Hasta la publicación en 1978 del primer
caso de Streptococcus pneumoniae (SP) resistente a antibióticos
beta-lactámicos (BL) y otros grupos de antibacterianos en Sudáfrica [1],
las infecciones por dicho germen no habían despertado gran interés desde
el punto de vista terapéutico, dada la gran susceptibilidad a dicho grupo,
y en particular a la penicilina, del patógeno en cuestión.
Desde entonces, y principalmente debido al
efecto aditivo de las mutaciones, la diseminación de los clones
resistentes a la penicilina y la selección resultante de la presión
antibiótica, hemos asistido al incremento mundial de la prevalencia de la
infección por SP resistente a penicilina, siendo más frecuente en unos
lugares que en otros.
En este contexto, los sistemas de
vigilancia epidemiológica representan la principal herramienta de trabajo,
tanto para la detección del problema, como para su control en cada área
geográfica. En este sentido, es importante destacar la diferente
metodología utilizada para la obtención de resultados por cada sistema,
pudiendo diferenciar dos filosofías: utilizar los datos obtenidos en cada
laboratorio, con su propia metodología, o recoger las muestras y estudiar
la sensibilidad en un laboratorio centralizado. Parece lógico que este
sistema sea más exacto por la unificación del método y la interpretación
de los resultados. Sin embargo, es difícil de mantener en el tiempo por
razones logísticas [2].
Así mismo, los criterios que categorizan a
una cepa como sensible o resistente pueden variar, dadas las diferencias
en los puntos de corte que establecen las distintas sociedades
microbiológicas, unos con base en la presencia de mecanismos de
resistencia en el germen, y otros puramente de eficacia clínica. Para
minimizar estos problemas es necesario que las redes de vigilancia de
resistencia a antibióticos manejen datos cuantitativos (concentración
mínima inhibitoria - CMI -) que puedan ser comparados entre sí.
Dirigido a unificar los antibióticos
mínimos que deben de figurar testados en el antibiograma de un aislamiento
de SP por el laboratorio local enrolado en un sistema de vigilancia, el
“Drug-Resistant Streptococcus Pneumoniae Therapeutic Working Group” (DRSPTWG)
define: penicilina, cefotaxima (o ceftriaxona), eritromicina, doxiciclina
(o tetraciclina), clindamicina y una fluorquinolona. Recomienda otros dos
agentes, vancomicina y cotrimoxazol, como deseables dependiendo de los
recursos de dicho laboratorio [3].
A modo de referencia, los estándares para
definir la susceptibilidad o resistencia del SP a los antimicrobianos,
según el National Committee for Clinical and Laboratory Standards (NCCLS)
[4], establece tres niveles: sensible, intermedio y resistente, que pueden
resumirse en la tabla 1.
Es de reseñar la sugerencia del DRSPTWG
[3] para los aislamientos de SP en caso de neumonías, que colocaría los
puntos de corte en < 1, 2 y > 4 microgr/mL para sensible, intermedio y
resistente respectivamente.
Tabla
1.- Categorización de la
sensibilidad del SP a antibióticos (NCCLS).
ANTIBIOTICO |
CMI
(microgr/mL) |
SENSIBLE |
INTERMEDIO |
RESISTENTE |
Penicilina |
≤ 0,06 |
0,1-1 |
≥ 2 |
Amoxicilina |
≤ 2 |
4 |
≥ 8 |
Eritromicina |
≤ 0,25 |
0,5 |
≥ 1 |
Cefuroxima |
≤ 1 |
2 |
≥ 4 |
Cefotaxima,
Ceftriaxona |
≤ 0,5 |
1 |
≥ 2 |
Cefepima |
≤ 0,06 |
0,12-2 |
≥ 2 |
Imipenem |
≤ 0,12 |
0,25-0,50 |
≥ 1 |
Meropenem |
≤ 0,25 |
0,5 |
≥ 1 |
Ciprofloxacino |
≤ 1 |
2 |
≥ 4 |
Levofloxacino |
≤ 2 |
4 |
≥ 8 |
Rifampicina |
|
|
≥ 4 |
Clindamicina |
|
|
≥ 1 |
Tetraciclina |
|
|
≥ 8 |
Trimetroprim-Sulfametoxazol |
|
|
≥ 4 y ≥ 76 |
Cloranfenicol |
|
|
≥ 8 |
Los mecanismos de resistencia más
extendidos, referidos a las diferentes familias de antibióticos en el caso
del SP, los podemos resumir en [5]:
-
Resistencia a betalactámicos: alteración
de las proteínas de unión a la penicilina (PBP), con baja afinidad por
el fármaco.
