ISSN: 1578-7710

  Comentarios al artículo nº 914
 

 

   REMI está dirigida exclusivamente a profesionales de la salud

Primera página
Organigrama

Política de privacidad
Derechos de copia

Secciones:
Enlaces
Club de lectura
Pautas de actuación
Debates
Casos clínicos
Arte y Medicina

Revista:
REMI 2001, Vol 1
REMI 2002, Vol 2
REMI 2003; Vol 3
REMI 2004; Vol 4
REMI 2005; Vol 5
REMI 2006; Vol 6
REMI 2007; Vol 7
Buscar

 

Auspiciada por la

 

Web Médica Acreditada. Ver más información

 

REMI suscribe los principios del código HON de la Fundación Salud en la Red
REMI suscribe los principios del código HON
Compruébelo aquí

 

 

 
Revista Electrónica de Medicina Intensiva
Comentarios al artículo nº 914. Vol 5 nº 11, noviembre 2005.

Arriba ]


Intubación traqueal prehospitalaria en el traumatismo craneal moderado y grave. Comentarios

[Iván Ortega Deballon] [Nieves de Lucas García] [Eduardo Palencia Herrejón] [Ángel Rodríguez García] [Iván Ortega Deballon]

Artículo REMI: Molina Domínguez E. Intubación traqueal prehospitalaria en e traumatismo craneal moderado y grave. [REMI 2005; 5 (11): 914]

Artículo original: Davis DP, Peay J,  Sise MJ, Vilke GM, Kennedy F, Eastman AB, Velky T, Hoyt DB. The impact of prehospital endotracheal intubation on outcome in moderate to severe traumatic brain injury. J Trauma 2005; 58: 933-939. [Resumen] [Artículos relacionados]


Comentario Iván Ortega Deballon

¿Hace mención el estudio al procedimiento utilizado para la intubación precoz (IP)?.

Si la secuencia rápida de intubación empleada (SRI) es la propuesta por el PHTLS-ATLS (Prehospital Trauma Life Support-Advanced Trauma Life Support) no es de extrañar, porque es cuando menos cuestionable, y preconizan una SRI casi carente de apoyo farmacológico (sedoanalgesia y relajación), y solo un uso (¿abusivo?) de la lidocaína de forma casi sistemática, sobretodo en pacientes pediátricos.

En mi humilde opinión, el procedimiento de IP americano, al ser tan distinto al de los servicios de emergencia médica europeos (SEM) no permitiría extrapolar el resultado de este estudio, gracias a Dios, a nuestro entorno. Sería interesante disponer de un estudio multicéntrico en España con un número de casos tan importante y estadísticamente significativo (por su número) como el de éste.

Para apoyar mi opinión al respecto, os transcribo literalmente algunos fragmentos, a mi entender verdaderas perlas, del manual del PHTLS en lo que respecta al manejo de la vía aérea y de la ventilación, para que saquéis vuestras propias conclusiones.

Referencia bibliográfica: "PHTLS: BASIC AND ADVANCED PREHOSPITAL TRAUMA LIFE SUPPORT. Versión española de la 5ª edición. Mosby Inc. Madrid. 2004. Capítulo 4. (pp: 100 y ss)".

Respecto al uso de la cánula orofaríngea (COF):

"Contraindicaciones: paciente inconsciente o semiinconsciente". (sic) pág 101. ¡vaya, vaya...! El tubo de Guedel está contraindicado en inconscientes y semiinconscientes... (¿?)

Respecto al uso de la cánula nasofaríngea (CNF):

"Indicaciones: Paciente incapaz de mantener permeable por sí mismo su vía aérea". (sic)

Me gustaría que alguien me explicase cómo un dispositivo cuya parte distal quda a la altura del velo del paladar (ni siquiera hipofaringe pues) puede evitar la obstrucción de la vía aérea (VA) por la lengua en un paciente incapaz de mantenerla permeable por sí mismo. Por cierto, esta es la etiología más común de obstrucción de vía aérea en pacientes inconscientes (70-80% de los casos de obstrucción de VA en el paciente traumático).

Refiriéndose a la intubación orotraqueal (IOT) del paciente traumatizado grave en el ámbito prehospitalario:

"En el paciente traumatizado consciente o en aquéllos con un reflejo del vómito intacto, el profesional de la asistencia prehospitalaria puede tener dificultades para lograr la intubación orotraqueal" (sic). ¡Evidentemente!.

