Revista Electrónica de Medicina Intensiva
Artículo
especial nº 110. Vol 9 nº 10, octubre 2009
Autor: Fernando Martínez Sagasti
http://remi.uninet.edu/2009/10/REMIA110.html
Ensayos clínicos en sepsis: un análisis crítico (primera parte) El contenido fundamental de este artículo se presentó como ponencia en el XLIV Congreso de la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (SEMICYUC), celebrado en Valladolid en junio de 2009. 1. Introducción La gran cantidad de resultados negativos que están arrojando casi todos los ensayos clínicos aleatorizados (ECA) en el campo de la sepsis grave obliga a un replanteamiento global de la investigación clínica en este área. Aunque, comparados con otros ámbitos de investigación, la calidad global de los ECA en sepsis es buena y sigue en general las recomendaciones del “Consolidated Standards of Reporting Trials” (CONSORT) [1], el principal problema metodológico que plantean es la heterogeneidad a diversos niveles:
La falta de estratificación de los ECA contemplando esta variabilidad puede estar provocando el fracaso de diferentes medidas terapéuticas que podrían ser eficaces en grupos concretos de pacientes que habrá que identificar. Este artículo pretende llamar la atención sobre el hecho de que los ECA en sepsis tienen fuentes muy importantes de heterogeneidad y variables de gran impacto en la mortalidad mal controladas que pueden ser la clave de que fracasen en demostrar el beneficio de terapias o estrategias teóricamente eficaces en las fases previas de investigación. 2. Importancia del problema Como ocurre con el síndrome coronario agudo (SCA), la correcta identificación y estratificación del paciente séptico permite instaurar un conjunto de medidas terapéuticas que, administradas precozmente, mejoran significativamente la supervivencia [2, 3]. Sin embargo, aunque las medidas que disminuyen la mortalidad son sencillas, no necesitan equipos sofisticados y están al alcance de cualquier hospital, a veces no se ejecutan correctamente [4]. Posiblemente, una de las razones por las que la sepsis continúa teniendo elevada mortalidad (del 28% la sepsis grave y del 40-50% el shock séptico) es porque se identifica tarde. En España, aproximadamente el 10% de los pacientes que acuden a los Servicios de Urgencias hospitalarios se diagnostican de un proceso infeccioso, y de éstos un 20% requieren ingreso. No obstante, la verdadera incidencia de la sepsis en Urgencias probablemente está infraestimada por una inadecuada detección [5]. Por tanto, es fundamental trabajar en dar a conocer entre los médicos en general la importancia de detectar pronto al paciente séptico para iniciar en él las medidas adecuadas de resucitación precoz guiada por objetivos, toma de cultivos y administración inmediata de antibióticos dirigidos al foco. Igualmente, está totalmente justificado seguir investigando estrategias y fármacos que disminuyan una mortalidad tan elevada. Aunque, posiblemente, la mejor forma de avanzar en el desarrollo de medidas terapéuticas nuevas sea a través de los ECA, su frecuente fracaso en demostrar reducción de mortalidad, obliga a realizar un análisis crítico de sus posibles causas. 3. Antecedentes La sepsis se ha entendido desde hace años como una interacción entre el agente causal y el huésped a través de la llamada respuesta inflamatoria sistémica. Con la Conferencia de Consenso de definiciones de sepsis [6] y su ratificación en la Conferencia Internacional de 2001 publicada en 2003 [7], se logró mayor homogeneidad en la nomenclatura de las distintas situaciones clínicas a que da lugar el síndrome séptico. Básicamente, se definió el síndrome de respuesta inflamatoria sistémica ("Systemic Inflammatory Response Syndrome", SIRS) como la adaptación del huésped a una agresión, microbiológica o no, y la sepsis como el SIRS de causa infecciosa (Tabla I). Se acordó que cuando la sepsis producía alguna disfunción orgánica se denominase sepsis grave y si la disfunción hemodinámica no respondía a volumen y precisaba asociar aminas se definiera como shock séptico. Esto generó que la mayor parte de ECA en sepsis que se desarrollaron posteriormente hayan basado sus criterios de inclusión en estas definiciones, lo que inicialmente pareció más adecuado e incluso una exigencia en el diseño, pero veremos cómo ha podido ser un motivo más de heterogeneidad que ha contribuido al fracaso. Entre otras cosas porque al ser criterios diagnósticos altamente sensibles, permitiendo detectar bien al paciente séptico, son poco específicos, cumpliéndolos otras entidades nosológicas (estados postoperatorios, embolismo pulmonar, insuficiencia cardiaca, pancreatitis, ictus, etc.) que nada tienen que ver con la sepsis.