-
Resistencia a macrólidos: modificación
de la metilasa ribosómica (gen ermAM) y expulsión activa (gen
mefE).
-
Resistencia a fluorquinolonas: mutación
de la topoisomerada IV. La mutación en parC confiere resistencia de bajo
nivel, y una segunda mutación en parC, o la mutación simultánea de parC
y gyrA, confieren resistencia de alto grado.
Sin detrimento de lo expuesto
anteriormente, el concepto de susceptibilidad y resistencia a un
antibacteriano, se puede ver largamente modificado, como veremos a
continuación, por el órgano afectado por la infección, la dosis de
antibiótico utilizada y la ruta de administración del fármaco [6].
Así mismo, es importante destacar la mayor
proporción de cepas resistentes a macrólidos y cefalosporinas de tercera
generación entre las cepas que presentan resistencia intermedia o alta a
la penicilina [7].
La perspectiva de la infección invasora
por SP desde el punto de vista del intensivista, viene condicionada por la
infección adquirida en la comunidad, dada la baja incidencia global de las
infecciones nosocomiales propias de intensivos causadas por dicho
patógeno.
2.1
Infección nosocomial
El sistema de vigilancia de infección
nosocomial en UCI, ENVIN-UCI, es un estudio de incidencia desarrollado por
intensivistas españoles desde el año 1994 (Grupo de Trabajo de
Enfermedades Infecciosas de la SEMICYUC - GTEI/SEMICYUC -), y ampliamente
extendido en nuestros Servicios (han participado desde su creación, de
forma continua o esporádica, más de 300 Servicios de Medicina Intensiva).
Hasta el informe global del año 2001 ha monitorizado 32.801 pacientes,
para neumonía asociada a ventilador (NAV), infección urinaria referida a
Foley, bacteriemia primaria y relacionada con catéter. Excepto en el caso
de la NAV, la presencia del SP fue nula.
Durante los años 1998-2001, se aislaron
1.657 microorganismos responsables de NAV, estando implicado el SP en 71
ocasiones (4,28%). En 62 de ellas (7,05%) la NAV ocurrió en los 7 primeros
días de ventilación mecánica y en 9 ocasiones (1,16%) la NAV ocurrió a
partir del séptimo día. El informe no contempla marcadores de resistencia
a antibióticos del SP [8], por lo que no podemos extraer conclusiones en
este sentido.
2.2 Infección adquirida en la comunidad
Para conocer la frecuencia global de
aparición de SP resistente a la penicilina en nuestro entorno en la
actualidad, nos referiremos a diferentes estudios nacionales y regionales
que han documentado un rápido incremento hasta 1989 (6% en 1979 frente a
44% en 1989) [9], para estabilizarse a lo largo de la década de los 90
(los mismos autores la cifran en el 42%) [10], si bien documentan un
incremento de cepas resistentes a eritromicina.
En otro estudio de un hospital
universitario durante los años 1997-1999, donde el 88% de las infecciones
por SP fueron adquiridas en la comunidad, el 43% de las cepas fueron
resistentes a penicilina y el 20% a la cefotaxima [11].
En cuanto a la situación en nuestro país
durante los últimos 5 años, los estudios establecen figuras algo menos
elevadas; así, Betriu y col. refieren en su estudio de prevalencia (dos
cortes de 1 semana de duración) [12] el 28,6% de SP resistentes a la
penicilina, oscilando entre el 25-50% para las diferentes Comunidades
participantes.
Recientemente han sido publicadas por la
European Antimicrobial Resistance Surveillance System (EARSS) [13] los
datos pertenecientes a España para infecciones invasoras por SP
(infecciones sanguíneas y de líquido cefalorraquídeo - LCR -) durante el
año 2000. La muestra proviene de 33 hospitales, que representan
aproximadamente el 25% de la población española, y objetiva 622 pacientes
con aislamientos de SP en las localizaciones reseñadas, constatando que el
33% mostraban sensibilidad disminuida para la penicilina (22% intermedia y
11% alta), el 11% resistentes a la cefotaxima y el 21% resistentes a la
eritromicina.
