"Los hombres deben saber que
solo del cerebro provienen la alegría y el placer, la tristeza y el temor.
A través de él adquirimos el juicio y el conocimiento, vemos y oímos,
distinguimos lo dulce de lo insípido, el bien y el mal… De esta manera,
el cerebro ejerce el máximo poder sobre el hombre."
Hipócrates, "Sobre la
enfermedad sagrada" (4º siglo a.C.)
El delirio (“delirium” en
la literatura anglosajona) o síndrome confusional agudo es un grave
trastorno neuropsiquiátrico de origen orgánico, que se caracteriza por la
aparición de alteraciones de conciencia y de las funciones cognitivas y
suele tener un curso fluctuante. De carácter agudo, se manifiesta
habitualmente en horas o días, y de origen orgánico, se produce en el
contexto de una enfermedad médica general o a consecuencia del abuso o la
abstinencia de determinadas sustancias [1].
Sus manifestaciones más características incluyen alteraciones de la
atención (inatención o hipervigilancia) y de la percepción del medio
(ideas delirantes o alucinaciones), y cursa con agitación o hipoactividad,
siendo esta última forma menos llamativa y por tanto más difícil de
diagnosticar.
El delirio es un problema
minusvalorado en el enfermo crítico, pero se presenta en un elevado número
de pacientes ingresados en UCI y es probablemente la manifestación más
frecuente de disfunción aguda del sistema nervioso central, bien aislada o
bien formando parte del síndrome de disfunción multiorgánica [2].
A diferencia de otras disfunciones de órganos, nuestros conocimientos
sobre el delirio se encuentran aún en una fase de caracterización
fenomenológica, de descripción epidemiológica y de búsqueda de
herramientas diagnósticas útiles a la cabecera del enfermo. Solo
recientemente se han desarrollado dichas herramientas, pero su uso aún no
se ha generalizado. En una encuesta reciente, la mayoría de los
profesionales de las UCI consideraban que el delirio es un problema
frecuente y grave, pero reconocían que era un síndrome infradiagnosticado,
y solo una minoría utilizaba herramientas específicas para la detección
sistemática del delirio en sus pacientes [3].
Las consecuencias negativas del delirio van más allá de las derivadas de
las conductas agresivas y autolesivas de los pacientes con agitación, y
estudios recientes han mostrado que el delirio es uno de los principales
factores determinantes de la estancia hospitalaria [4] y de la
mortalidad a largo plazo de los pacientes ingresados en UCI que reciben
ventilación mecánica [5].
2. Criterios
diagnósticos del delirio |
El diagnóstico del delirio se basa en los criterios
definidos por la Asociación Psiquiátrica Americana en la 4ª versión del
Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, DSM-IV (tabla
I), o, alternativamente, los propuestos en la Clasificación Internacional
de Enfermedades (CIE-10). En ambos casos, los criterios diagnósticos se
basan en la opinión de expertos, y no han sido suficientemente validados.
Quizá por este motivo la frecuencia del delirio varía de unos estudios a
otros, en función de los criterios diagnósticos utilizados [6]. El método
de referencia para el diagnóstico de este síndrome es la entrevista
realizada por el psiquiatra con el paciente, que, conducida de una forma
estructurada, puede requerir unos 30 minutos. El instrumento usado más a
menudo en la actualidad para la detección de delirio en enfermos
hospitalizados es el método para la valoración del estado confusional (“Confusion
Assessment Method”, CAM), recientemente validado en nuestro país [7],
y utilizado a menudo por geriatras, al ser la población anciana
hospitalizada la de más elevado riesgo de delirio [8].
