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Revista Electrónica de Medicina Intensiva
Editorial nº 5. Vol 1 nº 7, julio 2001.
Autores: Eduardo Palencia Herrejón
y Nieves de Lucas García

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Desfibrilación externa automática (1ª parte): eslabón fundamental en la cadena de la supervivencia

Muerte súbita (1)

Las enfermedades cardiovasculares constituyen la primera causa de muerte en los países desarrollados, y se estima que, en la mitad de los casos, el fallecimiento se produce de forma súbita e inesperada, casi siempre en el medio extrahospitalario y la mayoría de las veces en el propio domicilio del paciente. Se ha estimado una incidencia anual de muerte súbita del 0,1-0,2% de la población adulta, y habitualmente supone la primera manifestación de enfermedad coronaria. Al menos el 80% de las muertes súbitas en adultos son de origen cardiaco, y en el 40% de los casos son muertes no presenciadas. Aunque el riesgo de muerte súbita es mayor en sujetos con cardiopatía conocida, éstos constituyen solo una pequeña porción de los casos de muerte súbita que ocurren en la comunidad; la gran mayoría de las muertes súbitas se produce en personas previamente sanas, si bien con factores de riesgo que configuran un perfil epidemiológico similar al de la enfermedad coronaria.

Desfibrilación precoz (2)

Los anteriores datos ponen en perspectiva las actuales prioridades en resucitación cardiopulmonar: el lugar donde hay que intervenir para salvar vidas es donde se producen las muertes súbitas: en la calle, en el domicilio de sujetos aparentemente sanos, con factores de riesgo de enfermedad coronaria. Las tasas de supervivencia del paro cardiaco extrahospitalario siguen siendo, con los medios tradicionales, intolerablemente bajas, del 1 al 5%. Diversos estudios han demostrado en los últimos 20 años que la mayoría de las muertes súbitas extrahospitalarias se deben a fibrilación ventricular (FV) o taquicardia ventricular (TV) (3), y que la desfibrilación precoz es el principal determinante de la supervivencia: cuando se realiza inmediatamente después de una FV presenciada alcanza el 90%, pero disminuye en un 10% por cada minuto que transcurre en FV (4). Aunque la resucitación cardiopulmonar (RCP) practicada previamente a la desfibrilación en casos de paro cardiaco prolongado (más de 4 minutos) puede mejorar la supervivencia (5), las probabilidades son mínimas si la desfibrilación se retrasa más de 10 minutos.

La importancia de la desfibrilación precoz (en cinco minutos desde la recepción del aviso) ha sido destacada en los últimos años por el European Resuscitation Council (ERC), la American Heart Association (AHA) y el International Liaison Committee on Resuscitation (ILCOR), que la consideran un objetivo altamente prioritario para mejorar la supervivencia del paro cardiaco.

Desgraciadamente, la preparación del personal sanitario y la dotación de los centros sanitarios de atención al paciente (hospitales, ambulatorios) han sido hasta ahora escasos, y las prácticas de RCP en el hospital se han encontrado deficientes, haciendo poco hincapié en la precocidad de la desfibrilación, por lo que se han adoptado las siguientes recomendaciones:

  1. Todos los profesionales sanitarios con responsabilidad en la práctica de RCP deben ser entrenados, equipados y autorizados para la práctica de la desfibrilación.

  2. Todos los hospitales y ambulatorios deberían disponer de equipamiento y personal entrenado para llevar a cabo la desfibrilación en tres minutos desde la llamada.

Acceso público a la desfibrilación (6)

Con la epidemiología descrita arriba de la muerte súbita, la desfibrilación precoz pasa ineludiblemente por asegurar el acceso público a la desfibrilación (desfibrilación practicada por personal mínimamente entrenado), lo que implica:

  1. La práctica de la desfibrilación por parte del mayor número de personas, lo que incluye, pero no se limita, a: todos los profesionales sanitarios (médicos, enfermería y auxiliares de ambulatorios, centros de salud, servicios de urgencias y emergencias y hospital), personal que proporciona los primeros auxilios (socorristas, personal de ambulancias no medicalizadas, miembros de los cuerpos de policía y bomberos), otros colectivos profesionales que asumen funciones de socorrismo (guardias de seguridad, empleados de transporte público y lugares de ocio y recreo), ciudadanos voluntarios en centros de trabajo, y familiares de personas con riesgo elevado de sufrir muerte súbita.