"Si existen ventilaciones espontáneas, el profesional de la asistencia puede intentar una intubación nasotraqueal a ciegas sólo si el beneficio supera el riesgo (...) El paciente debe respirar para que el profesional se asegure de que el tubo pasa con más facilidad a través de las cuerdas vocales". (sic). El medio y el momento es el idóneo para que el paciente colabore, claro...

"Hay que tener una precaución extrema cuando se intenta una intubación nasotraqueal en presencia de traumatismo o fractura en la región media de la cara. El avance del tubo en dirección superior, mejor que directamente posterior, y el uso de fuerza sustancial cuando se encuentra resistencia puede provocar el paso del tubo a la bóveda craneal (...). Se trata de una complicación extremadamente rara, que puede evitarse con el uso de una técnica correcta" (sic).  ¿Es útil un tubo alojado en la silla turca...?

Refiriéndose a la intubación asistida farmacológicamente:

"La intubación asistida farmacológicamente es una técnica de necesidad, no de conveniencia" (sic).

"Indicaciones: todo paciente que requiere una vía aérea segura y es difícil de intubar por una conducta poco colaboradora es candidato a esta técnica" (sic).

Estas son algunas de las apreciaciones que en Estados Unidos hace el "Prehospital Trauma Life Support Committee of the National Association of Emergency Medical Technicians (Paramedics)" y el Committee on Trauma of the American College of Surgeons, responsables ambos de la formación en este país de los paramédicos que prestan asistencia en el ámbito prehospitalario. Es decir, todos los profesionales cuyos resultados han sido recogidos en el estudio publicado en REMI.

Siendo así, y son sólo algunas de las cuestiones defendidas respecto al manejo de vía aérea y ventilación, porque hay otras referentes a reanimación de pacientes chocados y manejo (movilización e inmovilización de traumatizados graves) que no tienen desperdicio... Siendo así, decía, las conclusiones del estudio quizá sean más entendibles.

Gracias por vuestra atención.

Saludos:

Iván Ortega Deballon
Ldo en Derecho. Especialista Responsabilidad Sanitaria:
Diplomado en Enfermería. Experto en Emergencias Extrahospitalarias.
Técnico en Emergencias Avanzado. SAMUR Madrid:
Profesor Colaborador Universidad Autónoma de Madrid

©REMI, http://remi.uninet.edu. Noviembre 2005.

Comentario Nieves de Lucas García

Como médico que ha realizado y observado múltiples intubaciones en el medio prehospitalario, me preocupan enormemente las posibles interpretaciones del artículo. El sistema prehospitalario americano es completamente distinto del europeo, y Europa, incluso España, difieren mucho en el funcionamiento de sus sistemas sanitarios prehospitalarios. En los servicios españoles que conozco el personal que intuba fuera del hospital suelen ser médicos con cierta experiencia. La influencia pronóstica de la intubación no se basa exclusivamente en el arte de introducir un tubo por un orificio para permeabilizar la vía aérea, sino que viene dada por muchos otros factores.

  • Que realmente sea acertada la indicación (beneficios frente a riesgos).

  • Que el entorno sanitario prehospitalario sea el adecuado para prever las complicaciones de la técnica.

  • Premedicación adecuada.

  • Disponibilidad de técnicas alternativas.

  • Mantenimiento de la sedación, ventilación y monitorización durante el traslado.

  • Transferencia hospitalaria correcta, de manera que no se pierda la información que hubiera aportado un paciente consciente.

¿Quien intubó en el artículo? ¿Disponía de medios y conocimientos para afrontar la intubación y el traslado de un paciente intubado?

En varias ocasiones he escuchado en los hospitales alabar la enorme diferencia entre la era previa a los servicios prehospitalarios organizados y la actual. Es indudable que todos podemos cometer error, y más fácilmente en medios adversos, pero, como no, el objetivo de nuestro trabajo es el paciente crítico, y si alguien preparado puede ofrecerle el tratamiento que necesita, debe hacerlo. Y si en algo podemos mejorar, intentémoslo.

Nieves de Lucas García
Samur-Protección Civil. Madrid
©REMI, http://remi.uninet.edu. Noviembre 2005.

Comentario Eduardo Palencia Herrejón

El estudio de Davis y col. [1], comentado en REMI por Encarna Molina [2] es importante porque trata sobre una de las principales cuestiones que deben regir la práctica médica: la seguridad de los pacientes, aspecto que debería tenerse en cuenta de forma obsesiva en cada una de nuestras actuaciones.

