Caravaggio en sus lienzos permanece fiel a su
intención de reinterpretar las escenas religiosas aportando aspectos
novedosos, realistas y a menudo críticos que no son bien aceptados
por un sector de sus contemporáneos, especialmente por el universo
eclesiástico. Esta bella madona, encargada para la capilla de los
Cavalletti dedicada a la Virgen de Loreto, no fue ajena a esta
tendencia, si bien sí fue aclamada por la mayoría de los ciudadanos.
Uno de los detalles más censurados fue la exposición en primer plano
de la absoluta indigencia de los adoradores; los pies descalzos y
sucios del hombre y el paño raído que cubre el cabello de la
peregrina irritaron sobremanera a parte de la población romana que
no toleraba la proliferación de mendigos en sus calles y que vio en
esta representación un alarde exhibicionista indecoroso.
También decide sustraerse, como lo hiciera en
el siglo anterior Rafael, a la tradición loretiana de la “casa
voladora” (sostenida por ángeles) que para el artista suponía un
despropósito. En lugar de ello, dibuja a una mujer tangible, lo
suficientemente corpórea como para que su sombra se proyecte en los
decadentes muros, que con los pies desnudos sale a recibir a sus
visitantes y se apoya en la entrada de la casa con el niño en brazos
en una postura casi natural. Este genio de la luz y los volúmenes no
recurrió al abuso iconográfico (casi se diría que se ve forzado por
las circunstancias a dejar un único símbolo en cada obra que evite
su rechazo), ni necesitó decorados grandilocuentes, de hecho suele
obviar el entorno, para dar a cada una de sus figuras su
singularidad.
Feliz Navidad o días de descanso y reencuentro
a todos.
Beatriz Sánchez Artola
Hospital Gómez Ulla, Madrid
©REMI, http://remi.uninet.edu.
Diciembre 2006.
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