  2. La distribución estratégica de desfibriladores en lugares donde es probable que se produzcan muertes súbitas y exista personal capacitado para utilizarlos: centros sanitarios (de hospitalización y ambulatorios), residencias de ancianos, ambulancias, coches de policía y bomberos, medios de transporte, estaciones y aeropuertos, centros comerciales, salas de juego, domicilio de pacientes con riesgo elevado.

Desfibrilador externo automático (7, 8, 9)

Nada de esto sería posible sin el desarrollo de los desfibriladores externos automáticos (DEA), que se introdujeron en la clínica a finales de los 70 y han sufrido un importante desarrollo tecnológico en los últimos años. Los DEA son aparatos ligeros, portátiles, de uso sencillo, diseñados para analizar el ritmo cardiaco e informar al operador cuándo está indicada la desfibrilación, que se produce cuando éste pulsa un botón. La información se transmite al aparato a través de las palas-electrodos, que sirven a la vez para monitorizar el ritmo y descargar la energía. La efectividad de los DEA depende de su facilidad de uso y aprendizaje (10), la fiabilidad de los algoritmos de detección de arritmias, cuya sensibilidad y especificidad han sido del 100% en diversos estudios, y la capacidad de almacenamiento de energía en baterías de litio de larga duración (varios años), con algoritmos de autochequeo frecuente sin necesidad de un operador para su mantenimiento. La mayoría de los DEA de uso actual usan ondas bifásicas (dirección de la corriente en ambos sentidos), y proporcionan un nivel fijo de energía (150 J), que se ajusta de modo automático en función de la impedancia transtorácica. Dichos tipos de ondas y niveles de energía han mostrado una mayor eficacia que los convencionales en conseguir la recuperación de ritmo cardiaco eficaz con menos daño miocárdico (11, 12). Los DEA modernos vienen a pesar, medir y costar lo que un ordenador portátil, lo que garantiza su portabilidad y ubicuidad en lugares públicos y vehículos de transporte.

Las guías de actuación clínica publicadas el año 2000 definen dentro del concepto de acceso público a la desfibrilación tres niveles de resucitadores (aparte del personal sanitario) con capacidad para administrar DEA: 1) Profesionales no sanitarios con funciones de socorrismo: policías, bomberos, guardias de seguridad, personal de vuelo en aviones, etc. 2) Ciudadanos voluntarios entrenados para ejercer las labores de socorrismo en su lugar de trabajo. y 3) Individuos próximos a personas con riesgo elevado de muerte súbita (familiares, amigos o vecinos). En la actualidad solo se considera de utilidad probada la administración de DEA por personal del nivel 1.

Asimismo, recomiendan seguir las siguientes consideraciones para la provisión de programas de DEA: 1) Debería haber una probabilidad razonable de que se precise su uso (al menos un paro cardiaco por cada mil personas-años o un uso por cada cinco años), 2) El tiempo de respuesta con los sistemas de emergencia tradicionales (llamada-desfibrilación) es probable que supere los cinco minutos, y 3) El programa de DEA puede lograr un tiempo de respuesta llamada-desfibrilación de menos de 5 minutos más del 90% de las veces.

La efectividad de los DEA para mejorar la supervivencia del paro cardiaco está siendo estudiada en la actualidad; de los distintos trabajos publicados hasta ahora se desprende que los DEA por sí solos no mejoran la supervivencia, sino en tanto en cuanto posibiliten la desfibrilación precoz: la supervivencia depende de la rapidez con que se administra la desfibrilación, más que de quien la aplique y con qué aparato. Los DEA, por su sencillez de uso y su disponibilidad posibilitarían ese acortamiento de tiempos. Los estudios preliminares sugieren asimismo que el  uso de DEA puede resultar costo-efectivo comparado con otras terapias.

Las recomendaciones más recientes sobre RCP consideran a la desfibrilación externa automática un eslabón fundamental en la cadena de la supervivencia (7); la veracidad de tal afirmación dependerá de lo bien que se engarce con las demás piezas de dicha cadena en los sistemas de emergencias de cada comunidad.