Tabla I. Criterios diagnósticos de delirio DSM-IV
American Psychiatric Association. Diagnostic and Statistical Manual
of Mental Disorders, Fourth Edition, Text Revision, 1994. |
A |
Trastorno de
conciencia (disminución de la claridad con que se percibe el
medio) Y disminución de la capacidad para centrar, mantener y
desviar la atención. |
B |
Trastorno del
conocimiento (déficit de memoria, desorientación o alteración del
lenguaje) O de la percepción que no se explica por la
existencia previa de demencia. |
C |
El trastorno se
desarrolla en un periodo corto de tiempo (habitualmente horas o
días), y tiende a fluctuar a lo largo del día. |
D |
Hay evidencia por la
anamnesis, exploración física o datos de laboratorio de que el
trastorno está causado por una condición médica general. |
La mayoría de los cuestionarios o
entrevistas diseñados para el diagnóstico del delirio resultan difíciles
de aplicar en el enfermo crítico, pues requieren un buen nivel de
conciencia y la presencia de habilidades verbales, motoras, visuales y
auditivas preservadas. En los últimos años se han desarrollado
herramientas alternativas, aplicables por médicos y enfermeros de UCI,
que, en un periodo de tiempo tan corto como de uno o dos minutos, permiten
detectar el delirio con un elevado grado de fiabilidad, incluso en
pacientes que no pueden seguir una entrevista hablada, como los que
requieren ventilación mecánica. Las dos principales herramientas son el
método para la valoración del estado confusional en UCI (CAM-ICU)
[9, 10], versión del CAM adaptada para el enfermo
crítico, y el listado para la detección del delirio en UCI (Intensive
Care Delirium Screening Checklist, IC-DSC) [11].
El CAM-ICU (tabla II) ha sido
validado para el diagnóstico del delirio en el enfermo crítico sometido a
ventilación mecánica, y se puede llevar a cabo en dos minutos por cada
paciente evaluado, por lo que se trata de una herramienta útil para ser
empleada en la detección sistemática del delirio en UCI. En el estudio de
validación 9, el CAM-ICU presentó una sensibilidad,
especificidad y valores predictivos positivo y negativo superiores al 90%,
comparado con el diagnóstico basado en el DSM-IV, y tuvo una excelente
concordancia entre observadores. El CAM-ICU tuvo la misma validez en los
subgrupos de pacientes mayores o menores de 65 años, con o sin sospecha de
demencia previa, y con APACHE-II mayor o menor de 23 puntos. El 60% de los
pacientes tenían limitaciones visuales o auditivas (necesidad de gafas o
audífonos), que deben ser tenidas en cuenta en la evaluación del delirio.
Tabla
II. CAM-ICU
Ely
EW, Inouye SK, Bernard GR, Gordon S, Francis J, May L, Truman B,
Speroff T, Gautam S, Margolin R, Hart RP, Dittus R. Delirium in
mechanically ventilated patients: validity and reliability of the
confusion assessment method for the intensive care unit (CAM-ICU).
JAMA 2001; 286:
2703-2710. |
1. Comienzo agudo o
curso fluctuante |
¿Hay evidencia de un
cambio agudo en su estado mental con respecto a la situación basal? ó
¿Ha cambiado la conducta del enfermo en las últimas 24 horas? (cambio
en la puntuación RASS o en la puntuación de Glasgow) |
2. Disminución de la
atención |
¿Presenta el paciente
dificultad para dirigir la atención?
¿Presenta el paciente dificultad para mantener y desviar la atención? |
3. Alteraciones
cognitivas |
¿Es el pensamiento del
paciente desorganizado e incoherente?
¿Contesta a preguntas y obedece órdenes durante la entrevista? |
4. Alteración de
conciencia |
¿Está el paciente
alerta e hipervigilante? (RASS > 0)
¿Está el paciente somnoliento o estuporoso? (RASS entre -1 y -3;
grados menores de reactividad se consideran coma) |
CAM-ICU: 1 + 2 + (3 ó 4) |
El CAM-ICU emplea la escala de
Richmond de sedación y agitación (Richmond Agitation Sedation Scale
[RASS]) [12] (tabla III) para valorar los
cambios en el nivel de conciencia, la única escala validada para la
monitorización del grado de sedación-agitación a lo largo del tiempo.
