaparezca una especialidad esencial en nuestro país es “ir en contra de la construcción europea”, aparte de las consideraciones argumentales, resulta tremendamente desproporcionado en estos tiempos humanamente convulsos y económicamente desavenidos.

Algunas personas han utilizado una falacia argumental de pésimo gusto (y de temer, naturalmente), la apelación a la fuerza. Recordemos esta sentencia: “¿habrá que imponérsela (una resolución a los intensivistas) desde el exterior por presión política?”. Se han esgrimido descalificaciones fáciles y pensamientos nada modélicos en cuanto a comprensión, diálogo y camaradería, donde el mayor argumento es el “número muy superior” en cantidad (y, a tenor de algunos escritos, aplastante también en sentido literal). Si de número se trata, a lo peor, un mal día, a otros especialistas les da por apoyar la desaparición de alguna de las especialidades que aparezcan en su programa y cuyos profesionales sean menores en número; ¿cometerían este abuso por propia iniciativa o esperarían a una instancia europea para no ser menos?.

¿Preocupación por el futuro de los Médicos Internos Residentes (MIR) españoles en Europa?… otra falacia no formal, la de apelación popular, en este caso a los sufridos especialistas en formación. Esto si que es inesperado… ¡ay!, si los MIR importaran siempre de manera tan exquisita, cuán distinta sería la residencia de todos ellos. Además no será una misión imposible lograr el sitio en Europa a unos profesionales sin acogotar a otros en España.

Coincido con el Dr. Carriedo, y cuantos han contestado en este sentido, en que éste es un tema preocupante, que demanda una acción específica por parte de los afectados y, entre éstos, debe ser impulsada por quienes tienen las máximas competencias específicas. El día que el debate cambie de personajes, afecte o no a mi especialidad, mi postura, acertada o no, tendrá el mismo sentido de contrariedad y preocupación y así me pronunciaré.

Me sorprenden algunas opiniones que adolecen de desconocimiento sobre la propia naturaleza de la Medicina. La misma definición de la especialidad como Cuidados Intensivos o “Críticos” ya plantea un problema, al definir el todo por la parte. Los “cuidados” ofrecidos a un paciente “críticamente” enfermo son el resultado final de un proceso. Antes de poderlos aplicar adecuadamente hace falta conocer en profundidad  una fisiopatología única y complicada, que sólo se puede estudiar en el marco indicado: el de una especialidad específica, con un cuerpo doctrinal propio, que es la Medicina Intensiva. Es más, vería lógico que alguien considerara aumentar el tiempo de formación dentro de la propia especialidad (algo que no me atreveré a sugerir mientras la Formación Sanitaria Especializada conlleve la adhesión a un “infracontrato” y a otras flagrantes irregularidades laborales), pero nunca su dilución”.

Una reflexión sobre la distinción algo artificial que a veces hacemos del “paciente crítico” en pluricomplicado o pluripatológico (dichoso “palabro”) o no. A la luz de los conocimientos actuales (basta con recordar la fisiopatología de la inflamación o de las repercusiones sistémicas de la ventilación mecánica), dudo que exista un “paciente crítico” exclusivamente “unipatológico”, pero así y todo, creo que éste, a priori, también será tratado más adecuadamente desde la Medicina Intensiva.

Coincido en que la Medicina Intensiva es multidisciplinar, pero no más que el resto de la Medicina; desde la Cirugía General hasta la Neurocirugía, pasando por la Anestesiología lo son. Precisamente por ello, necesitamos especialistas específicos para cada rama del saber. Bien multidisciplinar es mi especialidad o la Medicina de Familia y no nos planteamos que desaparezcan ¿o sí?.

La Medicina Intensiva es sin duda muy atractiva. Es una especialidad francamente interesante, amplia, completa… aunque también tiene otros intereses más prosaicos o esta situación, aún con la urgencia europea, no se hubiera creado.

