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  Guerra y medicina
 

 

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Revista Electrónica de Medicina Intensiva
Especial Irak nº 2. Vol 3 nº 4, abril 2003.
Autor: Eduardo Palencia Herrejón

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Publicaciones médicas en época de conflictos. ¿qué grado de implicación?

Un editorial reciente de la revista Lancet se titula: "¿qué puede hacer el director de una revista médica en tiempos de guerra?" ("What can medical journal editors do in war?"). Los autores, un matrimonio croata, narran las vicisitudes que sufrió la revista cuya gestación coincidió con el inicio de la guerra serbio-croata de principios de los 90, cómo su revista se impregnó de la guerra y se transformó por ella.

Los acontecimientos recientes nos hacen sin duda reflexionar a todos. ¿qué opinión tenemos sobre esta guerra? ¿o sobre las guerras en general? ¿puede decirse que hay una guerra justa?. ¿debemos hacer algo?. En estos tiempos de acción las palabras pierden significado. Las palabras son más manipulables que las imágenes. Oímos hablar de guerra humanitaria, de guerra liberadora, pero la realidad es muy otra, es destrucción, sufrimiento, muerte, dolor, todos ellos de una intensidad inimaginable para nosotros.

Estamos lejos, posiblemente a salvo, y percibimos solo una pequeña porción de la terrible realidad que supone una guerra para quienes la sufren. La muerte, la destrucción y el sufrimiento que produce la guerra deben ser de una magnitud muy superior a lo que podamos imaginar.

En el número monográfico antes mencionado de Lancet (de diciembre de 2002) se incluyen comentarios sobre distintos aspectos relacionados con las consecuencias para la salud de la guerra, de las guerras. El poso que queda al leer este suplemento es que no hay guerra, al menos tal como nos la presentan, sino guerra sucia: uso del agua como arma, bombas con uranio empobrecido que penetran en los búnqueres, para que nadie pueda escapar, y dejan contaminación duradera, destrucción de hospitales, secuelas respiratorias y psicológicas terribles de los que para las frías estadísticas se consideran supervivientes "ilesos", desplazamientos, refugiados, epidemias, hambre, mortalidad infantil... La guerra es irracional, y toda reflexión sobre ella, sobre sus consecuencias, choca con la terrible realidad: muerte, destrucción, y sufrimiento provocados de manera intencionada para rendir y dejar inerme y moribundo al contrario. Solo entonces, quizá, le concedamos el perdón, a cambio de una larga y dolorosa penitencia, de un país sembrado de cadáveres y sin futuro, y de unos sustanciosos beneficios para los vencedores.

En situaciones extremas, como la guerra, es imposible no tomar partido; el hombre es político por naturaleza, y esto trasciende la afiliación a partidos o ideologías. La Revista Electrónica de Medicina Intensiva toma partido, como no puede ser de otra manera, contra la guerra, contra las violaciones que se producen en ella, cada día, con cada acción armada, contra la vida y la salud de los seres humanos, contra la despiadada y sistemática inhumanidad de la guerra.

Esta guerra no es un videojuego. Las noticias llegan día a día, las imágenes que han escapado a la censura hablan de forma muda y descarnada de la realidad. Esta guerra asimétrica, en la que unos ponen las balas y otros los muertos, es inmoral:

  • El aniquilamiento de gran número de seres humanos.

  • Los bombardeos masivos sobre las ciudades.

  • El uso de armas de destrucción indiscriminada, como las bombas en racimo y las bombas de uranio empobrecido.

  • El uso de armas de destrucción masiva, con una potencia destructiva nunca conocida hasta ahora.

  • La destrucción de objetivos civiles. La consideración de ciudades superpobladas, llenas de civiles indefensos, como "objetivo militar legítimo".

  • La destrucción de infraestructuras básicas para una sociedad, como son los transportes y las comunicaciones.

  • La interrupción de los suministros básicos a poblaciones: agua, alimentos, electricidad, medicinas.

  • La distribución de "ayuda humanitaria" por parte del ejército que ha creado su necesidad; esta ayuda no es solo un sarcasmo; es siempre selectiva, arbitraria, insuficiente y atendiendo a la lógica y los intereses de la guerra.

Todas estas acciones inmorales están siendo cometidas por los ejércitos estadounidense y británico; no están luchando contra un dictador; lo que han atacado y están destruyendo es un país de 25 millones de habitantes, la mayoría de los cuales no conoce la paz (más del 50% de los habitantes de Irak tiene menos de 18 años). ¿podemos acaso imaginarnos a nosotros mismos y a nuestros hijos sin comida, sin agua, sin hogar, oyendo las detonaciones, viendo nuestro mundo, nuestra cultura destruidos, perdiendo a nuestros seres queridos?. La labor del médico no puede quedar en recoger los despojos de los cadáveres humeantes, en tratar las epidemias provocadas de forma prácticamente voluntaria y premeditada por quienes quieren acabar con la resistencia de aquéllos a quienes han declarado enemigos, buscando la capitulación de ciudades pobladas por más de un millón de habitantes, como Basora, por hambre, sed y enfermedad. Es necesario denunciar desde cualquier foro esta situación, evitar que se mantenga ni un solo día más, lo que significa necesariamente que hay que denunciarla todos y cada uno de los días, mientras dure.

Las atrocidades de esta guerra están siendo denunciadas bastante claramente por organismos internacionales y ONG, como las Naciones Unidas, la Organización Mundial de la Salud, UNICEF, Cruz Roja Internacional, Médicos sin Fronteras, Médicos del Mundo, etc. Se han podido leer las noticias en cualquier periódico. Todo en vano. No pararán hasta ver cumplido su objetivo. Seremos cada vez más incapaces de calibrar el sufrimiento que esta decisión irrevocable de dominar al "enemigo" provocará en millones de personas. El mundo cada día de guerra, cada día de ocupación, es un mundo peor.

Eduardo Palencia Herrejón
©REMI, http://remi.uninet.edu. Abril 2003.

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última modificación: 01/07/2007