Dicha escala asigna el valor 0 al estado normal, con puntos positivos para
los grados crecientes de agitación y puntos negativos para los grados de
mayor profundidad de la sedación.
Tabla III. Escala
RASS (Richmond Agitation Sedation Scale) de
sedación-agitación
Ely EW, Truman B,
Shintani A, Thomason JW, Wheeler AP, Gordon S, Francis J, Speroff T,
Gautam S, Margolin R, Sessler CN, Dittus RS, Bernard GR.
Monitoring sedation
status over time in ICU patients: reliability and validity of the
Richmond Agitation-Sedation Scale (RASS).
JAMA 2003; 289:
2983-2991. |
+ 4 |
Combativo:
violento, representa un riesgo inmediato para el personal |
+ 3 |
Muy agitado:
agresivo, se intenta arrancar tubos y catéteres |
+ 2 |
Agitado:
se mueve de manera desordenada, lucha con el respirador |
+ 1 |
Inquieto:
ansioso, sin movimientos desordenados, agresivos ni violentos |
0 |
Despierto y tranquilo |
- 1 |
Somnolencia:
no completamente alerta, pero se mantiene despierto durante más de 10
segundos |
- 2 |
Sedación ligera:
se despierta brevemente a la voz y mantiene contacto visual durante
menos de 10 segundos |
- 3 |
Sedación moderada:
movimientos o apertura ocular a la voz, pero no dirige la mirada |
- 4 |
Sedación profunda:
no responde a la voz, pero se mueve o abre los ojos a la estimulación
física |
- 5 |
No despertable:
no responde a la voz ni a la estimulación física |
Procedimiento para la
valoración RASS:
-
Observar al paciente; si está
despierto, inquieto o agitado, puntuar de 0 a +4.
-
Si no está despierto, llamarlo
por su nombre y pedirle que abra los ojos y mire al examinador. Si
abre los ojos o responde con movimientos, puntuar de -1 a -3.
-
Si no responde a la llamada,
estimular al paciente dándole palmadas en el hombro y/o frotándole
el esternón, y puntuar -4 ó -5 según la respuesta.
|
El CAM, del que deriva el CAM-ICU,
ha sido evaluado recientemente por investigadores independientes, que han
encontrado una sensibilidad moderada y una especificidad subóptima, por lo
que el CAM sería únicamente un método de detección y no de diagnóstico
definitivo de delirio [13]. Del mismo modo, el
CAM-ICU debería considerarse un método de detección; se ha señalado que su
principal punto débil radica en su incapacidad para distinguir las
alteraciones de conciencia propias del delirio de las causadas por el
efecto de la medicación sedante [14], por lo
que podría sobreestimar de manera importante la incidencia de delirio en
los pacientes de UCI.
En el estudio de validación del
CAM-ICU [9], el 83% de los pacientes tuvieron
delirio en algún momento durante su estancia hospitalaria. El delirio tuvo
una duración media de 2,4 días. El 40% de los pacientes sometidos a
ventilación mecánica que se encontraban despiertos o fáciles de despertar
y eran capaces de mantener contacto ocular con el explorador y de obedecer
órdenes sencillas (medido de manera objetiva mediante la escala RASS de
sedación) tenían delirio. Al alta hospitalaria, la prueba minimental era
anormal (menos de 24 sobre 30 puntos) en la mitad de los supervivientes,
el 10% seguían con delirio, y el 20% tenían criterios parciales de
delirio. Sin embargo, otros estudios realizados en UCI han encontrado una
frecuencia de delirio mucho más baja: empleando el CAM-ICU [15]
y el IC-DSC [11] han
encontrado delirio en el 22% y el 19%, respectivamente, de los pacientes
evaluados, por lo que sin duda este aspecto precisa clarificación.