La intubación precoz se ha considerado (y se sigue considerando) uno de los aspectos fundamentales del tratamiento de los pacientes con traumatismo craneal grave. Sin embargo, distintos estudios han cuestionado en los últimos años la práctica de realizar la intubación traqueal en el medio prehospitalario, en que las condiciones no son las óptimas y el personal que se enfrenta a una situación crítica no siempre tiene la capacitación adecuada.

El estudio de Davis y col. no es un ensayo clínico, sino un análisis retrospectivo de una gran base de datos, recogidos a lo largo de 17 años, en la que se incluyeron múltiples variables con importancia predictiva en pacientes con traumatismo craneoencefálico de una comunidad estadounidense de tres millones de habitantes. La asistencia prehospitalaria fue realizada por paramédicos, entrenados en la práctica de la intubación orotraqueal y el uso del combitubo, y una proporción no especificada, pero presumiblemente pequeña, incluyó la participación de enfermeras y médicos residentes en medicina de urgencias, entrenados para realizar intubación nasotraqueal, cricotirotomía y secuencia rápida de intubación (con uso de fármacos). La base de datos, de gran calidad, ha sido la base de varias publicaciones previas, y en el artículo aquí comentado no se ofrecen muchos detalles adicionales de los protocolos asistenciales seguidos. Este grupo de trabajo es solo uno de los varios que han encontrado peores resultados cuando la intubación traqueal se realiza en el medio extrahospitalario.

Los autores encuentran que la intubación prehospitalaria es un factor claramente asociado a una mayor mortalidad, después de ajustar por múltiples variables pronósticas, y especulan que la razón podría ser debida a la hiperventilación (que produce vasocontricción e isquemia cerebral y se ha asociado claramente a resultados desfavorables) y los efectos adversos desfavorables de la presión positiva. Sin duda, la discusión se queda muy corta a la hora de analizar las posibles causas de unos resultados tan llamativos: por citar los más evidentes, no analizan las complicaciones habidas como consecuencia de la intubación (desaturaciones, intubaciones fallidas, aspiraciones, hipotensiones), y no se plantean en la discusión la posibilidad de cuestionar el modelo de asistencia prehospitalaria imperante en Estados Unidos, principalmente la capacitación del personal paramédico.

Un dato interesante de su estudio es el resultado del análisis de redes neuronales (técnica estadística poco utilizada en medicina, que no es sino una forma de análisis multivariante), que sugiere que existiría un subgrupo de pacientes con traumatismo craneoencefálico que se podría beneficiar de la intubación orotraqueal por paramédicos, mientras que otros pacientes se ven claramente perjudicados por dicha maniobra. Los pacientes que se beneficiarían de la intubación prehospitalaria serían precisamente los pacientes más graves (mayor hipotensión, menor puntuación de Glasgow, etc.). Queda así bien definida la cuestión a aclarar: la intubación prehospitalaria no es buena o mala en sí misma, ni los paramédicos; lo que hay que hacer es delimitar a qué pacientes se debe intubar y a quiénes se debe trasladar sin intubación.

Nada más publicarse el comentario en REMI, dos profesionales de la medicina española extrahospitalaria se han apresurado a marcar las diferencias organizativas entre Estados Unidos y España, y apuntan que los datos no son extrapolables a nuestro país, donde la intubación es realizada por médicos. Ambos reconocen implícitamente en sus comentarios no haber leído el artículo, pero conocen las diferencias organizativas entre ambos modelos asistenciales, el norteamericano y el español.

Sin duda esas diferencias existen, pero Estados Unidos no es un país subdesarrollado en lo que a asistencia médica se refiere, y creo que de ninguna manera debemos asumir que nuestro sistema es mejor (ni peor) que el suyo. El paramédico es un profesional entrenado para realizar intubación orotraqueal y colocar el combitubo, y tiene un grado de autonomía muy limitado, trabajando con protocolos estrictos de traslado y/o aviso a un segundo escalón asistencial de mayor cualificación. El dominio de las distintas técnicas y conocimientos necesarios para el control de la vía aérea en situaciones de emergencia es complejo, requiere entrenamiento y experiencia, y en nuestro país no se encuentra sistematizado, ni se ha demostrado que sea superior al americano. El modelo americano es, sencillamente, distinto del nuestro, e interesa mucho averiguar no ya cuál es el mejor, sino en qué debe mejorar cada uno. Por desgracia, no parece que esa sea la disposición de ninguna de las dos partes; en Estados Unidos ni se plantean (al menos en el artículo que aquí comentamos) que se pueda poner en marcha un sistema distinto al que ahora poseen, y parece que en este lado del charco nos consideramos mejores pero no percibimos la necesidad de demostrarlo. Tiene razón Iván Ortega en sugerir la necesidad de realizar en nuestro medio un estudio donde se compruebe la idoneidad del modelo que seguimos.