Se sigue hablando de “adaptación”, de “formación complementaria” y eso es inaceptable. No son formaciones complementarias, sino especialidades distintas. Podemos utilizar la reciprocidad para argumentar esto último, trocando los papeles tan sólo un momento ¿qué opinión les merecería que desapareciera la Anestesiología como disciplina primaria y otros especialistas (por ejemplo un internista) tras un período más o menos largo (¿de seis a doce meses?) de “complemento” ejercieran como especialistas en Anestesiología y Reanimación, no en otro país, sino en éste y en este preciso momento, y asumieran todas y cada una de las atribuciones que ahora realizan estos especialistas?. Puede que esté equivocada, pero me parece un dislate y una provocación. Si los compañeros que creen en la eficacia de la complementariedad alteraran los personajes (internistas, médicos de familia, geriatras, nefrólogos… lo que ustedes quieran), y escenificaran algo similar, probablemente lo calificarían como despropósito.

Bien pensado, la distancia entre un internista y un intensivista es, en términos de formación en fisiopatología y terapéutica, menor que la que existe que entre un anestesista y un intensivista ¿por qué no permitimos libre paso entre internistas e intensivistas, pero no otros especialistas más distantes y menos “horizontales”, tras una formación adicional?... En nuestro sistema actual, sería una insensatez, una preclara falta de respeto. Si no contáramos con formación específica en cada área o estuviéramos en un hospital de distrito en una zona tropical, pues “uno para todos y todos para uno”, pero aquí y ahora, suena como la intención de la UEMS de desplazar descaradamente a un sector profesional.

Lo correcto, lo honesto, en mi humilde opinión, es instar a todos aquellos que deseen ejercer como intensivistas a que soliciten dicha especialidad primaria al acceder a una plaza de formación sanitaria especializada y no, en el mejor de los casos, a aumentar el tiempo de residencia o hacer una modificación programática a modo de “curso puente” de otra especialidad, cualquiera que esta sea y por más similitudes o coincidencias históricas que existan o se quieran encontrar.

Después de leer la sincera, e impecable, contestación de la doctora Santa Teresa, echo de menos que otros médicos en formación en Medicina Intensiva, que serán los principales afectados en un futuro muy cercano, no se hagan escuchar. Que no exijan, a quienes corresponda, que se pongan los medios necesarios para defender la dignidad de esta especialidad primaria y se les dé garantías de que su esfuerzo no será en balde. La ilusión que han puesto para estudiar esta hermosa especialidad, a pesar de los nubarrones que se avecinan, y la honradez intelectual que han demostrado al elegirla, no pueden ser “premiadas” con el “ninguneo”. Es urgente un compromiso inequívoco, por parte las personas competentes para ello, de que se solucionarán los posibles problemas organizativos propios de la especialidad y se frenará la tendencia anexionista.

Ni el querido Gardel creía de verdad que “20 años no es nada” y ya han transcurrido 35 desde que se reconoció la Medicina Intensiva como especialidad primaria. El tiempo pasa, los conocimientos se multiplican y lo que surgió respondiendo a una necesidad científica no puede desaparecer hoy que esa necesidad es mayor.

Que hay que “armonizar” posiciones con Europa; pues depende, hombre, depende. Si eso supone que cada uno ejerza su especialidad pues sí. Ahora bien, si por “exigencias” de la “realización armónica” de Europa se realizan supresiones al escribir el acorde y nos cargamos la fundamental pues no estoy de acuerdo.

Además, ¡quién sabe si en un futuro también querrán “armonizarnos” a otros especialistas del modo que mejor les acomode!. España debe procurar ser “diferente” a Europa siempre que sea menester, faltaría más… Recientemente, siguiendo directrices de allende los mares, hemos ido frontalmente en contra de corrientes político/sociales europeas vitales para nuestra convivencia, para la “construcción europea”, y hasta para la dignidad humana y, por desgracia, no hemos tenido prurito en ser unos oponentes marginales. Pero, dejando aparte la mezcolanza de afinidades o inconstancia en el querer, ¿cómo se va a censurar que quien pretende defender un sistema que se estima que es mejor y, no lo olvidemos, está legalmente constituido, lo haga activamente?.

No vayamos, por equidad y por prevención (¿a quién le tocará mañana?), en la dirección equivocada de aplaudir la absorción despótica de especialidades y sí en la de mejorar en lo posible la formación en cada una de ellas. Siguiendo con el símil armónico, seamos lo suficientemente hábiles como para presentar el acorde completo.