3. Factores
predisponentes |
El delirio rara vez es causado por un único factor,
siendo considerado un síndrome de etiología multifactorial, que resulta de
la interacción entre tres elementos:
-
La vulnerabilidad previa del sujeto (edad
avanzada, alteraciones cognitivas previas [demencia], discapacidades
sensoriales como hipoacusia y disminución de la agudeza visual, consumo
de sustancias con capacidad adictiva, como alcohol, nicotina y
psicofármacos).
-
Los factores ambientales (inmovilidad
prolongada, práctica de intervenciones y procedimientos sobre el
enfermo, sujeciones físicas, privación o sobreestimulación sensorial,
privación de sueño, ventilación mecánica, abstinencia de sustancias), y
-
Las alteraciones fisiológicas causadas por la
enfermedad aguda (sepsis, anemia, hipoxia, hipotensión, alteraciones
hídricas y electrolíticas, dolor insuficientemente tratado, uso de
fármacos psicoactivos, en especial opiáceos y benzodiacepinas).
Se ha señalado que el riesgo de delirio aumenta con el
número de factores presentes. No se conoce la importancia relativa de los
distintos factores predisponentes de delirio en el enfermo crítico, lo que
sería de utilidad para diseñar estrategias preventivas, ya que se ha
demostrado que con actuaciones destinadas a reducir la influencia de
determinados factores de riesgo se puede reducir la incidencia del delirio
en enfermos hospitalizados de edad avanzada [16].
4. Presentación
clínica y evolución |
Subtipos de delirio
La forma clásica del delirio, el que cursa con
agitación, es fácil de detectar, y se asocia a conductas agresivas con el
entorno y autolesiones (caídas, auto-extubaciones, arrancamiento de vías,
sondas y catéteres, etc.), que producen un aumento de morbilidad y una
prolongación de la estancia en UCI, e incluso pueden ser responsables de
la muerte de algunos pacientes.
El delirio hipoactivo se produce con una frecuencia
igual o mayor que el anterior, y sus manifestaciones más larvadas pueden
ser pasadas por alto si no existe un alto grado de sospecha clínica y se
emplea una herramienta de detección (como el CAM-ICU o el IC-DSC) de
manera sistemática. El delirio hipoactivo es difícil de distinguir de los
efectos farmacológicos de la medicación psicoactiva empleada, por lo que
su incidencia real en UCI es difícil de evaluar [17]. Los pacientes con
delirio hipoactivo tienen con menor frecuencia ideas delirantes, cambios
de humor, alteraciones del ciclo sueño-vigilia y variabilidad de los
síntomas que los casos de delirio hiperactivo, aunque a menudo se produce
un tipo mixto, con manifestaciones de hipo e hiperactividad que se
presentan de manera secuencial, lo que en muchos casos está en relación
con el uso de medicación sedante.
Se ha señalado que la etiología y la fisiopatología de
los dos subtipos de delirio pueden ser distintos [18]; en la encefalopatía
metabólica predominarían los tipos de delirio hipoactivos, con una
reducción del nivel de alerta del enfermo, mientras que en la privación de
sustancias predominan los tipos hiperactivos, con un nivel de alerta
aumentado y una mayor tendencia a la agitación. En general se puede decir
que el delirio hipoactivo es más grave, porque suele ser más grave la
enfermedad de base, y se asocia a prolongación de la estancia hospitalaria
y a una mayor mortalidad. El tipo de complicaciones asociadas a cada tipo
de delirio es también distinto, siendo las típicas del delirio hiperactivo
o agitado las autolesiones y los traumatismos, y las del delirio
hipoactivo las complicaciones derivadas de la inmovilidad, como las
úlceras por presión, infecciones y trombosis.