Las conclusiones principales de este estudio y de los comentarios generados son que es necesario, imprescindible, seguir investigando qué pacientes son subsidiarios de la intubación traqueal precoz y cuál es el modelo idóneo para garantizar la mejor asistencia de los pacientes, desde el lugar del traumatismo hasta la asistencia hospitalaria definitiva. Y no solo decidir si este o aquel sistema es mejor, sino ser capaces de detectar las deficiencias propias, único modo de conseguir hacer las cosas mejor. Podríamos empezar por estudiar cuáles son las indicaciones de intubación en nuestro medio, cómo se lleva a cabo y cuál es la frecuencia y gravedad de las complicaciones que se producen.

Eduardo Palencia Herrejón
Hospital Gregorio Marañón, Madrid
©REMI, http://remi.uninet.edu. Noviembre 2005.

Enlaces:

  1. Davis DP, Peay J,  Sise MJ, Vilke GM, Kennedy F, Eastman AB, Velky T, Hoyt DB. The impact of prehospital endotracheal intubation on outcome in moderate to severe traumatic brain injury. J Trauma 2005; 58: 933-939. [Resumen] [Artículos relacionados]

  2. Molina Domínguez E. Intubación traqueal prehospitalaria en e traumatismo craneal moderado y grave. [REMI 2005; 5 (11): 914]

Comentario Ángel Rodríguez García

Estoy de acuerdo contigo, Eduardo, habría que analizar esos subgrupos más detalladamente, pero se acerca mucho a lo que yo he percibido y me he preguntado en más de una ocasión. ¿Por qué ese paciente que paradójicamente estaba mejor ha evolucionado peor que el otro que estaba peor?. Creo que tiene que ver mucho con el estado precario de la estabilidad hemodinámica; todos sabemos que a veces la línea de riesgo-beneficio es muy delgada y es muy fácil no acertar, y más aún en situaciones de emergencia pura. Ahí es donde la preparación profesional, la experiencia y sobre todo protocolos muy estritos tienen su máximo valor. Creo que lo que debemos discutir son los hallazgos que se han encontrado en los distintos subgrupos, sacar conclusiones e intentar aplicarlas, o bien analizarlas en un protocolo prospectivo. Pero dejemos ya las discusiones sobre si esto me corresponde a mi, si mi sistema es mejor que el otro. Hay una regla que dice que es mejor un plan, aunque sea malo, que no tener ninguno, dado que todo plan puede ser analizado, evaluado y modificado (plan de mejora). Los paramédicos en Estado Unidos trabajan con protocolos muy estrictos, que serán desde el punto de vista académico mejores o peores, pero los tienen, y además homologados. Nosotros tenemos médicos en los servicios de urgencia prehospitalarios, pero ¿están "homologados"? ¿lo están sus protocolos?. Y por Dios... no estoy hablando de "tal o cual especialista" ni de sus "guerras", estoy hablando pura y simplemente de un  paciente con trauma craneal en la carretera, o en una obra... Cuál es la mejor actuación, no quién tiene que hacerla.

Aquí, creo que podemos discutir y analizar los hechos, y a lo mejor al final sale que es mejor un médico que un paramédico... pero eso también tendremos que demostrarlo, y llevarlo a los foros de discusión adecuados, comisiones nacionales de especialidad, sociedades científicas y autoridades sanitarias, y conseguir un buen sistema de urgencias prehospitalarias.

Angel Rodríguez García
Hospital Santa María del Rosell, Cartagena
©REMI, http://remi.uninet.edu. Noviembre 2005.

Comentario Iván Ortega Deballon (segundo)

Quisiera ser sistemático en mi respuesta, y por ello citaré determinados puntos del comentario de Eduardo Palencia, pretendiendo con ello aportar nuevos datos al respecto del interesantísimo objeto de debate.