Eduardo Palencia Herrejón
Servicio de Medicina Intensiva
Hospital "Gregorio Marañón", Madrid

Nieves de Lucas García
Area de Calidad e Investigación
Sección de Dirección y Coordinación
Samur-Protección Civil, Madrid

©REMI, http://remi.uninet.edu . Julio 2001.

Bibliografía:

  1. Zipes DP, Wellens H. Sudden cardiac death. Circulation 1998; 98: 2334-2351. (revisión, texto completo disponible).

  2. Kloek W, Cummings RO, Chamberlain D, Bossaert L, Callanan V, Carli P, Christenson J, Connolly B, Ornato JP, Sanders A, Steen P. ILCOR advisory statements: Early Defibrillation. Circulation 1997; 95: 2183-2184. (documento, texto completo disponible).

  3. Ortega J, Perales N. La fibrilación ventricular en la resucitación cardiopulmonar. Axiomas y controversias. Med Intensiva 2001; 25: 14-17. (revisión, texto completo disponible).

  4. Nichol G, Stiell I, Laupacis A, Ba' Pham M, Valerie M, George W. A cumulative meta-analysis of the effectiveness of defibrillator capable emergency medical services for victims of out-of-hospital cardiac arrest. Ann Emerg Med 1999; 34: 517-525.
  5. Cobb LA, Fahrenbruch CE, Walsh T, Copass MK, Olsufka M, Breskin M, Hallstrom AP. Influence of cardiopulmonary resuscitation prior to defibrillation in patients with out-of-hospital ventricular fibrillation. JAMA 1999; 281: 1182-1188.

  6. Nichol G, Hallstrom AP, Kerber R, Moss AJ, Ornato JP, Palmer D, Riegel B, Smith S, Weisfeldt ML. American Heart Association Report on the Second Public Access Defibrillation Conference, April 17-19, 1997. Circulation 1998; 97: 1309-1314. (documento, texto completo disponible).

  7. International Consensus on Science: Guidelines 2000 for Cardiopulmonary Resuscitation and Emergency Cardiovascular Care. Part 4: The Automated External Defibrillator. Key link in the chain of survival. Circulation 2000; 102 (suppl 1): I60-I76. (revisión, guías de práctica clínica,  texto completo disponible).

  8. Marenco JP, Wang PJ, Link MS, Homoud MK, Mark Estes NA. Improving survival from sudden cardiac arrest. The role of the Automated External Defibrillator. JAMA 2001; 285: 1193-1200. (revisión).

  9. White RD. Technologic advances and program initiatives in public access defibrillation using automated external defibrillators. Curr Opin Crit Care 2001; 7: 145-151. (revisión).

  10. Gundry JW, Comess KA, DeRook FA, Jorgenson D, Bardy GH. Comparison of naive sixth-grade children with trained professionals in the use of an automated external defibrillator. Circulation 1999; 100: 1703-1707. (original, texto completo disponible).

  11. Cummins RO, Hazinski MF, Kerber RE, Kudenchuk P, Becker L, Nichol G, Malanga B, Aufderheide TP, Stapleton EM, Kern K, Ornato JP, Sanders A, Valenzuela T, Eisenberg M. Low-energy biphasic waveform defibrillation: evidence-based review applied to emergency cardiovascular care guidelines: a statement for healthcare professionals from the American Heart Association Committee on Emergency Cardiovascular Care and the Subcommittees on Basic Life Support, Advanced Cardiac Life Support, and Pediatric Resuscitation. Circulation. 1998; 97: 1654-1667. (revisión, texto completo disponible).

  12. Schneider T, Martens PR, Paschen H, Kuisma M, Wolcke B, Gliner BE, Russell JK, Weaver WD, Bossaert L, Chamberlain D. Multicenter, randomized, controlled trial of 150-J biphasic shocks compared with 200- to 360-J monophasic shocks in the resuscitation of out-of-hospital cardiac arrest victims. Optimized Response to Cardiac Arrest (ORCA) Investigators. Circulation 2000 Oct 10;102(15):1780-1787. (original, artículo completo disponible a partir de octubre 2001).

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Palabras clave: Paro cardiaco, Fibrilación ventricular, Taquicardia ventricular, Desfibrilación, Desfibrilación externa automática, Resucitación cardiopulmonar.

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última modificación: 01/07/2007