Persistencia del
delirio
Aunque tradicionalmente se ha pensado que el delirio es
un trastorno transitorio, los datos más recientes cuestionan esta
suposición. La mayoría de los pacientes ancianos hospitalizados que
presentan delirio no experimentan una resolución completa del mismo antes
del alta [19]. El 40% de los pacientes ancianos que desarrollan delirio en
UCI mantienen dicho trastorno en el periodo post-UCI [20]. Asimismo se ha
señalado que las dos terceras partes de los pacientes ancianos tienen
algún síntoma de delirio en el momento del ingreso en centros de
rehabilitación tras ser dados de alta hospitalaria, y un 16% reúnen todos
los criterios CAM de delirio [21]. Por tanto, a pesar de que habitualmente
se considera al delirio como una complicación aguda de duración limitada
en el tiempo, en muchos casos persiste como una secuela duradera, en
especial en personas de edad avanzada; el delirio podría así ser uno de
los principales determinantes de la merma en la independencia funcional y
la calidad de vida de muchos de los supervivientes de una enfermedad
crítica.
Escalas de gravedad
del delirio
Se han diseñado distintas escalas
para cuantificar la gravedad del delirio o para hacer un seguimiento de su
evolución (“Memorial Delirium Assessment Scale (MDAS)” [22],
“Delirium Index” [23]), pero ninguna de
ellas ha sido validada en el enfermo de UCI. El uso de escalas de gravedad
del delirio es útil con fines descriptivos y comparativos en
investigación, y podría facilitar las evaluaciones repetidas de los
pacientes y servir para monitorizar su respuesta al tratamiento
[24]. Una alternativa útil sería la de utilizar la
escala RASS de sedación-agitación como escala de gravedad del delirio, ya
que puntúa de forma graduada tanto los grados de hiperactividad como de
hipoactividad. Así, Milbrandt y col. han propuesto un sencillo “índice de
gravedad del delirio”, que solo requiere utilizar el CAM-ICU [25]
(tabla IV).
Tabla IV. Índice
de gravedad del delirio (IGD)
Milbrandt EB, Deppen S,
Harrison PL, Shintani AK, Speroff T, Stiles RA, Truman B, Bernard GR,
Dittus RS, Ely EW. Costs associated with delirium in mechanically
ventilated patients. Crit Care Med 2004; 32: 955-962. |
CAM-ICU
¾ |
IGD 0 |
CAM-ICU + |
IGD = Puntuación RASS + 1
(RASS en valor absoluto) |
Los
pacientes sin delirio (CAM-ICU) tienen un IGD de 0. Los pacientes con
delirio (CAM-ICU +) tienen un IGD igual al valor absoluto de la
puntuación RASS más 1: IGD = [RASS]+1.
Los grados RASS -4 y -5 indican
sedación profunda, que excluye la evaluación y el diagnóstico del
delirio, por lo que el rango útil de la escala RASS para calcular el
índice de gravedad del delirio está entre +4 y -3 [IGD máximo de 5
para el delirio hiperactivo y de 4 para el hipoactivo].
La puntuación diaria se
puede ir sumando durante toda la duración del delirio, lo que daría un
índice de gravedad acumulado. |
En los últimos años se han llevado a cabo varios
estudios de cohortes empleando las herramientas de detección del delirio
en UCI que han evaluado su importancia pronóstica. Ely y col. [5], en un
estudio de cohortes que incluyó 275 pacientes en ventilación mecánica
encontraron que los pacientes con delirio tuvieron una mayor mortalidad a
los seis meses (34% frente a 15%, p = 0,03), y una estancia hospitalaria
10 días más prolongada (p = 0,01) que los que no tuvieron delirio. El
delirio fue un predictor independiente de mortalidad, estancia prolongada,
duración de la ventilación mecánica y deterioro cognitivo tras el alta,
después de ajustar frente a covariables como la edad, la gravedad (APACHE-II),
la presencia de coma o comorbilidades y el uso de sedantes u opiáceos. La
aparición de delirio fue responsable de un aumento del 39% en los costos
en UCI y del 31% en los costos de la hospitalización, siendo éstos
directamente proporcionales a la duración y la gravedad del delirio [25].