"...distintos estudios han cuestionado en los últimos años la práctica de realizar la intubación traqueal en el medio prehospitalario, en que las condiciones no son las óptimas".

Partiendo de que todo estudio intenta aportar conclusiones valiosas a la comunidad científica, y aceptando que algunos de ellos no lo consiguen por distintos motivos (sesgos, limitaciones metodológicas, planteamientos partidarios, hipótesis partidistas...) los distintos estudios a los que se hace referencia, precisamente por ser tan distintos, habría que analizarlos uno a uno (lo cual excede evidentemente nuestras posibilidades y el objeto de esta lista a mi intender).

Pero podría, no por ello, afirmar que muchos otros estudios (con las mismas limitaciones antes señaladas) han defendido la práctica de la intubación traqueal en el medio prehospitalario buscando el beneficio del paciente crítico que, coincido con Eduardo plenamente, debiera ser nuestro objetivo último. Y ello conforme, ante todo, a los principios de no maleficencia y beneficencia que presiden nuestro actuar ético y deontológico como profesionales apasionados por la excelencia en nuestro trabajo.

Afirmar que las condiciones del escenario prehospitalario no son las óptimas para realizar esta técnica no es sino mentar una  obviedad. El problema es que los profesionales de la emergencia no elegimos el escenario donde trabajamos. Nos viene dado por las circunstancias y éstas, por cierto desconocidas por los que no trabajan en este medio, son nuestro particularísimo "terreno de juego diario", el cual sí elegimos el día que decidimos (yo de forma absolutamente voluntaria y decidida) dedicarnos a este eslabón asistencial.

Y considero que mentar tal obviedad, no aporta nada nuevo al paisaje, del mismo modo que no lo tendría una afirmación del tipo "mejor sería que no hubiese pacientes críticos a los que atender" cuando pronunciamos el comentario ante un paciente traumatizado grave que se encuentra frente a nosotros...

Igual de obvio me parece afirmar que "el personal que se enfrenta a una situación crítica no siempre tiene la capacitación adecuada". Esto es tan cierto en nuestro ámbito como en el hospitalario (no lo es más en la prehospitalaria que en la hospitalaria, ni en España que en EE.UU). Los que pretendemos, una vez más, ser cada día mejores en nuestra profesión sólo podemos, como "piezas del sistema", luchar por cambiar esta realidad. Pero somos sabedores, también, de nuestras limitaciones (casi siempre ajenas a nuestro querer) y de nuestros logros (en la prehospitalaria, al menos, muchos en muy pocos años).

Sí creo que es innegable, y esto no tan obvio sino fruto del esfuerzo personal de muchos que nos han precedido que consiguieron en ocasiones "vencer al sistema", que hoy el personal que se enfrenta a una situación crítica está, casi siempre, más capacitado que el que lo hacía antaño en nuestro medio. Y, por supuesto, mucho queda por mejorar...

"La asistencia prehospitalaria fue realizada por paramédicos, entrenados en la práctica de la intubación orotraqueal y el uso del combitubo, y una proporción no especificada, pero presumiblemente pequeña, incluyó la participación de enfermeras y médicos residentes en medicina de urgencias, entrenados para realizar intubación nasotraqueal, cricotirotomía y secuencia rápida de intubación (con uso de fármacos)".

Este puede ser un sesgo importante en el estudio. ¿Es metodológicamente correcto extraer conclusiones de grupos profesionales tan diferentes?. ¿Se analizaron por separado los resultados de uno y otro grupo?. Los paramédicos son entrenados (ellos mismos prefieren la nomenclatura de "adiestrados") en una técnica determinada (y dos o tres alternativas para cuando no son suficientemente "diestros"). Las enfermeras y médicos no son entrenados en técnicas, sino que conocen ciertas técnicas y tienen la capacidad para decidir si las ponen en práctica en el caso en concreto o no. Este poder discriminatorio, basado en juicios clínicos, en patrones de cuidado, está vetado a los primeros. Por tanto, ya no pueden ser sumatorios, o no deberían al menos, los resultados de ambos...

"La base de datos, de gran calidad, ha sido la base de varias publicaciones previas, y en el artículo aquí comentado no se ofrecen muchos detalles adicionales de los protocolos asistenciales seguidos".

Apoyar un estudio en la base de datos de otro distinto es, cuando menos, arriesgado. Si a esto añadimos que no se detallan los protocolos asistenciales seguidos y los diferentes profesionales que manejan a pacientes con una entidad clínica similar, las conclusiones pueden ir perdiendo valor y, desde luego, evidencia científica.