Entre los factores de riesgo
epidemiológicos que se asocian a la presencia de infección por SP
resistente a penicilina, destacan la edad inferior a 15 años, localización
respiratoria o de oído medio de la infección, paciente seropositivo para
el VIH, la administración previa (6 meses) de betalactámicos y la
adquisición nosocomial de la infección [14].
3. Infecciones
por S. pneumoniae de interés en Cuidados Intensivos |
De las infecciones con origen en la
comunidad de interés para el intensivista, cuyo responsable sea el SP,
destacan la neumonía, la meningitis y las bacteriemias derivadas de dichos
procesos.
3.1
Neumonía comunitaria grave (NCG) por S. pneumoniae
Los diferentes estudios epidemiológicos
que ofrece la literatura, establecen en torno al 45% los casos de NCG sin
filiar microbiológicamente, y aproximadamente el 25% de los filiados son
producidos por SP [15, 16].
Dada la necesidad de utilizar
antibioterapia empírica hasta disponer de la información microbiológica
necesaria para dirigir el tratamiento, y la asociación entre la adecuación
de la misma y el pronóstico [17], cabría pensar que la presencia de SP
resistente a penicilina incrementaría la mortalidad. Sin embargo, esto no
ocurre así, como demuestran Pallarés y col. [18], Georges y col. [19] y
Moroney y col. [20] en sus estudios.
El estudio de Pallarés [18] objetiva la
ausencia de incremento de la mortalidad por la presencia de SP resistente
a penicilina y SP resistente a cefalosporinas de tercera generación, en
neumonías comunitarias debidas a SP, en una serie de 10 años (504
pacientes), una vez corregidos los factores de gravedad.
En el estudio de Georges (neumonías
comunitarias causadas por SP) [19], estudian por separado la adecuación de
la antibioterapia, que sí se asocia a mortalidad (p = 0,01) y la presencia
de resistencia a la penicilina, que no lo hace (p = 0,44). También
demuestran la asociación con mal pronóstico de la presencia de
disfunciones orgánicas referidas a sepsis, leucopenia, complicaciones
propias de UCI y edad superior a 65 años. A conclusiones similares llega
también Moroney en su estudio [20], si bien aporta una serie
retrospectiva.
En otro estudio realizado en Barcelona
[21], tampoco se asocia a mortalidad la presencia de neumonía debida a SP
resistente a penicilina, pero se identifica con peor pronóstico la
presencia en este grupo de bacteriemia. En el mismo sentido, aunque con
menor calidad de evidencia por referirse a datos retrospectivos, el
estudio realizado por Metlay [22], que tampoco encuentra diferencias en
cuanto a mortalidad por el aislamiento de SP resistente a penicilina
(aunque sí en cuanto a incremento en complicaciones supurativas), aporta
la asociación de mortalidad con el subgrupo en el que se detecta
bacteriemia por SP resistente a penicilina.
El incremento de las cepas de SP
resistente a penicilina durante los últimos años, y el hecho de no haber
aumentado el número de fracasos terapéuticos en los estudios clínicos,
hacen pensar que el éxito terapéutico resida más en la consecución de una
penetración tisular y acumulación de antibiótico en el tejido pulmonar,
que en la consecución de ciertos niveles séricos del fármaco.
Esto es lo que ocurre habitualmente cuando
utilizamos betalactámicos, macrólidos y fluorquinolonas, en el caso de la
neumonía neumocócica, pues se acumulan en el tejido pulmonar varias veces
por encima de su concentración sérica (hasta 10 veces), haciendo
susceptibles a gérmenes que están por encima del valor de resistencia
establecido por la NCCLS [23]. Sin embargo, cuando la neumonía no se
limita al parénquima pulmonar y se produce bacteriemia, sí parece lógico
que aumente la mortalidad cuando se produce la inadecuación de la
antibioterapia, como objetivan los estudios previamente referidos.
Si el objetivo de la terapia es mantener
durante al menos el 50% del intervalo entre dosis una CMI superior a la
del SP aislado, con dosis de 8-15 millones UI/día de penicilina, dividida
en 4-6 administraciones, podemos considerar sensibles a SP con CMI < 4 ugr/mL,
en el caso de neumonías del adulto no bacteriémicas, ni con extensión
meníngea [24].
Por otro lado, los macrólidos no son buena
alternativa al tratamiento con betalactámicos en neumonías por SP
resistentes a penicilina, dado que aproximadamente el 60% de estos
organismos son resistentes también a este grupo de fármacos [25], si bien
este punto no está absolutamente aclarado.