Saludos a todos

Beatriz Sánchez Artola (“nota extraña” al acorde)
Médico Internista contra los unísonos (para no debilitar la armonía)

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Comentario nº 16Jose Manuel Añón Elizalde

Creo que el malestar que expresa Demetrio es sentido por una gran parte de los intensivistas españoles, pero sin embargo no creo que la culpa de esta situación deba buscarse exclusivamente en enemigos extrínsecos a nuestra especialidad. Bien es verdad que en ciertos casos la apertura de nuevas áreas de críticos no ha recaído sobre los intensivistas y que incluso se ha perdido la atención al paciente crítico a nivel extrahospitalario (como ha quedado bien claro en la OPE que actualmente está en marcha) pero ¿solo porque tenemos "enemigos" que nos las han arrebatado?.

Quizá los intensivistas hemos estado demasiado acostumbrados a encerrarnos en nuestras UCIs y no abrirnos al resto del hospital y mucho menos a las áreas extrahospitalarias, manteniendo así un modelo arcaico de Medicina Intensiva y vemos actualmente con pesar que una parte de nuestro trabajo está siendo asumido por otros especialistas. Como todos sabemos, la política de empresa se ha introducido como modelo de gestión en los hospitales siendo frecuente leer artículos en los que se teoriza sobre "ventaja competitiva", "cadena de valor", etc. Debemos competir con otros especialistas, debemos "ofrecer" nuestros servicios. La importancia de la Medicina Intensiva en los hospitales y la elevada calidad de nuestro trabajo no deja lugar a dudas. Demostremos que además de hacer un trabajo de calidad, nuestro trabajo es también rentable.

Tal como se ha comentado en este foro, el intensivista debe encontrarse allá donde se encuentre el enfermo crítico (a nivel intra o extrahospitalario), pero además, la Medicina Intensiva puede ofrecer otros muchos servicios. Debemos salir de nuestros "bunker" y abrirnos al hospital y fuera de él pero... ¿estamos dispuestos?.

Evidentemente hemos perdido áreas frente a otros especialistas. Pero ¿hasta qué punto podemos afirmar que estas áreas nos las han arrebatado?. Quizá no las hemos sabido defender o incluso las hemos cedido. ¿No hemos sido en ocasiones los intensivistas los que con una actitud pasiva y dejándonos llevar más por la comodidad que por la preocupación de que nuestra especialidad crezca y se potencie hemos permitido (e incluso favorecido) estas pérdidas?. No nos embarquemos en una guerra contra nadie y analicemos nuestro interior para poder tomar posibles soluciones. No quiero particularizar pero todos sabemos de hospitales donde los pacientes postquirúrgicos y politraumatizados se han perdido de los Servicios de Medicina Intensiva y han pasado a ser responsabilidad de potentes Servicios de Anestesiología y Reanimación, o de UCIs que han cedido (o que no tomaron cuando se debió) Unidades Coronarias.

También peligra algo tan nuestro como la RCP. ¿Cómo se entiende que otros licenciados en Medicina (especialistas o no) puedan ser instructores de RCP avanzada mientras hay intensivistas que no lo son?. Se ha antepuesto un diploma acreditativo de un peculiar cursillo de metodología docente a cinco años de residencia, un título de especialista en Medicina Intensiva y a nuestra labor diaria. Se debería haber defendido la RCP como algo "intrínsicamente nuestro" de forma que desde el grupo de trabajo correspondiente se dictasen las recomendaciones y actualizaciones a todo el colectivo de intensivistas "acreditados" por todo lo anteriormente expuesto, sin trabas, porque la RCP es parte de nuestro trabajo.

¿Cómo se ha permitido que en la reciente OPE el título de Medico especialista en Medicina Intensiva para la obtención de una plaza de urgencias extrahospitalarias (en las que se incluye el 112) puntúe "0" puntos y solo se valore el título de Médico especialista en Medicina de Familia?.

Tenemos que hacer una profunda reflexión sobre el origen de nuestros problemas y buscar vías de solución que sin duda deben pasar por el diálogo y por profundos cambios de actitud. Finalmente, agradezco a Demetrio y a los colegas de la SCLMICYUC la apertura de este debate, sin duda necesario, pero que debe ser tratado desde el respeto mutuo entre compañeros que lícitamente aspiramos a fortalecer y potenciar nuestras especialidades.

José Manuel Añón Elizalde
Servicio de Medicina Intensiva Hospital Virgen de la Luz. Cuenca

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última modificación: 01/07/2007