"Este grupo de trabajo es solo uno de los varios que han encontrado peores resultados cuando la intubación traqueal se realiza en el medio extrahospitalario". "Los autores encuentran que la intubación prehospitalaria es un factor claramente asociado a una mayor mortalidad".

Es fácil que así sea, puesto que en el resumen del estudio comentado se explica claramente que se compararon los resultados de intubaciones realizadas en la calle por paramédicos vs. intubaciones realizadas en la sala de urgencias por médicos y/o enfermeras. Es obvio que el paciente crítico que es intubado en la calle debe llegar todavía al hospital. La intubación, como toda técnica-procedimiento, y su mantenimiento en el tiempo, no es inocua. El paciente crítico previamente intubado (por un paramédico que se ajusta a un protocolo impuesto y cerrado) sufre unas consecuencias propias de la fisiopatología del transporte sanitario (entre otras cosas, como las condiciones del entorno, las climatológicas, el dolor... estas últimas durante el tiempo en que llegamos junto a ellos...). No así el paciente intubado (por médicos y/o enfermeras con poder decisorio y protocolos aperturistas modulados conforme a criterios determinados en cada caso concreto) en la sala de urgencias que, además, se encuentra ya en un escalón asistencial carente de todos los perjuicios de los que consta el eslabón prehospitalario.

Pero, una vez más, no elegimos el lugar donde el paciente crítico pasa a ser tal. Simplemente intentamos darle la mejor asistencia posible (en nuestro sistema de emergencias, asegurando que éste es prestado por profesionales sanitarios que deciden si procede o no realizar determinadas técnicas y procedimientos con más criterios y juicio crítico que los que puede manejar un paramédico en el sistema americano). Si los varios grupos de trabajo que han encontrado peores resultados cuando la intubación se realiza fuera del hospital han obtenido las conclusiones de forma similar a este, no extraña que así sea. Es importante reseñar también que el paciente que llega a urgencias de un hospital sin intubar, en el modelo paramédico, lo hace porque no precisa de la misma a criterio del profesional prehospitalario (también porque es incapaz de hacerlo). En su sistema cerrado, esto significa, casi siempre, puntuaciones de Escala de Coma de Glasgow mayores de 8. Por lo tanto, mejor pronóstico. Si esos pacientes, una vez más con mayor criterio y poder decisorio, son finalmente intubados en la sala de urgencias, es cuando menos esperable que evolucionen mejor que los traídos ya intubados porque su estado así lo "exigía" conforme al protocolo impuesto al paramédico.

"especulan que la razón podría ser debida a la hiperventilación (que produce vasocontricción e isquemia cerebral y se ha asociado claramente a resultados desfavorables) y los efectos adversos desfavorables de la presión positiva".

Especular no deja de ser opinar. De todos modos, si algo de cierto y demostrable hubiese en tales especulaciones, están, de algún modo, demostrando que el paramédico estadounidense hiperventila al paciente intubado (cuando sus protocolos se lo prohíben de forma profiláctica y sólo se lo autorizan previa consulta al medical chief  vía radio, de forma terapéutica ante signos, también cerrados, de aumento de la PIC o detección de fenómeno de Cushing). Del mismo modo, estarían demostrando que los paramédicos no manejan los patrones y modalidades de ventilación mecánica de forma encomiable si no saben cómo contrarrestar, al menos, los indeseables efectos de la presión positiva... Siendo así, en definitiva, podríamos especular (nosotros también podemos) que desautorizan de algún modo la formación (¿o era "adiestramiento"?) de estos profesionales.

"Sin duda, la discusión se queda muy corta a la hora de analizar las posibles causas de unos resultados tan llamativos: por citar los más evidentes, no analizan las complicaciones habidas como consecuencia de la intubación (desaturaciones, intubaciones fallidas, aspiraciones, hipotensiones), y no se plantean en la discusión la posibilidad de cuestionar el modelo de asistencia prehospitalaria imperante en Estados Unidos, principalmente la capacitación del personal paramédico".

