ISSN: 1578-7710

  Legibilidad de la literatura médica
 

 

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Revista Electrónica de Medicina Intensiva
Artículo nº S7. Vol 3 nº 2 / S1, febrero 2003.
Autor: Beatriz Sánchez Artola

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Legibilidad de la literatura médica: ¿se entiende lo que escribimos?

“Es frecuente hablar y escribir de modo rutinario, sin tener cosas que decir, ni buen gusto, ni conocer el valor de las palabras, cuando no para embaucar, en vez de hablar y escribir únicamente para informar, educar, instruir y deleitar”. Farreras P. Med Clin (Barc) 1943; 3: 213-215.

Parece que los médicos nos preocupamos cada vez más por la insuficiente legibilidad de nuestras comunicaciones escritas. ¡Cuántas veces tenemos que releer una frase de un artículo antes de saber lo que pretende decir exactamente! Incluso revistas de extraordinaria calidad y de reconocido prestigio son, a menudo, difíciles de leer. De hecho, cuando se aplican a estas publicaciones escalas de valoración, se comprueba que la dificultad de lectura excede a la que poseen ciertos escritos jurídicos (1). Ahora hay un gran interés por difundir otras formas de divulgación científica, como las presentaciones publicadas en internet, que favorecen una mayor concisión, una rápida expansión y un criticismo más universal (2).

Existen dos razones fundamentales para una comunicación poco eficiente: la ausencia de claridad y la profusión de errores del lenguaje.

La comunicación médica, como corresponde a un área de conocimiento científico, es especializada y por tanto, exige un registro formal. El uso de una expresión cuidada, aún tratándose de nuestra jerga, no es natural, sino que requiere la participación de la conciencia lingüística. Es fácil sobrepasar ese formalismo, de modo que, a veces, lo que pretendemos que sea un escrito correcto acaba siendo una “gran obra barroca”, con artificios y elementos superfluos. Generalmente, escribir con sencillez es lo que más nos cuesta.

La misión esencial del discurso científico es la de informar. Un lenguaje de calidad es ante todo preciso, evitando la redacción “literaria”, la ambigüedad o el oscurantismo, lo que obliga a desechar en lo posible la sinonimia, la polisemia, la homonimia y los epónimos. También son deseables otras cualidades, como la neutralidad emocional y una relativa estabilidad temporal de los términos.

Los defectos en el estilo abundan en la literatura médica. Muchas de nuestras publicaciones adolecen de vicios lingüísticos de naturaleza pragmática, sintáctica o semántica. Arcaísmos, neologismos, cacofonías, monotonía, anfibología, barbarismos, solecismos, vulgarismos... son tantos los posibles errores que es difícil no caer en alguno, pero la revisión cuidadosa nos puede ayudar a evitar los más graves.

Nuestra redacción esta plagada de siglas, con las que construimos difíciles jeroglíficos. Con frecuencia, utilizamos figuras retóricas, como la catacresis, la elipsis, el pleonasmo, la metáfora o la voz impersonal. Estos recursos estilísticos deberían contribuir al embellecimiento de los textos, pero el mal uso y, sobre todo, el abuso, de los mismos pueden causar imprecisión y redundancia. Otras veces, el aburrimiento y la sensación de “repetirnos” nos hace escribir variaciones elegantes, que suelen ser superfluas, cuando no inconvenientes.

Los errores notorios, como faltas de ortografía e incorrecciones léxicas y de sintaxis suelen subsanarse en las publicaciones periódicas, pero se filtran en otro tipo de comunicaciones, como las presentaciones en congresos.

Es fundamental perseverar en el buen uso de nuestro idioma. No sólo por respeto lingüístico o anhelo estético, sino porque ello beneficia a la confianza y al interés que nuestros trabajos puedan suscitar y, por tanto, a la transmisión de los conocimientos.

Bibliografía:

  1. Weeks WB, Wallace AE. Readability of British and American medical prose at the start of the 21st century. BMJ 2002; 325: 1451-1452. [HTML] [PDF].

  2. LaPorte RE, Linkov F, Villasenor T, Sauer F, Gamboa C, Lovalekar M, Shubnikov E, Sekikawa A, ER Sa. Papyrus to PowerPoint (P 2 P): metamorphosis of scientific communication. BMJ 2002; 325: 1478-1481. [HTML] [PDF].

Enlaces y bibliografía recomendados:

  • Ramón y Cajal, S. Reglas y consejos sobre investigación científica. Capítulo VII “Redacción del trabajo científico”. Obras literarias completas, Madrid 1947: 599-609.

  • Vilarroya O, ed. Manual de estilo. Publicaciones biomédicas. Medicina Clínica. Barcelona: Doyma Libros, S.A, 1993. 

  • Ordóñez Gallego A. Lenguaje médico. Modismos, tópicos y curiosidades. Madrid: Editorial Noesis, 1994.

  • Moliner M. Diccionario de uso del español. 2º edición. Madrid: Gredos, 2001.

  • Real Academia Española

  • La página del idioma español

  • Instituto Cervantes

Algunos vicios del lenguaje y figuras retóricas comunes

Arcaísmo Palabra, frase o construcción sintáctica poco frecuentes en la actualidad, salvo como licencias poéticas.
Neologismo Vocablo, acepción o giro nuevos en una lengua.
Barbarismo Pronunciar o escribir mal las palabras o emplear vocablos impropios.
Solecismo Barbarismo sintáctico. Puede ser de concordancia (silepsis o falta de conformidad entre partes de una oración), de régimen (uso incorrecto de las preposiciones) o de construcción (mala disposición de las palabras en una oración).
Anfibología Palabra, expresión o construcción semántica ambiguas.
Cacofonía Repetición de sonidos desagradables y, por extensión, palabra malsonante.
Monotonía Falta de variedad en el estilo.
Pleonasmo o Tautología Recurso expresivo, consistente en el empleo de vocablos innecesarios. En el lenguaje científico suele degenerar en redundancia.
Elipsis Recurso retórico, por el que se suprime algún elemento en la construcción.
Catacresis Tropo que consiste en dar a una palabra sentido traslaticio para designar algo que carece de nombre especial.
   
 

Beatriz Sánchez Artola
©REMI, http://remi.uninet.edu. Febrero 2003.

Palabras clave: Publicaciones científicas, Internet, Uninet, REMI.

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