Lin y col. [15] estudiaron una cohorte de 102 pacientes
en ventilación mecánica, encontrando que la mortalidad en UCI fue del
doble en los pacientes con delirio (63,6% frente a 32,5%), que fue un
predictor independiente de mortalidad en UCI, junto a la presencia de
shock y la gravedad de la enfermedad (APACHE-III).
El delirio es una complicación evitable de la
enfermedad aguda, habiéndose demostrado cómo la puesta en práctica de
intervenciones específicas sobre determinados factores de riesgo puede
reducir la incidencia del delirio en enfermos hospitalizados de edad
avanzada 16. Aunque la utilidad de éstas u otras intervenciones
no ha sido evaluada en el enfermo de UCI, se pueden proponer unas
recomendaciones generales:
Medidas propuestas
para prevenir el delirio
Intervenciones específicas:
-
Funciones
cognitivas: Estimular la orientación del
paciente y su relación con el medio: horarios flexibles y ampliados de
visitas, reloj visible, luz natural (noche y día). Mantener el mayor
grado de comunicación con el paciente. Todo el personal en contacto con
el paciente debe llevar identificación y presentarse a sí mismo cuando
se dirige a él. Explicar al paciente su enfermedad y todos los
procedimientos e intervenciones que se llevan a cabo. Actividades
terapéuticas programadas: discusión y conversación sobre cuestiones de
actualidad o interés, recuerdos estructurados, etc. Permitir la
dentadura postiza; permitir periódicos, lecturas, música, radios y
televisores.
-
Privación
de sueño: Intentar evitar la sedación
farmacológica y favorecer el sueño por medios naturales: oscuridad y
silencio nocturnos, música relajante; bebidas nocturnas (vaso de leche o
infusión no estimulante), ajuste de los horarios de medicación y toma de
constantes para respetar las horas de sueño.
-
Inmovilidad: Movilización precoz,
sesiones de ejercicios pasivos y ejercicios activos, limitar el tiempo
de encamamiento, limitación de dispositivos que reducen la movilidad
(sondas, catéteres, equipos de monitorización), evitar las sujeciones
físicas.
-
Limitaciones visuales: uso de gafas
siempre que sea posible, adaptación ambiental para el discapacitado
visual.
-
Limitaciones auditivas: audífonos,
limpieza auditiva, adaptación ambiental para el discapacitado auditivo.
Intervenciones generales:
-
Sedación.
Uso de un protocolo de sedación y de una escala validada de
sedación-agitación (escala RASS, escala de Riker). Uso de una
herramienta para la detección o diagnóstico de delirio (CAM-ICU o IC-DSC).
Hacer explícito el nivel de sedación deseado para cada momento y
actividad del día. Interrupción diaria de la sedación para eliminar
sedación excesiva. Sedación “dinámica” (grado de sedación variable,
adaptado a las circunstancias de cada momento). Uso preferente de dosis
intermitentes sobre infusiones continuas.
-
Traqueostomía precoz (reduce la
necesidad de sedación, mejora la capacidad de comunicación del
paciente).
-
Tratamiento del dolor; reducir la dosis
de opiáceos necesaria con el uso de otros analgésicos no opiáceos, como
paracetamol, dipirona y ketorolaco.
-
Evitación
de fármacos productores de delirio
-
Previsión
y tratamiento precoz del síndrome de abstinencia
de sustancias consumidas antes del ingreso en UCI (alcohol, nicotina,
benzodiacepinas, opiáceos, etc.)
-
Previsión
y tratamiento precoz del síndrome de abstinencia tras sedoanalgesias
prolongadas en UCI (reducción gradual de
las dosis).
-
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Eduardo Palencia Herrejón
Hospital Gregorio Marañón, Madrid
©REMI,
http://remi.uninet.edu. Mayo 2005.
Palabras clave:
Sepsis grave, Encefalopatía séptica,
Delirio, Síndrome confusional agudo.
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