No lo hacen, según mi opinión, de forma directa. Sí de forma indirecta como acabo de comentar anteriormente. Quizás no lo puedan hacer más claramente por las limitaciones que casi todo estudio tiene y a las que me refería al principio... Quizás es en este momento cuando podrían reflejarse en otros sistemas de emergencias distintos al suyo. Yo, personalmente, vengo hoy mismo de recibir un curso de PHTLS (Prehospital Trauma Life Support) celebrado en Madrid, acreditado y dirigido por los americanos. He ido, pues, a "beber de sus fuentes", para conocerles mejor... y crearme una opinión. Y unos magníficos docentes autorizados por los directores de este programa me han transmitido el método de trabajo idéntico al empleado a diario por los paramédicos en todo Estados Unidos. Muchos profesionales europeos (varios de ellos españoles) han obtenido la capacitación como instructores de este método para extenderlo en nuestro país y somos ya cientos los que lo hemos estudiado como alumnos y puesto en práctica. ¿Estoy, quizás, algo más autorizado a opinar al respecto de su forma de hacer emergencia?. Creo, humildemente, que sí. Me gustaría decir lo mismo de mis colegas americanos respecto al modelo europeo (y español) de emergencia prehospitalaria. Algo similar, aunque mucho menos evidente gracias a los esfuerzos del ILCOR, nos ocurre en el ámbito del Soporte Vital (donde nosotros estudiamos y conocemos maneras simplemente algo distintas, ERC vs AHA, de trabajar). Tampoco en esto puedo, al menos con la misma importancia numérica, decir lo contrario de mis colegas americanos con respecto a Europa (y España). ¿Es el interés bidireccional?. No.

"Nada más publicarse el comentario en REMI, dos profesionales de la medicina española extrahospitalaria se han apresurado a marcar las diferencias organizativas entre Estados Unidos y España, y apuntan que los datos no son extrapolables a nuestro país, donde la intubación es realizada por médicos".

Yo no apunto, sino que afirmo (y en ello coincido con Nieves de Lucas plenamente) y sin ambages, que los datos de este estudio (y de muchos otros del ámbito prehospitalario realizados en Estados Unidos) no son extrapolables a nuestro país (donde, por cierto, intuba el "más acertado" en ese momento o día: médico o enfermera) y no necesariamente el médico (esta es una de las características de la división horizontal del trabajo en la emergencia prehospitalaria y la nuez de nuestro "saber trabajar en equipo" tan sorprendente muchas veces para los colegas hospitalarios que desconocen, una vez más, con demasiada frecuencia nuestro modo y medio de trabajo).

Y quien entienda lo anterior como un desprecio a lo americano, creo que no ha puesto atención suficiente a mis líneas. Tampoco quien entienda que con ello afirmo que somos simplemente "mejores". Entre otras cosas, porque no lo pienso. Pero sí somos muy diferentes... Y en ciertos aspectos, mi opinión es que nuestro imperfectísimo sistema de asistencia prehospitalaria a la emergencia es, con todo, envidiable por y para muchos.

"parece que en este lado del charco nos consideramos mejores pero no percibimos la necesidad de demostrarlo".

Mi pretensión jamás será esa. Espero no haber caído en el error. Disculpadme si erré. Sólo intento que, quien no conoce la emergencia prehospitalaria y tenga interés, sepa que en Europa (en España) existe un modelo (uno más) que es internacionalmente reconocido pero no, en cambio, conocido. Nos encanta, a los españoles, conocer lo de los demás. Somos así de curiosos. Lo que a veces asusta es ver cómo importamos métodos de trabajo y filosofías asistenciales de países en los que estos no demuestran (dicho por quienes los ponen en práctica y desarrollan día a día e investigan sobre ello) ser más eficaces, efectivos ni eficientes. Y esto último sí ha podido demostrarse con estudios comparativos...  En resumen: ¿creemos en lo que hacemos?. ¿O tenemos lo que nos merecemos?

Saludos

Iván Ortega Deballon
Ldo en Derecho. Especialista Responsabilidad Sanitaria:
Diplomado en Enfermería. Experto en Emergencias Extrahospitalarias.
Técnico en Emergencias Avanzado. SAMUR Madrid:
Profesor Colaborador Universidad Autónoma de Madrid

©REMI, http://remi.uninet.edu. Noviembre 2005.

Palabras clave: Intubación traqueal, Traumatismo craneoencefálico, Urgencias prehospitalarias.

Busque en REMI con Google:

Envía tu comentario para su publicación


© REMI, http:// remi.uninet.edu 
© REMI-L

 
webmaster: remi@uninet.edu
última modificación: 01/07/2007