A la vista de los datos publicados hasta
la actualidad, la alternativa más razonable para este grupo de pacientes
afectos de infección pulmonar por SP con alta resistencia a penicilina y
macrólidos es el uso de una nueva fluorquinolona, del tipo del
levofloxacino [26, 27]. Recordemos que la rifampicina no debe ser
utilizada como monoterapia, dada la rápida emergencia de resistencias
[28].
La
antibioterapia empírica en pacientes afectos de neumonía de gravedad
moderada (ingresados en hospital y fuera de Intensivos), debe ser
combinada, incluyendo una cefalosporina de segunda (cefuroxima) o tercera
generación (cefotaxima o ceftriaxona), y un macrólido (eritromicina o
claritromicina), recomendando reservar la fluorquinolona (levofloxacino en
nuestro medio) para los casos comprobados de aislamientos de SP con alta
resistencia a penicilina (CMI > 4 ug/mL) [3].
En cuanto a la antibioterapia empírica de
pacientes afectos de NCG (críticos ingresados en Intensivos), debe de ser
combinada, incluyendo una cefalosporina de tercera generación (cefotaxima
o ceftriaxona), combinada con un macrólido (eritromicina o claritromicina)
o una fluorquinolona (levofloxacino) [3]. La combinación de una
cefalosporina de tercera generación y una fluorquinolona parece lo más
adecuado en casos de bacteriemia y/o extensión de la infección neumocócica
a otros órganos, como quedó explicado anteriormente.
La vancomicina en el entorno del paciente
crítico afecto de NCG no ha sido todavía bien documentada, pero caso de
incluirla en el régimen empírico, ha de ser retirada lo antes posible dada
la aparición de posibles resistencias, habiéndose ya documentado SP con
tolerancia a vancomicina [29].
Así mismo, ya se han descrito casos de SP
con susceptibilidad reducida a fluorquinolonas en Canadá [30]. Por los
motivos expuestos, considerar la emergencia de resistencias a la hora de
seleccionar la antibioterapia, tanto empírica como dirigida, parece
rentable desde el punto de vista clínico.
En último término, y al hilo de lo
expuesto anteriormente, los casos que ocurren en pacientes alérgicos a
betalactámicos serían candidatos para recibir una fluorquinolona en
monoterapia, combinada o no a vancomicina, o rifampicina.
3.2 Meningitis neumocócica
Para esta localización de la infección por
SP, es para cuando las CMI estandarizadas como sensibles, intermedias y
altas definidas por el NCCLS, referidas en este texto previamente,
alcanzan toda su importancia.
En cuanto a la incidencia, es en la
actualidad, una vez generalizada la vacunación conjugada frente a
Haemophilus influenzae y Neisseria meningitidis del grupo C, la
más frecuente en niños (excepto el periodo neonatal) y adultos, junto con
la producida por la Neisseria meningitidis del grupo B, y a
distancia por Listeria monocytogenes [31].
Centrando el problema en nuestro país, las
figuras más recientes publicadas de aislamientos de SP y su resistencia a
antibióticos pertenecen al estudio de Oteo y col. [13] para la Red Europea
de Vigilancia de Resistencia a Antibióticos, y se refieren al año 2000.
Incluye 622 aislamientos (LCR -5,5%- y sangre -94,5%-); el 33,1%
presentaron sensibilidad disminuida para la penicilina (22,2% intermedia y
10,9% alta). Fueron no sensibles a cefotaxima el 11%, el 21,1% resistentes
a la eritromicina y el 2,4% resistentes a ciprofloxacino.
Si comparamos estas cifras con las del estudio de Navarro y
col. [32], que publica los datos de la Comunidad de Aragón durante los
años 1995-1996 en 301 aislamientos clínicos, refiriendo un 61,8% de cepas
con sensibilidad disminuida para la penicilina (20,6% de alta
resistencia), siendo resistentes a eritromicina, cloranfenicol,
tetraciclina, cotrimoxazol, ciprofloxacino, cefotaxima y cefepime del
30,9%, 30,2%, 40,9%, 66,4%, 13,3%, 13,8% y 14,9% respectivamente, el
problema de la resistencia antibiótica del SP parece estabilizado y con
tendencia al decremento.
Es de reseñar que la mayoría de las cepas
que mostraban resistencia a eritromicina, ciprofloxacino y cefotaxima,
estaban en el grupo de la sensibilidad disminuida para la penicilina en
los dos estudios analizados.
