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  Revista Electrónica de Medicina Intensiva
Carta nº 1. Vol 7 nº 11, noviembre 2007.

Autor: Eduardo Palencia Herrejón
 
 
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¿Debe desaparecer la especialidad de Medicina Intensiva?

Evidentemente, no. Los especialistas en Medicina Intensiva son absolutamente esenciales para atender al enfermo crítico, y tienen, junto al resto de las especialidades, un papel protagonista para satisfacer con las máximas garantías las necesidades sanitarias de la población. Las tareas del intensivista exigen un conjunto de conocimientos y habilidades que no se adquieren si no es por medio de un programa de formación específico. Por eso somos una especialidad desde hace 30 años, durante los cuales se han formado miles de profesionales altamente cualificados: los profesionales del enfermo crítico.

En los últimos meses se ha vuelto a poner en cuestión esta realidad tan elemental con la creación, a instancias del Ministerio de Sanidad y Consumo, de una comisión paritaria entre anestesiólogos e intensivistas que ha recibido el encargo de discutir la fusión de ambas especialidades en una sola. En la práctica, dicho proyecto de fusión supondría, simple y llanamente, la desaparición de la especialidad de Medicina Intensiva, y su integración dentro de la especialidad de Anestesiología y Reanimación; se ha propuesto ya un nombre para esta nueva especialidad “dos en uno”: “Anestesiología y Medicina Crítica”. Estos campeones de la medicina adquirirían en un solo periodo de formación todos los conocimientos y habilidades que ahora se adquieren en dos programas de formación que son completamente diferentes, y atenderían simultáneamente las UCIS y los quirófanos.

La mera existencia de esta comisión, creada no se sabe por qué, aunque sí para qué, es una anomalía inexplicable, y solo cabe oponerse a ella enérgicamente y pedir su desaparición. Su creación se ha llevado a cabo sin consultar con las sociedades científicas ni las comisiones nacionales de ambas especialidades. No se han contestado los requerimientos realizados desde la SEMICYUC. Sus miembros, elegidos por libre designación, no actúan en representación de nadie, y la composición de la comisión no refleja el conjunto de ninguna de las dos especialidades. Se pretende que sus integrantes lleguen (este mismo mes) a un acuerdo, y presenten un programa de formación único; no parece por tanto que se permita otra opción ni se contemple otra posibilidad que no sea imponer la fusión. El encargo que se le ha dado contrasta abiertamente con el espíritu y la letra de la LOPS, la Ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias, que promueve el desarrollo de un sistema troncal de especialidades médicas. Los promotores de esta comisión no se plantean una troncalidad, sino una especialidad mutante que abarque ambas especialidades, lo que supondría en la práctica la creación de un nuevo concepto: la ESPECIALIDAD DOBLE.

Rechazamos esa imposición, por descabellada y antidemocrática. Es evidente que, para mantener dentro del programa formativo de esos superprofesionales todos los conocimientos que ahora se adquieren por separado, se necesitaría un número de años mayor, como mínimo de siete u ocho, lo que es absolutamente inviable, y pretender hacerlo en menos tiempo supondría rebajar gravemente los contenidos formativos de ambas especialidades, con lo que en realidad estaríamos creando una INFRAESPECIALIDAD de profesionales mediocres, tanto para la práctica de la Anestesiología como de la Medicina Intensiva.

El conjunto de competencias que debe reunir el intensivista ha sido definido por la Sociedad Europea de Medicina Intensiva (“European Society of Intensive Care Medicine”) en el proyecto “Cobatrice”. Dichas competencias no se adquieren en un cursillo acelerado, ni añadiendo con calzador una rotación de seis meses en el programa de otras especialidades, ni con órdenes ministeriales, sino que requieren de un programa formativo completo. En España, este programa formativo es el de la especialidad de Medicina Intensiva, que durante cinco años sienta las bases para el ejercicio profesional de la Medicina Intensiva. Y ninguna otra especialidad médica incluye en su programa formativo, ni de lejos, ese conjunto de conocimientos y habilidades necesario para ejercerla. Es así de sencillo.

La especialidad de Medicina Intensiva tiene su sitio dentro de un sistema troncular de especialidades médicas, y su ubicación natural es el tronco de la Medicina Interna, donde, tras un periodo de formación común, quien lo deseara progresaría a la especialización en Medicina Intensiva. Desde la especialidad de Anestesiología, como también desde otras especialidades, se podría además facilitar el acceso a la especialidad de Medicina Intensiva tras un programa de formación específico adicional de dos años, realizado en un Servicio de Medicina Intensiva acreditado para ello; este sistema de “puentes” entre especialidades también está contemplado en la LOPS, es razonable y versátil, puede servir para paliar las necesidades de algunos especialistas sin merma de la calidad asistencial, y puede también favorecer las expectativas de muchos profesionales. Por supuesto, estos puentes entre especialidades deberían ser bidireccionales, facilitando el paso en ambos sentidos, y no en uno solo.

Por último, la dedicación a la Medicina Intensiva no puede ser a tiempo parcial, en los ratos libres que te deje el quirófano o cualquier otra actividad, sino que solo se puede ejercer con garantías por el intensivista, proceda de donde proceda, que recibe formación continuada y ejerce su actividad profesional en este campo de la medicina. Lo contrario sería sencilla y llanamente una estafa para los ciudadanos, que exigen competencia profesional y no mediocridad.

Eduardo Palencia Herrejón
Jefe de Sección, Servicio de Medicina Intensiva
Hospital General Universitario Gregorio Marañón, Madrid
Director de la Revista Electrónica de Medicina Intensiva
Vicesecretario de la SEMICYUC

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