También es importante recordar que el s índrome séptico es un proceso dinámico y continuo en el que no se conoce bien cuándo o porqué unos pacientes desarrollan la expresión más grave y evolucionan al fracaso multiorgánico y otros no. 4. Calidad y utilidad de un ensayo clínico Vista la importancia del problema, es fácil entender la gran cantidad de ECA que se han desarrollado en el ámbito de la sepsis en los últimos años [8, 9]. Sin embargo, para poder sacar conclusiones ciertas a través de los ECA es fundamental que estos tengan una alta “calidad”. La calidad es un concepto multidimensional que hace alusión al diseño, a la forma de realización del estudio y a su análisis pero también a su relevancia clínica y a su forma de publicarlo. En general, la calidad de un EC vendría dada por la capacidad de generar conocimiento o resultados ciertos, sin sesgos. El concepto de calidad también incluye un aspecto ético. El ECA debe llevarse a cabo respetando la dignidad de los pacientes y siempre que el riesgo/beneficio esté justificado. Actualmente, deben seguir las recomendaciones de la declaración de Helsinki y sus revisiones posteriores (http://www.wma.net/es/30publications/10policies/b3/index.html). En España se exige este componente ético, y desde la publicación en el BOE del Real Decreto 561/1993, de 16 de abril, es necesario que todos los ECA sean aprobados por un Comité de Etica e Investigación Clínica en el que debe haber representantes no sanitarios. Uno de los primeros problemas que aparece al desarrollar un ECA en pacientes sépticos es precisamente cómo mantener un equilibrio entre la llamada “validez interna” del ensayo y su “validez externa” [10], puntos fundamentales para asegurar la calidad del EC. La “validez interna” implica que las diferencias observadas entre los grupos de pacientes asignados a diferentes intervenciones, salvo un error de aleatorización, se deben al tratamiento en investigación. La “validez externa” hace alusión a la posibilidad de generalización de los resultados a otras circunstancias, a otros pacientes. Evidentemente, la validez interna es un requisito previo para considerar la extrapolación o validez externa. Para garantizar la validez interna, el EC debe cumplir una serie de requisitos sobre los que se han publicado detallados artículos [10, 11]. Entre ellos hay que destacar, brevemente, los siguientes:
Por todo ello, en los años 90 se hizo un esfuerzo considerable tratando de homogeneizar todos estos hechos y se establecieron unas normas básicas que todo ECA debía cumplir para garantizar una alta calidad. Se conoce como la declaración CONSORT [1]. Con esta sistemática se pretende que todos los ECA se desarrollen y se publiquen cumpliendo un “check list” y un “diagrama de flujo” en los que se pueda apreciar que garantizan cada una de estas partes esenciales. Así mismo, debe presentarse una tabla que detalle las características basales principales de cada una de las ramas del estudio expresada en su magnitud absoluta y no sólo según la significación estadística. Una vez comprobado que el ECA tiene una buena validez interna es necesario analizar su validez externa, es decir, su posibilidad de generalización a pacientes de la práctica clínica diaria. Aquí puede surgir otro de los problemas de los ECA en sepsis, en la dificultad para mantener una buena “representabilidad” de los pacientes incluídos sin una excesiva heterogeneidad que actúe como un factor de confusión impidiendo que una medida eficaz muestre su verdadero efecto [12]. Un ECA de gran calidad debería permitir extrapolar la medida o fármaco analizado a los pacientes que se atienden diariamente. Así, se deben analizar los criterios de exclusión. Por ejemplo, hay que comprobar si hubo o no limitaciones en la edad, o si se excluyó a pacientes con cardiopatía previa o con insuficiencia renal o hepática o enfermedad pulmonar (EPOC). En general, se considera un ECA de mejor calidad al que no aplica muchos criterios de exclusión (más validez externa) pero en el caso de la sepsis esto es otra fuente de heterogeneidad. Es muy importante que el ECA haya considerado todos los resultados clínicamente relevantes, especialmente los efectos adversos, para poder valorar el riesgo/beneficio real de la intervención. Incluso debe hacerse un análisis sobre si se precisan recursos adicionales a los habituales para poder llevar a la práctica clínica la nueva medida. En general, la validez externa es difícil de cuantificar y entrar ahora en detalle excede el objetivo de este artículo. Esta revisión pretende llamar la atención sobre el hecho de que, aunque los ECA en sepsis cumplan bastante bien los requisitos del CONSORT y se ajusten a los puntos fundamentales que se han comentado, es decir, tengan una alta calidad teórica, tienen fuentes muy importantes de heterogeneidad y variables de gran impacto en la mortalidad mal controladas que pueden ser la clave de que reiteradamente fracasen en demostrar el beneficio de terapias o estrategias teóricamente eficaces en las fases previas de investigación. [fin de la primera parte] Fernando Martínez Sagasti Bibliografía:
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