Globalmente, la etiología neumocócica de
la meningitis es la que causa mayor mortalidad, pues la debida a Listeria
es más grave, pero mucho menos frecuente. Desde el punto de vista
clínico-epidemiológico, también hay que hacer referencia a que muchas veces es
producida por una infección en la vecindad, como es el caso de la otitis
media, localización en la que es más frecuente el aislamiento de SP
resistente a la penicilina [33].
En lo referente a las secuelas, la
situación no es menos preocupante, pues se presentan hasta en el 25% de
los casos, siendo las alteraciones cognitivas y la incapacidad para el
aprendizaje las más frecuentes y discapacitadoras; se consideran
secundarias a la apoptosis neuronal a nivel del hipocampo, de la que
parece responsable la traslocación del Factor Inductor de Apoptosis
Neuronal (FIA) inducida por las toxinas bacterianas del SP, y en
particular, la neumolisina y el H2O2 [34, 35].
Si tenemos en cuenta que en estudios
experimentales en conejos, se ha determinado que se han de alcanzar
concentraciones de antibiótico en el LCR 8-10 veces superiores a la CMI
del germen responsable para tener respuestas clínicas satisfactorias [36],
y que las concentraciones máximas alcanzables de penicilina en LCR son de
1 microgr/mL, es predecible una mala respuesta cuando la cepa de SP
muestra algún grado de sensibilidad disminuida para este antimicrobiano.
Siguiendo el mismo razonamiento teórico, cefotaxima y ceftriaxona pueden
alcanzar concentraciones en LCR entre 3-15 microgr/mL, y además muestran
CMI 2-4 veces menores que para penicilina, por lo que constituyen la base
del tratamiento empírico, hasta conocer el perfil de resistencia del
germen en el caso particular [37],
siendo las dosis utilizadas de cefotaxima 300-400 mg/kg/día (máximo 24 gr/día)
y las de ceftriaxona 70 mg/kg/día (máximo 4 gr/día).
Se desprende de lo antedicho que niveles
de resistencia altos para estos antibióticos han conducido a fracasos
terapéuticos, por lo que en zonas con alta prevalencia de resistencia a
beta-lactámicos, se asocia vancomicina al tratamiento empírico [14,
38-40], a dosis de 30 mg/kg/día.
Esta asociación parece haber demostrado
sinergia en el modelo animal, por lo que es ampliamente recomendada tanto
para el tratamiento empírico, como para el dirigido frente a una cepa que
presente cualquier grado de resistencia a la cefotaxima, pero no debe
darnos una seguridad absoluta, tanto porque esta sinergia no está
comprobada en el humano cuanto por el uso hoy en día generalizado de la
terapia adyuvante con dexametasona, que puede hacer disminuir la
concentración de ambos antibióticos en el LCR [41-44].
Además, y como ya hemos referido
anteriormente, la reciente descripción aunque no bien documentada, de
cepas de SP tolerantes a la vancomicina, acentúan el problema y obligan a
plantearnos otras alternativas [29, 45].
Como medida de seguridad, debemos seguir recomendando la punción lumbar de
control a las 24-48 horas de iniciar el tratamiento en todos los
pacientes.
Otra pauta antibiótica que tiene bastante
aceptación entre los casos de meningitis por SP resistente a cefotaxima,
si bien todavía no tiene refrendo documentado en ensayos clínicos
controlados que aporten un nivel elevado de calidad de la evidencia, es la
asociación de cefotaxima/ceftriaxona y rifampicina, pues el nivel de
resistencia del SP para este último es muy escaso, y las CMI habituales
son menores de 0,12 mcg/mL, alcanzándose concentraciones en el LCR en
torno a 1 mcg/mL con dosis de 600 mg/día.
Sin embargo, es de sobra conocida su
capacidad de inducir resistencias cuando se utiliza en monoterapia, por lo
que su uso debe ser combinado con otro antibiótico, excepto cuando se
administra para la profilaxis de la enfermedad meningocócica (durante dos
días). En el caso de asociación con cefalosporinas, se ha documentado en
un estudio realizado en niños afectos de meningitis por SP resistente a
cefalosporinas un aumento significativo de la acción bactericida de la
ceftriaxona [46].
