ISSN: 1578-7710

  Natividad de Caravaggio
 

 

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Revista Electrónica de Medicina Intensiva
Arte nº 21. Vol 5 nº 12, diciembre 2005.
Autor: Beatriz Sánchez Artola

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Caravaggio: Natividad naturalista
Michelangelo Merisi da Caravagio (Italia 1571-1610). Natividad con San Francisco y San Lorenzo, 1609. Óleo sobre lienzo (268x197 cm). En paradero desconocido.

 

Caravaggio ha subyugado a numerosos escritores por su indiscutible genialidad y por su agitada vida. Un pintor con sombras bellísimas sobre el lienzo y oscuridades inquietantes en su vida de “culebrón”. Vehemente, acerbo y con especial habilidad para tener líos con la justicia, estuvo encarcelado en varias ocasiones: por injurias, por arrojarle un plato de alcachofas a un ventero, por apedrear a los sbirri, la denostada policía romana… En 1606 durante una pelea mató (según las crónicas involuntariamente) en defensa propia y con la mera intención de herirle, a un principal enemigo suyo. Fue sentenciado a muerte, viéndose obligado a huir de Roma y ser un fugitivo hasta el final de sus días. Este acontecimiento le volvió más taciturno y sombrío y sus obras, más que nunca se impregnaron de sus propios sentimientos trágicos.

En Sicilia pintó dos Natividades en la misma etapa artística, muy diferentes en intención y resultado. La “Adoración de los pastores”, un encargo de los monjes capuchinos de Mesina, es en ciertos aspectos más ortodoxa. A la de Palermo, mostrada aquí, para el oratorio franciscano de San Lorenzo, la dotó de un cariz más devoto, ajustándose a los deseos de sus pagadores. Para ello utiliza el recurso anacrónico de incluir en la escena dos santos. San Francisco, austero y reflexivo, se sitúa en actitud de adoración justo a la espalda de María. San Lorenzo, patrón de la oración, aparece a la izquierda del lienzo. El pintor da a este último personaje una clara preeminencia, reservándole más de la mitad del espacio horizontal del lienzo, casi tanto como el conjunto de las otras cuatro figuras adultas, situándole en el primer plano y vistiéndole con unas luminosas ropas talares ocres que destacan en la penumbra de la composición. Los personajes todos ataviados contemporáneamente no poseen, ni siquiera el niño, halos u otros signos de santidad o deidad. Únicamente el ángel alude a la divinidad. Para representar a la madre recurre a la iconografía de las Madona del Parto. La mujer no permanece en actitud de adoración como suele ser habitual; contempla a su hijo con dulzura mientras sentada en el suelo descansa de los trabajos del parto, con las ropas aún desordenadas y el cabello recogido con sencillez, sin tocado. Como curiosidad, el José de esta pintura aparece inusualmente juvenil, con las piernas sólo parcialmente cubiertas con un manto y girado con despreocupación para conversar con un hombre al que le señala a su hijo.

Desgraciadamente no podemos apreciar esta magnífica pintura al natural, ya que en 1969 fue robada del Oratorio de Palermo.

Feliz Navidad, felices vacaciones un año más a los amigos de REMI.

Enlaces y bibliografía:

Beatriz Sánchez Artola
Hospital Gómez Ulla, Madrid
©REMI, http://remi.uninet.edu. Diciembre 2005.

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última modificación: 01/07/2007