Ante la alta prevalencia en nuestro medio
de resistencia al cloranfenicol por parte del SP, ya no se considera como
tratamiento electivo en pacientes alérgicos a betalactámicos; en estos
casos, la asociación de vancomicina y rifampicina muestra un buen perfil
de seguridad, y cabe también como aproximación al tratamiento
antimicrobiano en casos de SP con resistencia elevada a cefalosporinas.
Esta asociación se ha testado experimentalmente en el modelo de meningitis
del conejo, junto con la administración de dexametasona, comprobando la
ausencia de sinergia, pero consiguiendo una erradicación bacteriológica de
las meninges en 48 horas, mostrando la misma eficacia que cada uno de
ellos por separado. La combinación de ambos permite el uso de rifampicina
sin riesgo de aparición de resistencias y mantiene concentraciones de
vancomicina en LCR más elevadas cuando se administra conjuntamente
dexametasona, que si se trata con vancomicina en monoterapia [47, 48].
La situación actual de conocimientos, nos
lleva a pensar que probablemente el futuro no está en los betalactámicos,
siendo una buena alternativa teórica las fluorquinolonas, pues presentan
una buena penetración en LCR y una excelente actividad frente a SP. Así,
han sido testadas tanto experimentalmente como en la clínica, siendo
referidos unos resultados prometedores, observándose un aumento de la
actividad bactericida de la combinación cefotaxima/ceftriaxona y
levofloxacino [49-51].
El gran problema surge de la emergencia de
resistencias a este grupo terapéutico durante los últimos años [52-54],
con el consiguiente incremento de las CMI que hará inviable su utilización
para esta patología, por lo que no han sido testados hasta la actualidad
en ensayos clínicos para esta patología, quedando como opción puntual en
casos de multirresistencias, si bien se ha de tener en cuenta que la
aparición de una susceptibilidad disminuida para penicilina en el SP,
suele condicionar otras resistencias a antimicrobianos, como es el caso de
las fluorquinolonas.
Otro antimicrobiano útil en casos
aislados, pero no controlado mediante ensayos clínicos para la indicación
de meningitis producida por SP resistente a cefalosporinas e incluso
quinolonas, es cefepime, que ha sido testado en el modelo experimental de
meningitis del conejo, mostrando una elevada concentración en LCR (5,3-10
mcg/mL para una dosis de 100 mg/kg) que permite el tratamiento de
bacterias con CMI de hasta 4 mcg/mL [55, 56].
El grupo de carbapenemas también puede
ofrecer una alternativa válida en casos de SP resistentes a cefalosporinas;
entre ellos, el perfil farmacológico más favorable lo presenta el
meropenem, dado que no produce crisis convulsivas, como es el caso del
imipenem.
El meropenem ha sido probado
experimentalmente en el modelo de meningitis del conejo, obteniendo unas
concentraciones en LCR bactericidas para SP con resistencia alta a
penicilina (> 4 mcg/mL), habiendo sido ensayado en monoterapia y
combinado con vancomicina, rifampicina y ceftriaxona, sin documentarse
sinergia con ninguno de ellos, excepto en el caso de asociarse a
levofloxacino [57-60].
Por último, haremos referencia a la
reciente alternativa que supone el linezolid, perteneciente al grupo de
las oxazolidinonas, que presenta una CMI entre 0,4-4 mcg/mL para el SP
con sensibilidad disminuida a penicilina. Su farmacocinética permite el
paso a través de la barrera hematoencefálica (BHE), alcanzando unas
concentraciones en el LCR entre 1,6-7 mcg/mL con dosis de 40 mg/kg/día,
persistiendo hasta 6 días de tratamiento, o sea, una vez la BHE ha sido
restablecida en parte, o por completo. Estas razones le hacen valorable en
casos de infección meníngea por SP resistente a penicilina, así como por
otros gérmenes gram-positivos multirresistentes. Sin embargo, es de
reseñar la menor efectividad de linezolid frente a SP sensible a
penicilina comparado con cefotaxima/ceftriaxona, así como su escasa
capacidad bactericida marginal, que, junto con un retardo de 4 horas en su
acción antibacteriana a nivel meníngeo, hacen que su papel en la infección
meníngea por Streptococcus pneumoniae, tanto sensible como con
sensibilidad disminuida para la penicilina, sea realmente incierto [61,
62].
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Fundación Jiménez Díaz, Madrid
©REMI,
http://remi.uninet.edu. Septiembre 2004.
Palabras clave:
Streptococcus pneumoniae
multirresistente, Control de infecciones, Resistencia a antibióticos,
Cuidados Intensivos.
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